Sharon se compromete a cooperar con el presidente Abu Mazen
Ambos líderes acuerdan reunirse en semanas
Con 10 minutos escasos de conversación telefónica, el primer ministro israelí, Ariel Sharon, y el nuevo presidente palestino, Mahmud Abbas, Abu Mazen, rompieron ayer el hielo que bloqueaba desde hace más de cuatro años las relaciones entre los dos vecinos. Sharon y Abu Mazen se comprometieron a continuar hablando y hacer lo imprescindible para celebrar una reunión dentro de pocas semanas.
"Le ofrezco mi cooperación", aseguró Sharon a Mahmud Abbas, alias Abu Mazen, por teléfono, tras haberle felicitado por el triunfo en las elecciones del domingo en las que logró el 62% de los votos. Los dos interlocutores siguieron hablando de temas de carácter general, pero sin fijar la atención en ninguno de ellos, ni establecer una fecha para posteriores contactos.
Un portavoz del Gobierno israelí añadió, por otra parte, que habían empezado a preparar los detalles de una cumbre, que podría celebrarse en un plazo máximo de dos semanas, una vez que el Comité Central Electoral haya declarado definitivos los resultados de los comicios y el presidente Abu Mazen pueda jurar su cargo.
El presidente de Israel, Moshe Katsav, dialogó también ayer por teléfono con su homólogo palestino para felicitarle por su victoria. Un portavoz de la presidencia aseguró que Abu Mazen manifestó a su interlocutor sus deseos de renovar las negociaciones del proceso de paz y "pasar una nueva página en las relaciones".
Pero al margen de estos primeros pasos diplomáticos, presagios de nuevos vientos de paz, la cúpula palestina ha empezado también a trabajar en el plano interno. Ha empezado por el capítulo más crispado y complicado: las fuerzas de seguridad. Es un campo sembrado de minas y trampas, donde coinciden más de 30.000 hombres, numerosos clanes y 13 cuerpos de seguridad, algunos de los cuales están directamente implicados en las operaciones militares contra Israel, y todos enzarzados en una polémica sorda y fratricida.
Como primer paso para resolver esta complicada maraña de intereses e intrigas, el nuevo presidente convocó ayer en su despacho a los dos caudillos más importantes de las fuerzas de seguridad, los coroneles Mohamed Dahlan y Jibril Rajub, enemigos declarados, a los que obligó a firmar un pacto de no agresión, sellado con un choque de manos y un abrazo. El pacto favorece a Mohamed Dahlan, el jefe militar de Gaza, un fiel aliado de Abu Mazen cuyo nombre se baraja como futuro máximo responsable de las fuerzas palestinas. Su triunfo fue tan evidente que después de este encuentro Jibril Rajub presentó la dimisión de todos sus cargos, incluido el de asesor del Consejo Nacional de Seguridad.
Jibril Rajub, antes de dar el portazo, dejó sobre la mesa del presidente electo una carta de dimisión, en la que se asegura que abandona el puesto vacante para que se puedan llevar a cabo las reformas que se crean oportunas. Pero antes de salir definitivamente de la escena, el militar incluyó una lista de recomendaciones entre las que destaca la de "limitar la influencia extranjera en los cuerpos de seguridad", una alusión directa al papel que los servicios de espionaje de Estados Unidos y los servicios secretos egipcios están teniendo en el proceso de reestructuración de la policía palestina. Se trata de evitar que "ninguna potencia regional pueda actuar contra los intereses nacionales", aseguraba Rajub, antes de despedirse.
En este contexto los servicios jurídicos de la Administración palestina están ultimando los detalles de una propuesta de ley con la que se trata de fusionar las 13 instituciones de seguridad, reduciéndolas a tres y colocándolas bajo la tutela del primer ministro. Este proceso de reformas legales afecta también al Consejo Nacional de Seguridad, una especie de Estado Mayor que estuvo también presidido por el fallecido presidente palestino Yasir Arafat.
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