"El mundo se está convirtiendo en un gran centro comercial"
La experiencia de Alan Griffin en el mundo de los cortometrajes se limitaba a dos películas realizadas en su época de estudiante de cine en Gran Bretaña. No consiguió vivir de la industria de la imágen, pero después de muchas vueltas encontró en Bilbao a personas que le empujaron a coger la cámara 18 años después. El proyecto cuajó en Dos encuentros, una historia de 21 minutos que cuenta la vida de una familia que sobrevive recogiendo la chatarra abandonada en una guerra africana. La película, rodada en Las Bardenas con actores no profesionales, consiguió el Premio del Cine Vasco de la última edición de Zinebi, el Festival de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao.
Pregunta. ¿Qué piensa hacer tras el premio de Zinebi?
Respuesta. En el futuro me gustaría hacer una película con caballos. No tengo todavía nada claro, pero me gustaría volver a rodar en el mundo natural. La experiencia de Dos encuentros, rodada al aire libre en Las Bardenas, ha sido muy bonita. Fotografiar la naturaleza, captar su belleza y sus contrastes es un reto. Estamos pensando en buscar localizaciones en Argentina para un largo; en Europa es muy difícil, sobre todo si es un guión fuera de lo comercial. Se exige siempre que el cine sea rentable. Dos encuentros ha sido una película de indignación con el mundo industrializado; lo próximo será una rebelión. Me gustaría provocar.
P. La mayoría de las películas vascas que compitieron en Zinebi estaban hechas por realizadores jóvenes. ¿La edad ayuda a hacer mejores películas?
R. Si eres un genio vas a hacer algo maravilloso con 23 años, pero si eres normal, y yo me considero muy normal y lento, con 57 años como tengo yo ahora, no tengo tanta ansiedad para contar las cosas. Creo que sé más sobre lo que quiero decir y qué siento. Es más fácil saberlo ahora que hace 30 años.
P. ¿Cómo entiende las diferencias entre el corto y el largometraje?
R. Son muy distintas. En el corto no predomina la narración; es como un fogonazo de la vida que pasa por delante de nosotros. Su encanto es que es breve pero con mucha resonancia. El largo es como una sinfonía, tienes tiempo para contar.
P. ¿Cómo un cuento y una novela?
R. Más bien como la poesía. Un corto es como un poema breve, como el haiku japonés, que en unas líneas evoca un mundo. Un buen largometraje es como un poema épico.
P. Usted ha sido coguionista de Dos encuentros.
R. Puede ser que tenga unas imágenes en la cabeza y trabaje con una persona que pueda crear una historia y darle unas palabras, o que alguien me aporte una historia y yo me meta en ella como cineasta para buscar las imágenes. Yo no tengo el don de crear historias con facilidad. Lo que me fascina es el arte de contar una historia, no la invención de la historia en sí misma.
P. Los cortometrajistas jóvenes se sienten abandonados. Creen que el programa de distribución de cortos Kimuak no es suficiente para echar a andar sus carreras.
R. Seguramente tienen razón, pero vemos lo que ocurre en todo el mundo. ¿Hay apoyo al teatro? No y no sólo son las instituciones; el mundo se está convirtiendo en un gran centro comercial. Mi película habla en parte de eso, de la deshumanización. Todo se hace a base de pelas, estamos en manos de una cultura en la que el dinero es todo. Hay voces en contra, pero necesitamos más. La pregunta es si el cine necesita un apoyo especial. Nadie sabe la contestación; nadie sabe si al final es positivo o negativo. Si se apoya con una cantidad significativa de dinero, porque el cine no es barato, y hay un grupo de gente que puede meter mano en la bolsa, corres el riesgo de que se cree una mafia. ¿Hasta que punto es sano hacer cine con el dinero del Estado? En Irlanda se ha hecho muy bien: el Gobierno se ha volcado en la ayuda a la producción. En Australia el cine despegó en los años 70 gracias a la política de ayudas fiscales a la industria cinematográfica.
PERFIL
Alan Griffin (Melbourne, 1947) es hijo de emigrantes irlandeses. Llegó a Bilbao hace cerca de 15 años para salvar una historia sentimental y aunque fracasó en su objetivo se quedó, "cansado de ser un trotamundos". Estudió Literatura inglesa en Cambridge y Dirección y Guión en la Escuela Nacional de Cine y Televisión del Reino Unido. Su pasión es el cine, pero también el dibujo y la pintura a la acuarela.
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