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Reportaje:CRÓNICA EN VERDE

La alegría de la tierra

Andalucía encabeza la investigación sobre el uso del compost en agricultura y jardinería

Una buena parte de la basura que los municipios han de gestionar podría reciclarse, sin recurrir a sofisticadas técnicas, para obtener un abono orgánico de gran utilidad para la agricultura o la jardinería. El compost, como se denomina a este abono natural, se obtiene a partir de los residuos orgánicos presentes en la basura doméstica, aunque también pueden usarse para su elaboración restos de podas, desechos agrícolas o lodos procedentes de las depuradoras de aguas residuales. Todos estos elementos se someten a un proceso controlado de descomposición que da como resultado un material rico en elementos indispensables para los vegetales, libre de patógenos y estable, lo que facilita, a un precio reducido, numerosas aplicaciones.

El procedimiento para obtener compost, y sus ventajas como abono, se conocen desde antaño y, sin embargo, éste es un producto que no goza de muy buena reputación a pesar de que en Andalucía los suelos agrícolas suelen requerir aportes de fertilizantes artificiales que, en la mayoría de los casos, no están elaborados a partir de materia orgánica. Estos productos químicos terminan originando graves episodios de contaminación, como es el caso de los muchos acuíferos cuyo aprovechamiento se ve limitado por la elevada presencia de nitratos.

A juicio del Ministerio de Medio Ambiente, que ha analizado el mercado del compost en España, este rechazo se debe a una política comercial poco clara y aún menos exigente. "Existe un alto grado de dispersión en las calidades y confusión en cuanto a especificaciones técnicas y aplicaciones", afirma el estudio del Ministerio. Dicho de otra manera, bajo la denominación de compost, y ante la ausencia de normativa al respecto, se venden multitud de productos, algunos de muy baja calidad, en los que se mezclan diferentes elementos de propiedades dispares.

Y, sin embargo, como demuestra el análisis del Ministerio, en España la demanda potencial de compost supera a la oferta, sobre todo en las regiones del sur de la Península, donde el papel que podría desempeñar este abono natural se viene cubriendo con turbas procedentes de mercados extranjeros.

En estas circunstancias, el Gobierno andaluz decidió embarcarse, hace casi cuatro años, en un ambicioso programa Life-Medio Ambiente, tutelado por la Unión Europea, que buscaba, precisamente, dignificar este producto en Andalucía y el Algarve portugués, demostrando las ventajas de todo tipo que puede reportar su uso a gran escala. Con un presupuesto total que ha rozado el millón de euros, las consejerías de Medio Ambiente y Agricultura, junto con otros 10 socios entre los que figuran tanto organismos públicos como empresas privadas, han puesto a punto las técnicas más sencillas, eficaces y económicas para elaborar tres tipos de compost diferentes, todos ellos de alta calidad.

Podas y lodos

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Los tres abonos incorporan, como materia prima común, residuos orgánicos procedentes de la basura urbana. La distinción entre un producto u otro nace de los diferentes desechos que se añaden y de sus proporciones, y aquí intervienen los restos de podas realizadas en zonas verdes así como los lodos originados en las depuradoras de aguas residuales.

Las altas temperaturas que, de forma natural, se obtienen durante el proceso de fermentación de estos desechos hacen que se neutralice cualquier agente patógeno, de manera que el producto final no entraña riesgos para la salud. Tampoco aparecen metales pesados por encima de los niveles autorizados, de manera que pueden realizarse todo tipo de aplicaciones en agricultura o jardinería.

Los múltiples ensayos sobre el terreno han puesto de manifiesto la bondad de estos abonos. En cultivos intensivos de regadío y hortícolas en invernadero, los compost han servido para sustituir al estiércol con incrementos de producción interesantes.

En semilleros hortícolas, viveros forestales y ornamentales, el compost ha servido para sustituir, en parte y a menor precio, a las turbas que suelen emplearse en dichas aplicaciones. En el caso de algunas plantas ornamentales típicas de la región andaluza, como cipreses, jacarandas o buganvillas, el uso de este abono orgánico ha mejorado el vigor y la resistencia a las plagas de las diferentes especies, disminuyendo su ciclo de cultivo hasta en un 20% con la correspondiente reducción de gastos.

Igualmente llamativos son los resultados que se han obtenido con aquellas especies características del bosque mediterráneo, algunas de las cuales se vienen utilizando en las repoblaciones forestales. Matorrales como el lentisco o la adelfa, a los que se aplicaba compost durante su cultivo en vivero, incrementaban su altura en más de un 300%, y también se han anotado mejores tasas de crecimiento en algarrobos, alcornoques, encinas y pinos piñoneros plantados en diferentes tipos de suelos.

sandoval@arrakis.es

Basura útil

El compostaje es una de las fórmulas más razonables para disminuir el volumen de las basuras urbanas, uno de los problemas que más quebraderos de cabeza origina a los ayuntamientos andaluces. Durante 2003 se originaron en toda la comunidad autónoma cerca de tres millones y medio de toneladas de residuos sólidos urbanos. La mitad de este impresionante volumen de basura corresponde a materia orgánica que puede destinarse a la fabricación de compost.

De hecho, según las estadísticas de la Consejería de Medio Ambiente, casi el 80% de los desechos urbanos de la región se someten ya a algún proceso de reciclaje en el que está presente la fabricación de este abono, aunque todavía van a parar a los vertederos controlados, sin ningún tipo de tratamiento, cerca de 600.000 toneladas de residuos al año, y más de 80.000 toneladas se siguen arrojando a vertederos incontrolados.

Según los cálculos efectuados durante el desarrollo del proyecto Life dedicado al compost, la elaboración de este material, y su posterior venta, proporciona ahorros de hasta un 15% en la gestión de las basuras urbanas, lo que supone que, frente al vertido controlado, esta opción es capaz de reducir los costes de manejo de los desechos en unos cuatro euros por tonelada. Trasladando estos cálculos a una provincia de tamaño medio, como Córdoba, la aplicación del compostaje a todas sus basuras urbanas supondría un ahorro anual superior al millón de euros.

En la actualidad, la producción de compost está concentrada en 13 plantas, que utilizan residuos urbanos, y dos depuradoras de aguas residuales que aprovechan los lodos resultantes de esta operación.

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