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Un muerto y seis intoxicados por dióxido de carbono y gas en un colegio

La errónea manipulación del sistema contra incendios agravó el escape de la cocina

Oriol Güell

La cocina del colegio Purísima Concepción se vació de oxígeno ayer, a las 8.15. Este elemento, vital para la vida, fue desplazado en primer lugar por el gas natural procedente de los fogones y, luego, por el dióxido de carbono proveniente del sistema antiincendios. El resultado fue la muerte de José Orlando Mosquera Gamba, de entre 30 y 40 años, de nacionalidad ecuatoriana y en situación irregular en España.

Otras seis personas resultaron intoxicadas. Las más graves son la cocinera de la escuela, ingresada en el hospital Gregorio Marañón, y la directora del centro educativo. El Samur-Protección Civil, que instaló un pequeño hospital de campaña frente a la escuela, situada en la calle de Puebla (distrito Centro), tuvo que atender a otras cuatro personas, profesores y policías municipales, por intoxicación leve. Éstos resultaron afectados al intentar socorrer a las otras víctimas.

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Según las primeras investigaciones realizadas por los equipos de Emergencias de Madrid, la tragedia pudo deberse a una cadena de actos desafortunados que ocurrieron entre 15 y 20 minutos antes de que 327 alumnos de entre tres y 16 años, el 73% de ellos inmigrantes llenaran las aulas. El colegio está concertado por la Consejería de Educación, es propiedad de la Hermandad del Refugio y está dirigido por la Compañía de Santa Teresa de Jesús.

La cocinera, según la hipótesis elaborada por los bomberos del Ayuntamiento de Madrid, empezó a preparar el desayuno y abrió uno o más fogones en la cocina, de tipo industrial, y situada en el sótano del edificio. "Algo ocurrió, porque la estancia empezó a llenarse de gas. Parece que abrió el gas, pero no puso llama. Encender este tipo de cocinas no es fácil y puede que la trabajadora hiciera algo mal o que hubiera algún escape en los fogones", explicaron fuentes de la investigación.

Un portavoz de Gas Natural informó de que la instalación de la cocina había sido convenientemente revisada y cumplía todos los requisitos legales. El gas natural no es tóxico, pero sí desplaza al oxígeno, y ello produce aturdimiento e incluso puede hacer caer inconsciente a una persona.

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Un portavoz de los bomberos explicó que la cocina tenía rejillas de ventilación, mecanismo de seguridad diseñado para la evacuación del gas en caso de fugas, pero a pesar de ello la ventilación de la cocina, situada en un sótano y sin ventanas, era "escasa".

La escasez de oxígeno hizo que la cocinera se desvaneciera. El sistema de alarma funcionó y, al notar el aumento de gas natural en la cocina, se disparó la sirena. Pero ésta no sólo no logró que la cocinera pudiera abandonar la estancia por su propio pie, sino que atrajo a la cocina a la directora del colegio, que también sufrió un fuerte mareo al intentar socorrer a su empleada.

Pero hubo un infortunio más. José Orlando Mosquera Gamba, vestido con un mono gris, también acudió a la cocina e, intentando apagar la sirena, activó manualmente el sistema antiincendios. En sólo unos segundos, el poco oxígeno que quedaba en la cocina fue expulsado por el dióxido de carbono que salía a presión de cuatro bombonas de seguridad.La directora y la cocinera se salvaron porque un profesor, ayudado por agentes de la Policía Municipal que él mismo había avisado (todos ellos resultaron intoxicados leves), lograron arrastrarlas hasta el vestíbulo de la escuela. El fallecido, sin embargo, quedó tendido en una sala anexa a la cocina. Allí, sin oxígeno, entró en parada cardiorrespiratoria. El Samur trató durante más de media hora que recuperar el pulso y lo trasladó al hospital Clínico, donde ya ingresó cadáver. Quizá sus órganos sirvan para salvar otras vidas.

Mientras todo esto ocurría en el sótano del edificio, la esquina de la calle de la Puebla con la Corredera Baja de San Pablo se llenó de ambulancias del Samur y vehículos de los bomberos. "Ha sido un profesor el que ha salido corriendo del colegio y ha avisado a los policías municipales de un puesto que está a menos de 100 metros", informó un portavoz de Emergencias de Madrid.

A la vez, alumnos, padres y madres también empezaron a llegar al lugar.

"Primero nos encontramos las puertas del colegio cerradas. Luego empezaron a llegar coches de la policía, bomberos y ambulancias", explicó Marcela, amiga de la madre trabajadora de un niño de unos siete años al que ella acompaña al colegio por las mañanas. "Dicen que algo sucedió en la cocina. Un incendio, un escape de gas o algo así. Hay varias personas dentro", balbuceó, nerviosa.

"Media hora más tarde"

Otra madre, con dos niñas de corta edad agarradas a los pliegues de su abrigo gris, dijo en voz alta lo que corría en la mente de muchos de los presentes: "Esto es una desgracia, pero podría haberse convertido en una auténtica tragedia si llega a ocurrir media hora más tarde, con todos los niños dentro".

Los niños no fueron ayer a clase. Tampoco lo harán hoy. Un portavoz de la Consejería de Educación confirmó anoche que la actividad del centro no se reemprenderá hasta mañana.

José Orlando Mosquera Gamba era un personaje muy conocido en el barrio. En el pasado había trabajado en un supermecado y en una panadería cercanas, según explicó un testigo que aseguró ser su amigo. "Hacía pedidos, pequeños arreglos y llevaba la compra a casa a cambio de un poco de dinero. Llevaba años así. Yo creo que hacía más de cinco que estaba por el barrio", explicó esta persona. "Llevaba un tiempo haciendo pequeños arreglos en la escuela y en otras tiendas y locales cercanos", añadió.

Ninguna fuente, sin embargo, pudo aclarar ayer qué es lo que hacía en el colegio o si entró para ayudar cuando oyó la alarma. Sin embargo, Emergencias de Madrid informó de que parecía "un trabajador encargado del mantenimiento". "Lleva un mono gris y evidentemente es conocido en el colegio", explicó este portavoz.

La Consejería de Educación afirmó no saberlo tampoco. "Es un centro concertado con autonomía total para decidir la contratación de sus empleados", afirmó un portavoz.

EL PAÍS no logró ayer la versión de los responsables de la escuela. La directora se hallaba afectada por la intoxicación y nadie atendía las llamadas a los teléfonos del centro educativo.

Según confirmaron fuentes policiales, el fallecido no tenía legalizada su situación en España y, por tanto, no podía haber sido contratado por la escuela.

La presidenta regional, Esperanza Aguirre, que vive muy cerca del colegio, lo visitó sobre las diez de la mañana acompañada del consejero de Educación, Luis Peral. "Hoy ha ocurrido una tragedia en este colegio", declaró Aguirre.

Integración

"Este colegio tiene un gran prestigio por la labor educativa y de integración que está realizando. En sus aulas estudian alumnos de más de 70 nacionalidades y tiene todo el apoyo de la Comunidad de Madrid en este momento tan difícil", añadió la presidenta regional. Aguirre y Peral visitaron el centro y conversaron con sus profesores y trabajadores.

El colegio Purísima Concepción recibió también el apoyo de la Federación Española de Religiosos de Enseñanza y Titulares de Centros Católicos y Educación y Gestión de Madrid (FERE-CECA-EyG Madrid), quienes expresaron su apoyo y solidaridad con los afectados. También quisieron dar el pésame a la familia del fallecido.

Además, FERE-CECA-EyG Madrid pidió el máximo respeto a la investigación abierta para aclarar el accidente y solicitó el apoyo de toda la comunidad educativa. "Estamos orgullosos de contar con el colegio Purísima Concepción, pionero en la educación de alumnos con necesidades educativas de compensación de desigualdades", manifestó la asociación.

En el mismo edificio en el que se encuentra el centro educativo, pero en la fachada de la Corredera Baja de San Pablo, la Hermandad del Refugio lleva a cabo una destacada labor asistencial con inmigrantes, indigentes y personas necesitadas.

Un ambiente sin oxígeno

La cocina del colegio Purísima Concepción cumple, a pesar de estar en un sótano y tener una "ventilación escasa", con la normativa vigente en materia de ventilación, sistemas de alarma y mantenimiento de los equipos de gas natural, según avanzaron ayer fuentes de Gas Natural y de Emergencias de Madrid.

Sin embargo, una sucesión de infortunios la llenó de gas natural y de dióxido de carbono, lo que causó una muerte y seis intoxicaciones por falta de oxígeno, según los equipos de emergencia.

La cocina se llenó en un primer momento de gas natural por un error de la cocinera o por un fallo en los fogones. Este gas, no tóxico, sí desplaza al oxígeno si la estancia no cuenta con una buena ventilación, lo que causó los primeros desvanecimientos.

El sistema de alarmas de la cocina detectó el gas a tiempo y emitió la correspondiente alarma sonora.

Sin embargo, alguien, presuntamente el fallecido, intentó desconectarla y, por error, activó el mecanismo antiincendios, según fuentes de la investigación.

"El sistema antiincendios estaba activado manualmente, lo que descarta que hubiera un incendio en la cocina", explicaron estas fuentes.

Este sistema inunda el ambiente de dióxido de carbono en sólo unos instantes. Este gas, que es inerte, desplaza el oxígeno, gas consumido por las llamas, que se apagan.

El dióxido de carbono se hallaba en cuatro bombonas a presión situadas en la cocina afectada por el escape de gas.

Al activarse este sistema también se pone en marcha una sirena acústica para evacuar los espacios afectados, que se quedan sin oxígeno, lo que puede convertirlos, como ocurrió ayer, en letales para los seres vivos.

Ésta es la principal hipótesis barajada ayer por los bomberos que inspeccionaron el lugar de los hechos. Las conclusiones definitivas, sin embargo, aún tardarán varios días.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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