Los conservadores británicos prometen reducir el gasto y bajar los impuestos
Los conservadores recuperaron ayer su imagen más tradicional y apegada al thatcherismo. Tras años de vacilaciones y mala conciencia -generadas en parte por la evidencia de que poner al día los servicios públicos deteriorados por la era Thatcher exige seguir invirtiendo cuantiosos recursos públicos-, los tories prometieron un recorte de impuestos de 4.000 millones de libras (6.000 millones de euros, en números redondos).
Aunque significativa, es una reducción relativamente modesta. Pero no por ello fácil de cumplir. El problema es que para poder bajar impuestos sin recortar el gasto en educación y sanidad, los conservadores se han comprometido también a recortar el gasto corriente en 35.000 millones de libras anuales (50.000 millones de euros) desde su primer año de mandato, algo que desde la patronal CBI hasta los comentaristas políticos más tibios consideran muy difícil. El recorte se basa en los números elaborados por David James, un analista de la City que ha añadido 15.000 millones de libras al recorte de gasto de 20.000 millones anunciado meses atrás por el Gobierno. Entre las medidas que tomaría un Gobierno conservador para ahorrar dinero estaría la supresión de 235.000 funcionarios, más del doble de lo anunciado por el Gobierno el verano pasado.
El anuncio, detallado ayer por el líder del partido, Michael Howard, que ya había adelantado el domingo las grandes cifras, se ha visto completamente deslucido por la fuga a las filas laboristas de un ex ministro de Margaret Thatcher y un sondeo electoral que augura un nuevo calvario para los conservadores: los laboristas revalidarían su actual ventaja de 160 diputados, según el tabloide dominical News of the World.
La fuga del europeísta Robert Jackson, perfectamente orquestada por los laboristas para aguar el lanzamiento de la precampaña tory, rememora movimientos gemelos ante los comicios de 1997 y 2001. Jackson explicó su deserción diciendo que las políticas de Howard sobre Europa y servicios públicos "son incoherentes". "Es de interés del país que Tony Blair, y no Michael Howard, forme el próximo Gobierno", sentenció.
El cambio de posición de los conservadores es consecuencia de sus pésimas perspectivas electorales. Howard, que pide el voto de lo que denomina "la mayoría olvidada", intenta así movilizar a su electorado tradicional, que en los últimos años vota laborista o bien se queda en casa porque no tiene ningún interés en que los conservadores vuelvan al poder. Pero su anuncio, a menos de cuatro meses de la fecha en que se esperan las elecciones, puede parecer oportunista y ser poco creíble.
Los liberales-demócratas de Charles Kennedy se lanzaron también ayer a la precampaña con el lema "la verdadera oposición". Un eslogan dirigido contra los conservadores, incapaces de despegarse de las propuestas laboristas en cuestiones como Irak, servicios públicos y seguridad ciudadana.
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