No todo ardió en Alejandría
El mapa celeste de Hiparco, que se creía perdido desde el siglo IV, subsiste en una estatua en Nápoles
El primer mapa de las constelaciones de la historia se salvó de la quema de la Biblioteca de Alejandría gracias a que su autor, Hiparco, vivió un siglo después de aquella catástrofe cultural perpetrada por las centurias del emperador Aurelio. Pero la biblioteca se reconstruyó, los cristianos volvieron a quemarla en el año 391 y esta vez el mundo perdió para siempre aquella joya astronómica. O eso se creía hasta ahora, porque el físico de la Universidad Estatal de Luisiana Bradley Schaefer asegura haber descubierto un ejemplar en buen estado.
La copia no está quemada, ni podría estarlo, ya que fue esculpida en mármol sobre la cabeza de Atlas, el titán mitológico que sostiene el cielo para que no caiga sobre los hombres. Y Schaefer no ha necesitado un plano secreto para encontrarla, porque está a la vista de todo el mundo en el Museo Arqueológico de Nápoles.
La estatua, del siglo II, es una copia romana de un original griego perdido, se llama Atlas Farnesio y su globo celeste está reconocido como el objeto astronómico más célebre de la antigüedad. Pero nadie había reparado hasta ahora en que sus constelaciones son exactamente las que catalogó Hiparco tres o cuatro siglos antes.
Schaefer ha presentado su teoría en el congreso de la Sociedad Astronómica Americana, que se ha celebrado esta semana en San Diego (California). Las estrellas y las constelaciones se mueven en el cielo nocturno a lo largo de los siglos, y ello ha permitido al físico de Luisiana datar las del Atlas Farnesio en el 125 antes de Cristo, cuando Hiparco compiló su catálogo estelar.
"Además, es sabido que Hiparco construyó muchas esferas celestes basadas en su catálogo de estrellas", explica Schaefer en un comunicado de su universidad. "Las monedas antiguas le representan sentado ante un globo". Y las constelaciones del Atlas Farnesio coinciden muy bien con las descripciones que han sobrevivido del catálogo de Hiparco, como la recogida por Ptolomeo en el siglo II de nuestra era, pero son incompatibles con los mapas de Arato, Eratóstenes, Eudoxo y otros astrónomos y pensadores de la antigüedad cuyo trabajo ha revisado Schaefer concienzudamente.
Atlas era hermano de Prometeo, el titán que se ganó la ira de Zeus por haber regalado el fuego a los hombres. Pero Atlas ha restituido el honor de la familia al salvar de ese mismo fuego un tesoro astronómico. Ahora que Egipto ha vuelto a inaugurar la Biblioteca de Alejandría, no sería mala idea guardar una copia en mármol de cada libro.
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