Garzón cree que dos islamistas detenidos iban a atentar en España por la guerra de Irak
El juez investiga qué hacían cerca de la central nuclear de Guadalajara el pasado septiembre
El juez Baltasar Garzón envió ayer a prisión incondicional a cuatro de los cincos islamistas detenidos en el curso de la Operación Nova, dos de los cuales, Khalid Zeimi Pardo y Mohamed el Ouzzani, participaron en reuniones con varios de los autores del 11-M, junto a los que acordaron atentar en España como represalia por haber entrado en la guerra de Irak y haberse convertido en "enemiga del islam". Garzón trata de aclarar por qué El Ouazzani y Zeimir Pardo se encontraban en septiembre de 2004 en las inmediaciones de la central nuclear de Guadalajara con una cámara de fotos.
Según el auto de prisión incondicional dictado ayer por la tarde por el juez Garzón, el marroquí El Ouazzani y el español de origen marroquí Zeimi Pardo fueron sorprendidos por la policía el pasado septiembre en las inmediaciones de la central nuclear de Guadalajara con una máquina de fotos "y en circunstancias no suficientemente aclaradas en este momento procesal".
Para entonces, ambos habían participado en reuniones de corte extremista islámico, en las que se habían proyectado vídeos y discos compactos con contenidos alusivos a la yihad o guerra santa islámica.
Khalid Zeimi se incorporó en febrero de 2003 al grupo islamista formada en Madrid en 2002, íntimamente relacionado con Mustafá Maymouni, Amer el Azizi, Said el Berraj, buscados por los atentados del 11-M; Rabei Osmán el Sayed, Mohamed el Egipcio, extraditado por Italia como presunto cerebro de los atentados, y con Sirhan el Tunecino, uno de los presuntos autores de la masacre y que se suicidó en Leganés.
Las reuniones celebradas desde febrero y hasta mayo o junio de 2003 se celebraban en la tienda de Faissal Allouch, también imputado en los hechos, y a las mismas asistían Said Barraj, Said el Mensajero; Samir Ben Abdellah, el emir de Alcorcón (Madrid), detenido el pasado 22 de noviembre; Serhan El Tunecino, y Basel Ghalyoun, en prisión acusado de ser uno de los autores materiales del 11-M, además de El Ouazzani.
Los integrantes de la célula se juntaban en varios domicilios de Madrid, en reuniones que duraban seis u ocho horas en las que veían cintas de vídeo con sermones y escenas de la yihad. El material era controlado por el emir Mustapha Maymouni, actualmente preso en Marruecos y al que se relaciona con los atentados de Casablanca.
Los integrantes de la célula "se preparaban para la yihad en cualquier país del mundo, incluido España, a la vez que defendían los planteamientos ideológicos salafistas del Takfir Wal Hijra y de Salafia Jihadia".
Las razones que argumentaban para defender la yihad, según Garzón, eran que los musulmanes "eran perseguidos por los incrédulos, principalmente de Inglaterra, Estados Unidos y España, por lo que tenían que hacerles sufrir mediante la explosión de bombas, robándoles, inmolándose o de cualquier otra forma que les hicieran daño en cualquier punto de la tierra".
La financiación del grupo se proyectó con aportaciones de cada uno de sus miembros y con el dinero procedente de actos ilegales para ayudar a los muyaidin en la cárcel o en cualquier otro punto del mundo. Esta labor la coordinó presuntamente Faissal Allouch.
Garzón reconoce que, aunque estas células presentan aparentemente "una estructura organizativa básica", están dispuestas desde su inicio "a cometer las acciones más atroces, incluidas las acciones suicidas". Ello no impide,según el juez, que los que no han participado en dichas acciones puedan verse libres de responsabilidad, ya que "asumieron la integración y le dieron forma y cohesión".
Racimos abiertos
Garzón explica que el adoctrinamiento inicial se desarrolla "a lo largo del tiempo sobre núcleos de personas que se van abriendo como racimos, en tanto que la acción criminal definitiva no es, para ellos, más que una consecuencia añadida, ya asumida desde el principio como algo "santo" y "purificador".
En un segundo auto notificado ayer, Garzón decreta la prisión de Abdelkader Lebik y Brahim Amman, quienes formarían parte del "Grupo de Protectores de la Corriente Salafista", relacionados con Mohamed Tarahoui, detenido como presunto integrante de la célula islamista desarticulada en Cataluña en el curso de la Operación Lago. Estos dos imputados estarían en un grupo "en fase de formación". El juez dejó en libertad a Abdallah Ibn Moutalib.
Por su parte, el juez Juan de Olmo hizo comparecer ayer en la Audiencia Nacional a Rabei Osmán el Sayed, Mohamed El Egipcio, a quien hizo realizar un cuerpo de escritura en inglés y otro en árabe para comprobar su caligrafía, y al que tomó una muestra de saliva para obtener su ADN y compararlo con una treintena de restos genéticos sin identificar aparecidos en los escenarios donde se planificaron los atentados del 11-M. Del Olmo interrogó al vigilante de la mina Conchita, Emilio Llano, preso desde junio, sobre los libros donde se registraban las entradas y salidas de explosivos.
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