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Arabia Saudí acusa a Libia de planear el asesinato de su príncipe heredero

Arabia Saudí anunció ayer que ha retirado a su embajador en Libia y ha exigido al representante diplomático libio que abandone Riad, después de acusar al régimen de Muammar el Gaddafi de montar un plan para asesinar al príncipe heredero saudí, Abdalá bin Abdelaziz. Las acusaciones fueron oficialmente aireadas en una conferencia de prensa del ministro saudí de Asuntos Exteriores, Saud al Faisal, pese a que el supuesto plan de asesinar a Abdalá, gobernante de facto del país, fue desvelado en junio pasado.

El Gobierno libio mostró ayer su sorpresa por la decisión de las autoridades de Riad de retirar a su embajador e insistió en que no existe ningún plan para asesinar al príncipe saudí. "Estamos muy sorprendidos. Si la llamada [del embajador saudí] se debió a las falsas afirmaciones de que Libia pretendía asesinar al príncipe heredero, eso ya fue negado y se comprobó que era falso", señaló el Ministro libio de Asuntos Exteriores, Hasouna Chaouch, a la televisión por satélite qatarí Al Yazira.

La medida del Gobierno saudí no ha llegado hasta la ruptura total de relaciones diplomáticas entre ambos países, pues las embajadas seguirán abiertas para permitir a los musulmanes libios peregrinar a La Meca a finales de enero. El Gobierno saudí, "por aprecio al pueblo libio, y pese a lo horrible de lo sucedido, limita su acción sólo a estas medidas", dijo Al Faisal.

Dos agentes

El ministro no dio detalles sobre el supuesto plan, desvelado en junio pasado por la prensa -primero por el diario estadounidense The New York Times y luego por el árabe Al Hayat-, y cuya existencia no fue negada desde Riad, pero sí desde Trípoli. Según las versiones periodísticas, el régimen libio envió a dos agentes a Arabia Saudí para atentar contra el príncipe, uno de los cuales fue descubierto en Egipto antes de llevar a cabo su plan, y extraditado a Arabia Saudí. El plan fue más tarde confirmado por Abderramán al Amudi, un islamista estadounidense detenido y condenado el pasado octubre a 23 años de cárcel tras declararse culpable de aceptar cientos de miles de dólares para servir de intermediario entre el régimen libio y disidentes saudíes.

También ayer, un disidente saudí, Saad al Faqih, fue señalado por el ministro como vínculo con el régimen libio, si bien el ministro no llegó a acusarlo de ser el encargado de ejecutar el supuesto plan de asesinato. Esta acusación a Al Faqih se produce después de que el disidente saudí -uno de los más prominentes, exiliado en Londres- haya sido incluida en una lista de terroristas del Departamento del Tesoro de EE UU. La institución estadounidense explicó que la medida obedece al hecho de que Al Faqih y otro compatriota también exiliado, Adel Batergi, colaboran con la red terrorista internacional Al Qaeda.

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