El reconocimiento del valor

En la carta publicada en EL PAÍS el pasado 22 de diciembre (El valor del reconocimiento), Félix Ovejero Lucas nos recuerda que en Cataluña una parte de la población de lengua materna castellana considera que su lengua habitual es el catalán.

El dato es correcto. Pero atribuirlo a la política lingüística que se viene practicando en Cataluña desde la transición no es histórica ni sociológicamente exacto.

La adopción del catalán por parte de castellanohablantes (o de sus descendientes) es un proceso muy anterior a la puesta en marcha de dicha política lingüística, y responde más bien al valor del catalán para la movilidad social ascendente y, en general, para una integración social de calidad. Algo muy parecido a lo que sucede con muchas otras lenguas en muchas otras partes del mundo.

Es una lástima que en lugar de glosar la posible bondad del reconocimiento de las diferentes lenguas españolas por parte de las instituciones centrales del Estado, Ovejero prefiriera destinar la carta a exhibir su desacuerdo con la política lingüística de su comunidad autónoma.

Una política lingüística que no produce los efectos que le atribuye y que, en cualquier caso, halla su fundamento último en la Constitución española, tal como ha manifestado en más de una ocasión nuestro Tribunal Constitucional.