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Los institutos Goethe y Cervantes compartirán sede en Estocolmo

Un futuro centro conjunto en Argel permitirá consolidar la colaboración de ambos organismos

El secretario general del Instituto Goethe de Alemania, Andreas Schlüter, y el director del Instituto Cervantes, César Antonio Molina, firmaron ayer un acuerdo por el cual ambas organizaciones compartirán una sede común en Estocolmo. Además de alojarse en el mismo espacio, también está previsto realizar allí programas culturales conjuntos en un futuro. Schlüter destacó que "compartimos la idea de que podemos aprender mucho los unos de los otros". En proyecto se encuentra abrir un segundo centro conjunto en Argel.

El acuerdo entre ambos organismos públicos dedicados a la difusión de las respectivas lenguas y culturas permite unir dos modelos complementarios. El Instituto Goethe tiene más de medio siglo de historia, una nutrida plantilla y un cuantioso presupuesto. La lengua alemana no es, sin embargo, una de las más pujantes, aunque el subsecretario del organismo germano, Wolfgang Bader, destacó que "hay más de 20 millones de personas en el mundo aprendiendo alemán como lengua extranjera. En China existe mucho interés y en una situación como ésta no tenemos ningún miedo a un posible retroceso".

Frente a la dilatada experiencia del Instituto Goethe, el Instituto Cervantes cuenta con tan sólo trece años de existencia, si bien han sido tiempos de rapidísima expansión. El nuevo centro de Estocolmo, que los Príncipes de Asturias inaugurarán la próxima primavera, es el número 43 del organismo español. La sede, cuyas primeras actividades ya tuvieron lugar el pasado mes de diciembre, cuenta con 1.600 metros cuadrados repartidos en cinco plantas e incluye un auditorio y una sala de exposiciones.

El director español del centro, Gaspar Cano, reconoció que "en Suecia y en el resto de Europa este experimento se observa con mucha curiosidad. Nos han definido como un matrimonio y, en ese sentido, merece la pena recordar que una obra de la importancia de El Quijote llegó a Suecia precisamente a través de la labor de los románticos alemanes".

Andreas Schlüter explicó que "nuestras dos culturas tienen una vertiente nacional, pero también otra común, de carácter europeo, y la unión europea sólo se conseguirá cuando entendamos que existe una unidad cultural. Este es un primer paso muy importante en esa dirección".

La organización alemana, cuyas prioridades se encuentran en los países de la Europa Oriental, así como en China y el mundo islámico, se ha mostrado "muy agradecida y orgullosa" de firmar el acuerdo.

César Antonio Molina comentó que la imagen europea que proyectan ambas organizaciones tendrá aún más sentido en un nuevo edificio que españoles y alemanes compartirán en Árgel. "Nuestra unión es física, pero también espiritual", afirmó Molina. "Se plasma a través de seminarios, programas y actividades conjuntas". Wolfgang Bader destacó como ejemplo el simposio sobre las relaciones culturales entre ambos países que tuvo lugar en 2002 y que sirvió para estrechar la colaboración entre ambas instituciones. "Quedó claro que existen ciertas desigualdades que conviene intentar corregir. La difusión de la literatura española en Alemania, por ejemplo, es mucho mayor que en el camino inverso". Para el presente año está previsto realizar un segundo simposio, en Berlín, que versará sobre un tema de actualidad en ambos países: la recuperación de la memoria colectiva.

El acto, solemne como corresponde, dejó también algo de espacio para el humor. Wolfgang Bader explicó con una sonrisa: "Gracias a que vivo una relación privada hispano-alemana tengo la receta para el éxito de esta colaboración: tenemos que conseguir combinar la disciplina española con el temperamento alemán". Cuando se le preguntó si eso significa que en el centro de Estocolmo hay que organizar cursos de filosofía española y exposiciones de pintura alemana (o talleres de bailes bávaros en vez de cursos de flamenco), Bader respondió que "el programa intentará hacer justamente eso. Estamos presos de nuestros propios estereotipos y no se trata de llevar a Suecia lo que los suecos esperan, sino todo lo contrario".

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