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Análisis:ANÁLISIS | NACIONAL
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Terror transnacional

EN SU COMPARECENCIA parlamentaria del pasado lunes, Aznar infirió de la premisa ontológica "todos los terrorismos son iguales" la conclusión determinista según la cual "todos los terroristas al final acaban teniendo conexiones"; el presidente de honor del PP necesitaba ese paso lógico para dar verosimilitud a su afirmación de que las relaciones entre "terroristas etarras y terrorismo islámico" constituyen "un hecho incontestable" y contienen la clave explicativa del 11-M. Porque el ex presidente del Gobierno no cree que los autores intelectuales -quienes planificaron el atentado y decidieron su fecha- "anden en desiertos muy remotos ni en montañas muy lejanas".

La teoría aznariana de la identidad del terrorismo "en todas partes y en todas las situaciones" descansa exclusivamente sobre las motivaciones irracionales de sus agentes: "La causa del terrorismo es el fanatismo, es el deseo de exterminar al otro, es el fundamentalismo de la clase que sea, étnico, nacionalista o religioso; la chispa que enciende el terrorismo es siempre la misma, en cualquier circunstancia" (Ocho años de gobierno, Planeta, 2004). Sin duda, el caracter polisémico del término causa favorece las confusiones provocadas -como en este caso- por sus múltiples significados: desde la bandera justificatoria enarbolada por los terroristas hasta el móvil psicológico que desencadena sus crímenes. Pero la causación de los comportamientos humanos es mucho mas compleja de lo que el simplista diagnóstico de Aznar supone.

Aznar justifica su convicción de que ETA participó en el atentado del 11-M en Madrid con el argumento de que "todos los terrorismos son iguales y al final acaban teniendo conexiones"

Ni la predicada homogeneidad de los impulsos psicológicos o caracteriológicos de los terroristas, ni los criminales efectos perseguidos por sus atentados indiscriminados (sembrar el pánico y la incertidumbre en la población, mostrar la vulnerabilidad de las instituciones estatales), agotan las dimensiones de esa brutal manifestación de la violencia humana. A efectos de la prevención, vigilancia, represión y erradicación de las organizaciones terroristas, la fuente política, ideológica o religiosa de las actitudes fundamentalistas y fanáticas no es -como cree Aznar-un dato indiferente. Los procedimientos terroristas utilizados por los nacionalistas irredentistas (en el Eire, el Estado de Israel, las repúblicanas balcánicas, el País Vasco o Chechenia), los fundamentalistas de las tres religiones del Libro (musulmanes, cristianos o judíos) o los activistas antidemocráticos (revolucionarios o fascistas) tienen mucho en común, pero también ofrecen notables diferencias. Y sería estúpido confundir los condenables intentos de justificar los crímenes terroristas con las pretensiones legítimas de explicar el trasfondo histórico o el contexto socioeconómico y político del terrorismo como paso para combatirlo.

Por lo demás, las eventuales vinculaciones entre organizaciones terroristas en el ámbito transnacional son una hipótesis de trabajo que exige confirmación empírica caso por caso. La peregrina tesis aznariana de que esas posibles conexiones serían la consecuencia predestinada de la identidad ontológica de todos los terrorismos es simplemente grotesca: al presidente de honor del PP sólo le falta defender la existencia de una Internacional Terrorista Planetaria gobernada por un directorio secreto al estilo de los Sabios de Sión o de la Spectra de James Bond. Parece seguro que durante los años setenta y ochenta ETA utilizó campos de entrenamiento en países arabes y compartió información o infraestructuras con el IRA y otros grupos nacionalistas radicales europeos. También se da por descontado que ETA se aprovisiona de armamento y de explosivos en el mercado negro internacional; resultaría absurdo sostener, sin embargo, que el acceso compartido a una fuente de suministros implica la coordinación operativa de todos los clientes para la realización de atentados concertados. Y la pretensión de Aznar de encerrar en el mismo saco -como alianza impía del 11-M- al terrorismo islamista, a ETA, a los enigmáticos pobladores de los desiertos y montañas cercanos, a los socialistas ganadores del 14-M y a la Cadena SER es un ejercicio de amalgama digno de la Inquisición y de Stalin.

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