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Columna
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Acciones Artísticas

La exposición producida por el centro de cultura Koldo Mitxelena y coordinada por Fernando Golvano y Gema Larrañaga es una llamada a la reflexión sobre la creación artística en Euskadi. Bajo el nombre Disidencias otras. 1972-1982 pueden verse, hasta mediado el mes de enero de 2005, lo que subtitulan Poéticas y acciones artísticas en la transición política vasca. En ellas se ofrece una mirada transversal sobre las prácticas artísticas y culturales de aquellos años, marcadas inequívocamente por los avatares sociopolíticos que las envolvieron. Dibujos, grabados, poesía o fotografía buscan nuevos caminos expresivos. Sus autores, quizás de manera inconsciente, emulaban la actitud de las vanguardias creadoras (hoy clásicas) de los años veinte. Venían a romper moldes heredados del pasado y deseaban entrar con vigor en otra etapa de la historia. Se recreaban con imaginarios donde prevalecía la rebeldía, el rechazo a la censura y la aspiración a una libertad con mayúsculas.

Toda una impetuosa actividad que se expresa a través de revistas gráficas de vida efímera, carteles, logotipos reivindicativos, unas pocas galerías de arte y dinámicos colectivos de agitadores culturales. Desde estos parámetros la expresión plástica se adentra en una temática marcada por los acontecimientos políticos y las reivindicaciones populares más variadas. El "arte culto" dejaba paso a las manifestaciones culturales más pedestre. Dentro este convulso panorama, donde quizás las corrientes más dinámicas llegaban desde Guipúzcoa, la escuela de Bellas Artes de Bilbao termina por convertirse en Facultad universitaria.

Entre los numerosos nombres y títulos barajados en la exposición, los siete números de la revista Euskadi Sioux con el eslogan "El terror de lo cotidiano" adoptaron cierto aire lúdico, aunque pesimista, para satirizar sobre los temas más inverosímiles. La cuadrilla heterodoxa de fotógrafos, diseñadores y escritores que conformaban el equipo redactor criticaban las convenciones heredadas aunque también arremetía contra la fatua grandilocuencia manifestada por alternativas nacionalistas y de izquierda, donde una mal interpretada y estulta seriedad, con visos de trascendencia universal, no podía enmascarar su enorme tristeza (pobreza) emocional. Kurpil, Cantil o Cloc fueron revistas con inquietudes literarias aunque envueltas por grafismo impactante. Otro ejemplo curioso, donde se entrelazaban diversas disciplinas artísticas, lo tenemos en Lambroa cuya publicación no pudo superar del primer número. No quiero olvidar a Juan Luís Goenaga y sus fotografías coloreadas para recrear una estética punk, digamos vasca.

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