"El racismo europeo se previene integrando a los inmigrantes"
Franco Frattini (Roma, 1957) es vicepresidente de la Comisión Europea y responsable de Justicia, Libertad y Seguridad. Un par de carambolas han catapultado al jefe de la diplomacia del Gobierno de Berlusconi a Bruselas: primero, la negativa del francés Jacques Barrot, tocado por una condena en su país por financiación ilegal de su partido, a ser nombrado comisario de Justicia; después, el rechazo para ese mismo puesto de su compatriota Rocco Buttiglione a raíz de sus declaraciones homófobas y machistas ante la Eurocámara.
Jurista de prestigio, Frattini redactó las normas que han permitido al presidente italiano y magnate de la comunicación, Silvio Berlusconi, sortear posibles conflictos de intereses. Procede de un Gobierno que registra graves retrasos en la aplicación de las normas que ahora debe impulsar el propio Frattini sobre seguridad (delincuencia organizada y, en particular, terrorismo), inmigración y reconocimiento mutuo general de legislaciones civiles y penales. Pero Frattini ha aterrizado sin complejos en el equipo del portugués José Manuel Durão Barroso, eludiendo hablar del Gobierno italiano y defendiendo pulcramente las políticas comunitarias en su despacho del emblemático edificio del Berlaymont, en Bruselas.
"Lo ocurrido con Buttiglione ha reforzado la capacidad política del Parlamento Europeo"
"Tenemos que reforzar la cooperación de los servicios de inteligencia y policiales"
Pregunta. Es usted el tercer candidato después de Barrot y Buttiglione. ¿Eso le molesta?
Respuesta. Lo ocurrido ha sido muy positivo para el Parlamento Europeo porque ha reforzado su capacidad de acción política. La Constitución europea le da aún más poder a la Eurocámara y a mí me parece bien anticipar esa nueva dimensión política. Ahora hay que contar y hablar más con la Eurocámara, y eso es bueno.
P. ¿Cree que fue justa la decisión del Parlamento de rechazar a Buttiglione?
R. No puedo hacer comentarios al respecto. A los eurodiputados también les pedí en mi comparecencia que no me obligaran a hablar de mi amigo Buttiglione. Inmediatamente me preguntaron si era masón y dije simplemente: no.
P. ¿Por qué no defiende su papel como abogado de Berlusconi?
R. Porque no tengo nada que defender, porque no voy a entrar en una cuestión que compete a un país miembro de la UE ni para ser su fiscal ni su abogado defensor. Yo ahora estoy aquí sólo para representar los intereses de Europa.
P. Tampoco defendió ante la Eurocámara la política italiana.
R. Es el mismo problema. Yo no puedo ser ahora el abogado de mi país. Debo ser el abogado de Europa y, por ejemplo, sobre el retraso en aplicar la orden europea de entrega
[la euroorden; Italia es el único de los Veinticinco que no la aplica todavía] lo que debo hacer ahora es un informe; no sólo sobre la situación legislativa italiana, sino sobre todos los países de la UE. Yo no puedo defender ahora al Gobierno de Italia, sino a Europa.
P. ¿Por qué Italia está tardando tanto en poner en marcha la euroorden?
R. Porque ha habido problemas de constitucionalidad, pero el Senado está a punto de darle luz verde. Debo decir también que hay países que han puesto en marcha una ley nacional para acatar la euroorden que no es capaz de resolver la cuestión que pretende. Son leyes que están vacías.
P. ¿Cree que Europa tiene ya suficientes herramientas comunes para luchar eficazmente contra el terrorismo?
R. Tenemos que reforzar la cooperación entre los servicios de inteligencia y los servicios policiales. Hay muchos recelos entre los países. También debemos asegurar las fronteras. La Agencia Europea de Control de Fronteras empezará a funcionar como muy tarde en mayo próximo. Pero contra el terrorismo no se puede responder sólo policial y judicialmente. Hay que comprometer al mundo árabe en un diálogo cultural y religioso para demostrar que hay posibilidad de acuerdo entre las víctimas de países musulmanes y de países occidentales. Hay que hacer una gran alianza política. Hay que pasar de la emergencia posterior al 11 de marzo a la fase de la estrategia. Hay que aislar juntos a los terroristas que son capaces de matar en nombre de Dios. A los países musulmanes no podemos imponerles nuestro modelo, sino compartir con ellos los valores que tenemos en común y lanzar mensajes en este sentido. Yo lo he hecho cuando era ministro de Asuntos Exteriores. Lo he hecho a las cadenas árabes Al Yazira y Al Arabiya. He hablado en la televisión diciendo que no hay guerra de religiones, sino una exigencia de buscar una estrategia compartida y una solución compartida.
P. Ha hablado usted de nueva estrategia para conseguir una política común de inmigración. ¿En qué va a consistir?
R. Quiero pedir a la sociedad civil -empresas, sindicatos, Parlamentos, ONG- su opinión sobre la inmigración. Yo creo que con sus informes sobre la mesa diciendo que hace falta determinada mano de obra o que la inmigración es buena para aumentar la competitividad tendré más fuerza, más capacidad de persuasión frente a los países que ahora ni siquiera quieren debatir este asunto alegando que son problemas nacionales. [Alemania y Austria son los dos países más contrarios a este asunto].
P. Un reciente informe de la ONU sobre inmigración dice que detrás de la intransigencia política hay, fundamentalmente, racismo del ciudadano europeo. ¿Está usted de acuerdo?
R. Desgraciadamente, hay racismo, sí. Pero el racismo se previene integrando a los inmigrantes y es una buena razón para hablar de problemas como el de las organizaciones criminales que trafican con personas y la ausencia de integración. Hay que evitar lo guetos, como demuestra la trágica experiencia de Holanda.
P. ¿Cree que justamente el racismo puede dificultar las negociaciones de adhesión con Turquía?
R. No lo creo. La propuesta de la Comisión es buena porque incluye la cláusula de suspensión de la negociación cuando haya un paso atrás en el proceso. Es importante dar ahora un mensaje positivo a Turquía para animarla a seguir con las reformas. La vocación europea de Turquía es un elemento estratégico importantísimo para todos. Es un mensaje al mundo musulmán. Es un buen ejemplo de país laico de población musulmana. Hay que empezar por Turquía.
P. ¿Es usted partidario de establecer campos de inmigrantes en el norte de África para controlar su llegada a Europa?
R. Es imposible abordar el asunto de los refugiados sin tener siquiera un procedimiento común de asilo, y tampoco se puede desarrollar esta idea en países que no han ratificado las convenciones internacionales. En cuanto a los inmigrantes económicos, ya hay campos de acogida en países terceros. Europa debe tener la garantía de que hay buenas condiciones de vida en ellos. Cooperar con los países de origen de inmigrantes y con los países de tránsito es esencial para evitar tantas tragedias en el Mediterráneo.
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