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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Vergüenza e indignación

Son las once de la noche del día 26. Mis hijos han estado 11 horas "atrapados" en las garras de la carretera de Madrid a Burgos. Yo he pasado el día al pie de las noticias, de las agencias por Internet, de la información de la DGT..., para poderles informar.

A estas horas, 23.40, la web de la DGT se permite el lujo de tener datos en la A-1 de ¡las 12.52! Es el colmo. He llamado durante todo el día al teléfono 900 de información de la DGT y siempre comunicaba, hasta las 22.00 en que, sencillamente, han debido desentenderse del ciudadano conectando el fax. He llamado a distintas horas al Ayuntamiento de Burgos, a la Policía Municipal y a Protección Civil de Burgos, pero nadie contestaba.

Espaciadamente, para no agotar la batería del móvil de mis hijos, les iba transmitiendo las noticias de agencia: "El Ejército está ayudando a la evacuación de los automovilistas", "Se están distribuyendo alimentos y mantas", "Dos todoterreno con voluntarios de la Cruz Roja atienden a los atrapados"... Y mis hijos han dicho que allí no ha aparecido nadie. Son las 23.50. Acaban de llegar a Burgos y sólo les separaba de esta ciudad un puñado de kilómetros.

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¡Pero de qué van las autoridades competentes! ¿Es que no tuvieron bastante con lo ocurrido en febrero para prevenir y saber controlar sus efectivos?

¡Qué vergüenza! Sí, han dado cuenta las agencias de que hasta el mismo Zapatero estaba constantemente al tanto de la "gravísima situación". Pero, claro, todos los que tenían que haber estado trabajando con ahínco para solucionar cuanto antes la situación han debido estar arrellanados en sus buenas butacas hogareñas reponiéndose de las fatigas de estas fiestas. Esto es lo vivido por una madre, al fin y al cabo, tan sólo "sufridora en casa".Espero ahora que alguno de los afectados narre sus vivencias, haga llegar sus quejas hasta las máximas instancias y, si los responsables aún tienen un atisbo de vergüenza, cesen en sus cargos a quienes ya han demostrado por segunda vez que no tienen capacidad para ostentarlos. O que ellos mismos dimitan, ya que les pagamos todos y podemos y debemos exigirles que la tengan.

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