Los socialdemócratas ganan en Rumania, según las encuestas
El primer ministro y el alcalde de Bucarest se disputarán la presidencia en la segunda vuelta
El Partido Socialdemócrata (PSD) se perfilaba anoche como el ganador de las elecciones parlamentarias de Rumania con una pequeña distancia sobre la coalición opositora de centroderecha, según dos sondeos a pie de urna, ya que los resultados oficiales no se difundirán hasta hoy por la mañana. Estos mismos datos indicaban que el actual primer ministro del PSD, Adrian Nastase, con un 41% de los sufragios, se enfrentará en la segunda vuelta de las presidenciales el próximo 12 de diciembre al alcalde de Bucarest, Traian Basescu, líder de la coalición opositora Justicia y Verdad (DA), que ha logrado un 35%.
Los sondeos auguran un Gobierno de coalición entre socialdemócratas y la minoría húngara
El 'ultra' Tudor queda fuera de la carrera presidencial, pero su partido logra el 13%
Estas elecciones son cruciales para el futuro de Rumania ya que el Ejecutivo y el presidente elegidos serán los encargados de terminar en diciembre las negociaciones con la Comisión Europea para ingresar, en enero de 2007 junto a Bulgaria, en la UE. El programa de gobierno estará marcado por las exigencias de Bruselas: luchar contra la corrupción y la pobreza -los grandes males de Rumania-, continuar con la modernización del país y mantener los indicadores macroeconómicos, sobre todo el crecimiento y el control de la inflación. La buena noticia para muchos rumanos ha sido que, a diferencia de lo que ocurrió en 2000, el líder del ultraderechista partido Rumania Grande, Corneliu Vadim Tudor, ahora reconvertido a un muy poco creíble centrismo, no pasará a la segunda vuelta de las presidenciales, aunque su formación será la tercera fuerza parlamentaria, con un 13% de los votos.
Los sondeos a pie de urna de los institutos Insomar y Metromedia, ambos cercanos al partido en el poder, indicaban que los socialdemócratas, antiguos comunistas, consiguieron entre el 38,9% y el 41%, frente a un 35,2% para los centristas. Hasta ahora en Rumania, el escrutinio ha confirmado los datos de los sondeos a pie de urna. Dieciocho millones de rumanos fueron convocados para elegir 314 parlamentarios, a los que se pueden añadir 18 para las minorías que no logren el 5% necesario de los votos para entrar en la Cámara, y 137 senadores. La participación alcanzó el 65% del censo.
Aunque no ha podido volver a presentarse a la reelección, el presidente socialdemócrata Ion Iliescu, jefe de Estado de Rumania durante 11 de sus 15 años de democracia, ha logrado, siempre según las estimaciones, un escaño como independiente en el Senado. Algunos medios creen que desde este puesto intentará seguir moviendo los hilos de la política rumana y controlando los pasos de su delfín, Nastase. Aunque en Rumania el presidente tiene sobre todo un papel representativo y de árbitro, la influencia de Iliescu desde la caída del dictador Nicolae Ceaucescu ha sido enorme. "Confío en que estas elecciones, que tienen lugar 15 años después de la revolución de diciembre de 1989 y en un momento en que Rumania se prepara para integrarse en la Unión Europea, consoliden los logros alcanzados en los últimos años", dijo el presidente saliente después de votar en un colegio electoral de Bucarest.
"Estos datos demuestran que, tras cuatro años en el poder, los rumanos nos han renovado su confianza", aseguró anoche Nastase en la fiesta de su partido en Bucarest, en una breve intervención que realizó flanqueado por Iliescu. "Seré un presidente rumano para Europa y un presidente europeo para Rumania", agregó. Su contrincante, Basescu, destacó en cambio que ningún partido había logrado la mayoría absoluta y que los datos que manejaba su partido mostraban una distancia más pequeña. "La batalla por Rumania se producirá en la segunda vuelta", clamó en lo que parecía el arranque de la campaña para las presidenciales.
Si se confirman hoy los datos de los sondeos a pie de urna, será necesaria una buena dosis de ingeniería política para formar un Gobierno con un apoyo parlamentario sólido en un momento en que Rumania no puede permitirse el lujo de vivir un periodo de inestabilidad política. Las estimaciones indican que el ministro de Exteriores, Mircea Geoana, se convertirá en el jefe del Ejecutivo frente a su rival de DA, Calin Popescu Tariceanu. Pero no podrá gobernar en solitario. Pactar con el ultra iluminado Tudor es imposible, tanto para Bruselas como para Washington, que a través de su Embajada en Bucarest ha dejado muy claro que cerrará el grifo de las ayudas si esto ocurre. La solución está en que, como ocurrió en 2000, el partido de la minoría húngara (1,6 millones), la Unión de los Magiares de Rumania (UDMR), de Marko Belka, entre en coalición con los socialdemócratas, siempre que el escrutinio confirme el 6% de votos que le atribuyeron los sondeos. Anoche, Belka aseguró que participará "en la integración de Rumania en Europa", insinuando su disposición a entrar en el Gobierno.
La campaña electoral ha sido áspera, con acusaciones cruzadas de corrupción, neocomunismo y ataques personales. Los últimos días algunos candidatos de la oposición y diarios populistas han dejado planear el fantasma del fraude. Sin embargo, al cierre de los colegios, las denuncias de irregularidades por parte de los observadores electorales independientes habían sido mínimas. "Rumania no es Ucrania", titulaba el diario Adervarul (La Verdad), el más leído y prestigioso del país, su editorial del sábado.
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