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Reportaje:

¿Pueden venir?, me han pintado

Un equipo limpiará los grafitos y pintadas de las paredes de Barna Centre cuando les avisen los comerciantes

Lavar la cara de las fachadas que de la noche a la mañana lucen todo tipo de grafitos y pintadas cuesta entre 15 y 75 euros, en función del tamaño y de la dificultad. El año pasado, el Ayuntamiento de Barcelona destinó 1,5 millones de euros sólo a borrar de las fachadas el rastro de todo tipo de grafitos y pintadas. Transportes Metropolitanos de Barcelona tuvo que gastar otros 1,5 millones más de euros por el mismo concepto. Y con tendencia a ir subiendo, porque la indisciplina -o gamberrada- va en aumento. Así lo reconoció ayer el alcalde de Barcelona, Joan Clos, en Ciutat Vella, una de las zonas más castigadas por el efecto de los grafiteros, donde prácticamente es imposible mantener la mirada a la altura de los ojos durante varios pasos sin ver ninguna pintada o papeles enganchados en las paredes.

Dos agentes de la Guardia Urbana patrullarán de paisano para pillar a los incívicos

El consistorio ha decidido intensificar las labores de limpieza y también de control. La limpieza, destinando un equipo permanente en la zona de Barna Centre que actuará a demanda de los propietarios de los locales. Los 280 comerciantes del área sufragarán económicamente los costes ya que a ellos les corresponde, según la ordenanza municipal de paisaje urbano. "Cuando avisen al equipo se presentarán y lo limpiarán", explicó el concejal de Mantenimiento, Francesc Narváez.

En cuanto al control, dos agentes de la Guardia Urbana patrullarán de paisano por las calles para pillar a los grafiteros en flagrante. Algo que más allá de intervenir los sprays de turno tiene poca efectividad. No porque no se instruya un expediente sancionador que muchas veces concluye con honerosas multas de hasta 3.000 euros, sino porque no hay forma humana de cobrarlas. Ayer, el intendente mayor de la Guardia Urbana manifestó que este año se habían impuesto 3.000 sanciones por ensuciar las paredes con carteles o pintadas. Pero sancionar no quiere decir cobrar. De las 528 que se impusieron en 2003, sólo se pagaron el 21,1%. "Es evidente que poner multas no es el mejor método. Pero si al que ensucia una pared le enviamos a Collserola a limpiar la montaña, igual le persuadimos más", decía el alcalde, que añadía que para hacer algo así hace falta el visto bueno a la Carta Municipal. La iniciativa municipal fue saludada con satisfacción por CiU con un "ya era hora" y el PP recriminó a Clos haber sido blando con el problema.

El fenómeno no es exclusivo de Barcelona. En Reus -cuyo Ayuntamiento gastó 93.000 euros en 2003 por las pintadas-, la policía local detuvo a un joven de 19 años, Xavier M. P., por ser uno de los grafiteros más hiperactivos: se le adjudican pintadas en más de 60 paredes, informa Oriol Aymí. La autoría es fácil de esclarecer porque el autor deja su marca: un ratón.

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