Más rigor y menos confusión
Considera el autor que se está asistiendo a una campaña sectaria de demonización del concepto "comunidad nacional" empleado por los socialistas en sus propuestas estatutarias.
Desgraciadamente, una vez más asistimos a una campaña sectaria de demonización de los conceptos políticos, que algunos, ingenuamente, pensábamos de épocas superadas porque provenían de ideologías totalitarias, falangista-jonsistas o comunista-estalinistas. Aunque, a tenor de los autores, parece que, de ámbos orígenes, hayan confluido hacia el mismo objetivo, una nueva especie de maccarthysmo.
Hoy, me voy a referir al término "comunidad nacional", que algunos indocumentadamente afirman ha sido obra de los nacionalismos, mayormente catalanes o vascos, o de los socialistas, también vascos o catalanes, que hacen seguidismo de los primeros. Otros, sin el menor pudor, hacen alardes de doctrina comparada, mencionando a aquellos políticos totalitarios, que en España, Italia o Alemania, lo bastardearon para que en nombre de una exarcebación nacionalista de la nación hegemónica o dominadora borrar y reprimir cultural, política y hasta físicamente a las minorías nacionales de los nuevos "imperios" (hable la lengua del Imperio), de los nuevos Reich o del Estato Novo.
Otros, sin pudor, hacen alardes de doctrina comparada, mencionando a políticos totalitarios
El término "comunidad nacional" aparece de la mano de los austromarxistas
Si no nos equivocamos el término "comunidad nacional" aparece por primera vez, no de la mano del austríaco y fundador del nazismo Hitler, sino de los austromarxistas, que no eran nazis, sino socialdemócratas, por lo tanto, tampoco marxista-leninistas o bolcheviques. Los socialdemócratas austríacos que tenían en su propia casa, en el vasto Imperio Austrohúngaro, la difícil problemática de la cuestión de las nacionalidades tuvieron que analizarla en profundidad y sentar unas bases teóricas para ello. Fueron, sobre todo, Karl Kautsky, Otto Bauer y Karl Renner.
El primero creó que murió antes de la anexión del nacionalsocialismo alemán de Austria; el segundo se escapó a tiempo y falleció en el exilio en París el año 1938; Renner fue canciller de la primera República austríaca entre 1919 y 1920, cargo que volvió a ocupar, hasta su muerte en 1950, tras la derrota de los nazis y fascistas. Utilizar citas de estos últimos para hacer "doctrina comparada", ignorando a los autores del término, que para más inri fueron perseguidos por Hitler, además de ignorancia supina, supone hacer un escarnio a ellos, manipular tramposamente la historia de las ideas y ayuda muy poco a resolver democráticamente nuestros conflictos políticos. Es lo que han hecho o tratado de hacer a lo largo de la historia los totalitarios.
El año 1899, Karl Renner, en su obra Estado y Nación ensaya el concepto de comunidad nacional. El debate con sus compañeros Kautsky y Bauer tiene variantes y matices importantes, porque no pensaban exactamente igual sobre la definición de nación, nacionalidad, pueblo, estado, etcétera. Pero cuando Bauer presentó en 1906 su tesis doctoral en la Universidad de Viena y año siguiente publicó su obra principal La cuestión de las nacionalidades y la socialdemocracia sabía lo que decía en la siguiente nota: "Hablar de nación suiza indica una confusión entre pueblo de un Estado y nación -cuando en realidad se trata de la pertenencia a un Estado suizo- y proviene de la errónea idea de que una comunidad de carácter es ya una nación..." Y continuaba Bauer: "Así pues, podemos definir la nación como comunidad de carácter que se constituye a partir de una comunidad de destino y no a partir de una suerte semejante. De ahí la importancia de la lengua para la nación". Ya Renner, pocos años antes, cuando desarrollaba el concepto de comuna nacional >distrito nacional >comunidad nacional, indicaba "que también sería sujeto jurídico del derecho público y privado... Si se quiere resolver el problema de las nacionalidades, escúchese a las naciones". El traductor y comentarista de la obra de Renner, cuyo título completo merece reseñarse: Estado y Nación. A propósito de la cuestión austríaca de las nacionalidades. Estudio de derecho público sobre los principios posibles de una solución y los presupuestos jurídicos de una ley de nacionalidades, J. M. Colomé, dice entre otras cosas: "En todos sus trabajos, Renner defiende el Estado supranacional (plurinacional, diríamos ahora) basado en la federación de nacionalides autónomas, como una necesidad geográfica y económica y, aunque en algunas ocasiones, emplea la expresión derecho de autodeterminación , lo hace en el sentido de autonomía cultural... Su enfoque de la cuestión nacional es siempre de tipo jurídico, posiblemente con más influencias lassallianas que marxistas".
"Si no se elige esta fórmula para resolver el problema, sólo queda la otra", escribió Renner. Presumo que se refería a la resolución por la fuerza y/o a la ecuación Estado=Nación o "Etat-Nation" jacobino francés, cuyos malos resultados en este Estado, España, ya lo sabemos, sobre todo en el alzamiento militar franquista, apoyado por los presupuestos ideológicos de José Antonio Primo de Rivera, Ledesma Ramos y Onésimo Redondo, éste con sus Juntas Castellanas de Acción Hispánica, de nacionalismo pancastellanista, prohibiendo, de raíz, cualquier otra lengua nacional, distinta a la del "Imperio", en todo el sistema educativo, en todas las administraciones, en todos los medios de comunicación y hasta en las lápidas de los cementerios. Hay que recordarles a los que efectúan esas comparaciones espurias que la apropiación del término comunidad nacional a sus creadores, los socialdemócratas austríacos por el trío mencionado, sirvió además de para su instrumentalización totalitaria nacional fascista, para derribar con sangre y fuego el orden constitucional democrático de la II República española y también de los gobiernos autonómicos legítimos de Cataluña y Euskadi.
Algún sucesor de aquél que todavía en 1976, se mostraba, como máxima autoridad provincial, remiso a reconocer a la ikurriña con su nombre, llamándola bicrucífera, teme que se pretende "construir comunidades nacionales en media España". Si hubiese leído El pensamiento político del galleguista Castelao hubiera contado con él cuatro naciones, la gallega, la vasca, la catalana y castellana. Castelao no confundía Castilla con España, y sabía distinguir las nacionalidades, de las regiones o de los "reinos". Esa confusión conceptual vuelve a renacer y su "mezcla" con las 17 comunidades autónomas es otra historia interesada, interesada en agitar los miedos de una improbable quiebra de la unidad del Estado, cuestión que ni los mejor informados del CNI aseverarían. La unidad nacional es otra cosa.
Sobre la falsedad histórica y conceptual de que "Euskal Herria es un término de marcado tinte nacionalista" que hemos leído esta semana, volveremos otro día. Es que muchos comentaristas no se documentan nada.
José Luis Lizundia es académico de número de la Real Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia, fue vicepresidente de la Comisión de Educación y Cultura del Parlamento Vasco y, posteriormente, portavoz de EE en las Juntas Generales de Vizcaya, hasta 1994.
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