Porrazos sin afeites
Ya desde la primera secuencia de esta acelerada, entretenida peripecia, en la que se ve a un grupo de personas trepar por un frondoso árbol en pos de un trofeo que está en su copa (la cosa tiene también algo de fiesta religiosa), se intuye que algo no es como debería, o para decirlo con más propiedad, que algo es diferente a lo que estamos acostumbrados a ver cuando asistimos a una película de artes marciales: la gente se cae del árbol hacia el suelo y se golpea salvajemente contra la tierra, y ya no vuelve a levantarse, o cuando lo hace, es con gestos de un dolor que no se puede imitar fácilmente. Y enseguida entendemos de qué va la cosa: lo que veremos durante el desarrollo de Ong bak, el guerrero muay thai son mamporros sin efectos especiales, gente sencillamente dándose tortas, combates no amañados.
ONG BAK, EL GUERRERO MUAY THAI
Dirección: Prachya Pinkaew. Intérpretes: Tony Jaa, Petchtai Wongkamlao, Pumwaree Yodkamol, Suchao Pongwilai, Rungrewee Barjindakul. Género: aventuras, Tailandia, 2003. Duración: 108 minutos.
Esa sensación de autenticidad del porrazo es tal vez lo más curioso de esta película trepidante, pero no es lo único. De hecho, dotado de un ritmo endiablado, con persecuciones de angustiosa efectividad y combates sin tregua, el filme es un entretenido engendro aventurero al que una estructura conocida (un poderoso gángster roba una estatua a la que el pueblo, desprotegido, venera, y sin la que se considera desgraciado; alguien deberá viajar a buscar la estatua, localizar al malvado y recuperarla, y sólo podrá confiar en sus artes de combate para hacerlo: la pureza del joven guerrero enfrentada a la codicia y la maldad del mundo) no le condiciona en absoluto.
Tampoco hay que pedirle, no obstante, más de lo que se propone, que es sólo entretener, en la vieja lógica del combate coreografiado importado de Hong Kong y de las películas de Bruce Lee y sus golpes de kung fu.
Los amantes de ese tipo de espectáculos tienen asegurada la diversión, al tiempo que entrarán en contacto con un tipo de lucha ancestral, el muay thai, tan espectacular como plástica, que es algo así como el toque de originalidad que la película, de procedencia tailandesa, por cierto, propone a sus seguidores.
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