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Reportaje:CATÁSTROFE EN ASIA | Los españoles

"Me temo que a los tailandeses no los tratan como a nosotros"

La turista madrileña Esther Alonso describe la incertidumbre tras la llegada del maremoto en una remota isla de Tailandia

"Era una marea muy ligera, pero que subía y bajaba a toda velocidad", cuenta Esther Alonso, una analista financiera madrileña de 28 años que reside en Londres y que se hallaba junto a su novio, Joshua, en la isla de Bamboo, una reserva natural no muy lejos de Phuket (Tailandia). "No se nos pasó nada por la cabeza. Minutos después regresamos a nuestra lancha, pero estaba encallada. Cuando desembarcábamos, nos dijeron los guías que bajáramos rápido", continúa Esther. Entonces, súbitamente, se abalanzó el tsunami. "No tenía más de dos metros, pero veíamos mucha espuma y venía muy rápido". Corrieron los 13 miembros de la excursión hacia la falda de una colina muy próxima a la orilla. La cima iba a ser su lugar de descanso para una noche plena de incertidumbre. Como también se ignora el paradero de seis españoles desaparecidos en Tailandia.

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"La primera ola arrastró la lancha a 10 o 15 metros. Ahí nos dimos cuenta de que no era algo normal. Y por las caras de los tailandeses. Minutos después llegaron otras dos olas. Con más rapidez y con más espuma. Entonces empezamos a trepar por la colina". Eran las 11.00 del día 26 de diciembre. Marchaban descalzos y en bañador. Hasta las 15.00 no retornaron hasta la playa. "Oíamos el ruido de las olas y no queríamos bajar. La falta de información, y los rumores que recibíamos mediante algún teléfono móvil, es lo que más nervioso te pone", asegura Esther. Una vez junto al mar se unieron a varios grupos de turistas que también visitaban la isla. Unos 70 -australianos, británicos, franceses, nórdicos- decidieron pernoctar en lo alto del pequeño montículo. "Había muchos ruidos, lagartos y serpientes, pero eso da igual. Sólo puedes esperar. Al menos había luz porque la noche era de luna llena".

Durante horas los turistas vieron volar sobre sus cabezas varios helicópteros. Pero está claro que tenían otras prioridades en zonas más devastadas, ya que en la reserva de Bamboo no hay edificios, tan sólo cabañas. A las 6.00 del día siguiente descendieron a la playa. "El mar ya estaba tranquilo. A las 11.00, un helicóptero arrojó comida y dos horas después nos evacuaron en un barco", relata Esther.

Al llegar a un hotel de Krabi, en el que se habían habilitado dos salas para los heridos, no cesaron las extrañezas, mientras los viajeros rellenaban formularios para las embajadas. "Sólo había turistas. Nos chocó un poco. El trato que recibimos fue increíble, pero me temo que con los tailandeses no ocurrió lo mismo". Durante varios días a Esther se le han saltado las lágrimas con frecuencia: "Ya no lloro. Pero sí me emociono. Me gustaría volver, pero no podría hacerlo mañana".

Esther Alonso, en la isla de Bamboo antes de conocer la magnitud de la tragedia.
Esther Alonso, en la isla de Bamboo antes de conocer la magnitud de la tragedia.
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