Jugar con fuego
Arnaldo Otegi le ha puesto boca arriba al lehendakari Ibarretxe todas sus estrategias al apoyar la propuesta de Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi. No estaba en el guión ni de él ni de casi nadie que la ilegalizada Batasuna diera luz verde ayer en el pleno del Parlamento vasco al plan soberanista auspiciado por el Gobierno tripartito (PNV, Eusko Alkartasuna y Ezker Batua). Pero el líder batasuno le sorprendió con una jugada de pícaro, que muy posiblemente provocará la muerte del llamado plan Ibarretxe, pues será rechazado por las Cortes Generales por inconstitucional, al tiempo que meterá presión al PNV para conseguir que el partido de la izquierda abertzale participe en las elecciones autonómicas del próximo mayo. Ibarretxe sabía que jugaba con fuego ...y se ha quemado.
Otegi le ha gastado aparentemente una muy mala pasada al tripartito, pero sobre todo al propio Ibarretxe, quien daba por asumido que los seis diputados de Socialista Abertzaleak (SA), el grupo parlamentario de la ilegalizada Batsuna, votarían en contra y por consiguiente su plan no contaría con la mayoría absoluta, fijada en 38 votos. Pues bien, logró 39. En su insólita defensa de cómo se adjudican tres votos a una opción y tres a la contraria, Otegi dejaba claro, por si hiciera falta, su reto: un triple sí "a Euskal Herria, a la autodeterminación y a un gran acuerdo que permita abrir las puertas para superar el conflicto", pero un rotundo y triple no "a los errores de hace 25 años", en referencia al Estatuto de Gernika.
Para Otegi, todos los males vienen del Estatuto de 1979 -ahora sí se puede decir que ha muerto tras lo ocurrido ayer-, y propone que sean los propios vascos quienes decidan su futuro. Es decir, nada de pactar con Madrid, sino de apostar por una estrategia rupturista y de reunir en una mesa de negociación a todas las fuerzas vascas para marcar las propias reglas, que contemplen directamente la independencia.
Se trata de una auténtica perversión, pues en cierta manera le obliga a Ibarretxe a comprometerse mucho más de lo que deseaba, a ir más allá de lo que busca su reforma estatutaria -"una relación de amable convivencia" con el Estado español-, porque para la izquierda abertzale su plan no sirve. No se puede descartar que el golpe de teatro de ayer pueda esconder algún acuerdo secreto entre peneuvistas y batasunos. Algunas señales de deshielo se habían producido tras el mitin de Otegi hace un mes en Anoeta, en el que anunciaba que había llegado la hora del diálogo mientras ETA ponía una bomba en un cuartel.
Pero, con o sin enjuagues, la conclusión del debate parlamentario es que el plan Ibarretxe sale lastrado por el apoyo -bastante engañoso- de un partido que fue ilegalizado por su vinculación a las actividades terroristas de ETA. Y eso la ciudadanía vasca debería tenerlo en cuenta. Ya de por sí resulta un insulto a la democracia que Otegi no criticara en ningún momento de su intervención la violencia etarra, que se refiriera a los presos y las torturas, y que incluso se permitiera dar lectura de un mensaje del fugado diputado batasuno Josu Ternera, perseguido por su presunta responsabilidad en el atentado contra un cuartel en Zaragoza en 1987 que causó la muerte de once personas, cinco de ellas niños.
¿Y ahora qué? Teóricamente, el plan debe ser remitido a las Cortes Generales para su aprobación como ley orgánica. Está ya descartado que pase, pues tanto el PSOE como el PP ya han manifestado que votarán en contra por considerarlo anticonstitucional. En su idea inicial, cuando lo formuló hace tres años, Ibarretxe habló de abrir simultáneamente una negociación con el Gobierno que no rebasara los seis meses y someter luego a consulta popular de la ciudadanía vasca su plan, con o sin acuerdo de las Cortes e infringiendo la ley. Anoche mismo llamó al jefe del Gobierno, Rodríguez Zapatero, para solicitarle la apertura de negociaciones. Antes del golpe de efecto de Otegi, el lehendakari volvió a subrayar en el Parlamento que la consulta se haría. Posiblemente se haga en un futuro, pero con otro plan. Además, nadie excluye que el voto sea invalidado y considerado ilegal al haber sido logrado con el respaldo de un partido ilegalizado.
Desde ayer, el guión cambia, y para mal, para Ibarretxe. El PNV y su socio EA habían cerrado días atrás un acuerdo para volver a concurrir en coalición a las elecciones de mayo, junto con Ezker Batua, llevando el plan de reforma estatutaria, que presuponían iba a ser derrotado en el Parlamento de Vitoria, como eje programático y esgrimiendo la celebración de un referéndum a fecha fija como cebo para seguir atrayendo votos de Batasuna. Pero los tiempos no los marca él, sino Otegi.
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