_
_
_
_
Tribuna:ECONOMÍA INTERNACIONAL
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

América Latina, la nueva frontera

El agotamiento de las políticas de ajuste impulsadas por los organismos internacionales en la región debe abrir paso, según el autor, a un nuevo modelo de desarrollo que persiga una mejor distribución de la riqueza.

La irrupción de China en el mercado mundial, como demandante de materias primas, y su atención a América Latina, como suministrador y proveedor de esas materias primas que necesita el gigante asiático para su desarrollo, han sido motivo de análisis. Sin embargo, apenas se ha puesto de relieve el papel de los países latinoamericanos visitados por el presidente chino, Hu Jintao, como posibles motores del desarrollo en los próximos años. Y es evidente que los dirigentes chinos han visto algo más en esos países, me refiero a Brasil, Argentina y Chile sin olvidar a México y Perú, que meros depósitos de materias primas mineras o agrícolas, cuando han planteado inversiones en ellos por valor de 100.000 millones de dólares para la próxima década.

Más de 20 millones de latinoamericanos viven fuera de su país de nacimiento

Este año, por primera vez en los últimos ocho, las economías de los mayores países de la zona crecerán todas por encima del 5% y algunos superarán ampliamente esa cifra, como Argentina y Chile, aunque puede que México no supere el 4,5%. Esto indica que quedan atrás las grandes crisis que ha sufrido la región desde 1995, en México; la de Rusia de 1996, que afectó mucho a la zona, a través de los prestamistas; la de Brasil de 1999, y la de Argentina de 2001.

- Cifras macroeconómicas de países desarrollados. Hoy en América Latina la mayoría de las grandes economías están en vías de saneamiento y sus cifras macroeconómicas pueden compararse con las de las economías de los países desarrollados. Sin embargo, quedan todavía reformas pendientes que impiden el despegue de la región y 2005 puede ser el momento de abordarlas con eficacia y decisión. En México las fuerzas políticas han sido incapaces de acordar una reforma fiscal y energética que permita una mejor distribución del ingreso y la modernización del sector de la electricidad, gas y petróleo, ámbitos en los que el país arrastra unas estructuras obsoletas que le hacen deficitario y dependiente del exterior, disponiendo de grandes reservas. Brasil, que va a superar ampliamente el nivel de ahorro fiscal impuesto por el Fondo Monetario Internacional, en torno al 4%, tiene pendientes en el Congreso algunas reformas vitales para dar un impulso definitivo a su desarrollo, tales como la ley que autorice la inversión estatal y privada, impulsando las infraestructuras (los famosos PPP, Parcerías Público- Privadas) que están retrasando algunas inversiones chinas apalabradas en la visita del presidente Hu Jintao a Brasilia.

Por su parte, Argentina tiene pendiente el acuerdo sobre la deuda externa, que está en suspensión de pagos, que debía haberse empezado a negociar el 19 de noviembre y no se hizo por la negativa del Bank of New York a operar como agente colocador de la deuda. El resto de los grandes países de la zona como Perú, Colombia y Venezuela tienen más problemas en el área política que en la económica.

Por su parte, Chile, que acaba de superar el retorno a su pasado, asumiendo la realidad en el informe sobre la tortura de las víctimas de la dictadura, ha afianzado su rol de país económicamente fuerte y confiable para los países desarrollados.

- La lucha contra la pobreza. El pasado 30 de noviembre se presentó en Nueva York el Panorama social de América Latina 2004 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en el que se afirma que "el crecimiento económico de este año permite estimar que dos millones de personas saldrán de la pobreza en la región". Pero estamos hablando de más de 200 millones de pobres y, de ellos, 98 millones son indigentes. Las cifras las facilita el propio informe y confirma que Chile es el único país de la zona que ha cumplido con la meta de reducir la pobreza, mientras que Brasil, Ecuador, México, Panamá y Uruguay consiguieron un porcentaje de avance, en torno al 56%, respecto al programa del Milenio de la ONU, y Argentina, Paraguay y Venezuela tienen un retroceso significativo, con mayores niveles de indigencia que en 1990.

Si éste es el resultado de la aplicación de políticas de ajuste económico, llevadas a cabo por los organismos internacionales, en los últimos años, es el momento de poner en marcha alguna de las recomendaciones de la Agenda de Barcelona, hecha pública en la clausura del Fórum, a finales de septiembre, cuando dice que "los criterios diseñados por estas instituciones para evaluar los objetivos macroeconómicos deberían tener la flexibilidad necesaria para hacer posible, por ejemplo, que las infraestructuras productivas y la inversión en I+D se consideraran como adquisición de activos y no como gasto corriente, para un objetivo fiscal dado". Si es así en los países desarrollados, ¿por qué no en los países en vías de desarrollo?

Pero no es suficiente un cambio en la política de los organismos internacionales para erradicar la pobreza o disminuirla; es necesario el establecimiento de políticas activas para aumentar el poder adquisitivo de las clases populares, sabiendo que ésa es una forma de potenciar el desarrollo. Un ejemplo: la mejor redistribución de los ingresos hace crecer el consumo, la gente tiene más para gastar, con lo que la economía mejora. Lo contrario conduce a la depresión.

También en este aspecto la Agenda de Barcelona pide un cambio en los hábitos del comercio mundial habidos hasta ahora: "Las negociaciones comerciales multilaterales, dice el texto que aprobaron a finales de septiembre primeras firmas de la economía mundial, deberían perseguir el desarrollo económico. El proteccionismo agrícola y textil en los países desarrollados representa un obstáculo importante para la participación de los países en desarrollo".

- Agotado el modelo de ajuste. La verdad es que a estas alturas la mayoría de los organismos internacionales, el Fondo y el Banco Mundial a la cabeza, no han dado señales de cambio en su política respecto a los países de América Latina. Estamos ante dos modelos distintos: el de Asia, donde las recetas del Fondo se han aplicado de forma muy liberal, e incluso, con planteamientos contrarios, y los resultados han sido espectaculares, sobre todo en China, Corea y la India. Por el contrario, en Latinoamérica, donde los organismos han concentrado su atención para que sus recetas se cumpliesen a rajatabla, los resultados han sido magros en algunos casos y, en la mayoría, no han servido para salir de la postración.

El informe de la CEPAL, al que antes me he referido, dice que "los datos confirman nuevamente que la región tiene la distribución del ingreso menos equitativa del planeta, con niveles altos y crecientes de desigualdad". Las políticas de redistribución exigen más inversión en educación, en sanidad, en infraestructuras y en pensiones, pero no es posible con políticas de ajuste impuestas desde fuera. La deuda externa ha sido, y sigue siendo, el peso muerto que lastra el desarrollo de estos países. El economista John Williamson, el ideólogo del Consenso de Washington, dice que "América Latina no tiene por qué aceptar esta situación" y propone que los gobiernos emitan bonos dirigidos a los mercados nacionales que sustituyan a los préstamos concedidos desde el exterior. Es lo que han empezado a hacer algunos países como la Argentina que, por cierto, no mantiene las mejores relaciones con el FMI.

Y hay un fenómeno nuevo al que deberemos prestar especial atención: la emigración. Más de 20 millones de latinoamericanos viven fuera de su país de nacimiento, de ellos 15 millones en Estados Unidos, según el informe de la CEPAL. Esto tiene dos facetas a analizar: la pérdida de capital humano y la contribución a la vida económica de sus países de origen, en 2003, aportaron más de 35.000 millones de dólares, lo que en algunos países representa el 10% del PIB. Quizá un elemento neutralice al otro, pero hay que pensar, en los países de recepción de emigrantes, como lo es ahora España, que la protección de sus derechos es una contribución al desarrollo de sus países de origen y, en nuestro caso, de forma especial los países de América Latina.

Joaquín Tagar fue corresponsal en América Latina.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_