El mundo en nueve formas
Entre otras muchas cosas, Jorge Wagensberg propone en este libro una teoría general sobre lo bello. Según esta idea, la percepción estética es una forma legítima de conocimiento, aunque más basada en la intuición -es decir, en el instinto- que en la comprensión racional. En la ciencia y en la vida, comprender un objeto significa descubrir qué tiene en común con muchos otros objetos, percibir los ritmos y las armonías que le integran como parte en un todo mucho más amplio. Pero eso no hace bello al objeto. Si además lo vemos bello es porque él mismo está constituido de partes dialogantes, porque está dotado de ritmos y armonías internos: porque él mismo es un todo.
Una pieza musical, por ejemplo,puede ser a la vez inteligible y bella, pero lo será por distintas razones. Si es inteligible es porque comparte su estructura abstracta con muchas otra piezas, y entonces es una polka o un blues. Si es bella es porque sus partes se repiten, se entrelazan y se citan unas a otras, porque toda la canción está en cada frase. Lo mismo cabe decir de los descubrimientos científicos. Si el movimiento de los planetas es inteligible es porque se debe a la misma fuerza -la gravedad- que hace caer las manzanas de los árboles. Si es bello es porque cada una de sus partes -Venus, la Tierra, Marte- contiene la armonía del sistema solar entero.
LA REBELIÓN DE LAS FORMAS. Una original visión de la naturaleza y el arte
Jorge Wagensberg
Tusquets. Barcelona, 2004
318 páginas. 19 euros
La rebelión de las formas, el último libro del físico, escritor y explorador intelectual Jorge Wagensberg, es altamente inteligible, porque integra una profunda reflexión científica -sobre la estructura y la evolución de la realidad- en el gran escenario de la cultura humana, del que la ciencia es sólo una parte. Como escribe Wagensberg: "He aquí el gran mérito de la ciencia: se comprende sin necesidad de intuir. He aquí la grandeza del arte: se intuye sin necesidad de comprender".
Pero La rebelión de las formas
también es un libro bello, porque su gran síntesis de las artes y las ciencias se fundamenta en sólo nueve trazos obsesivos que aparecen una y otra vez como fundamento y explicación de todos los objetos, sean éstos físicos, biológicos o culturales: las nueve formas que generan el mundo.
Cada una de esas formas tiene la misma función en el mundo inerte, en el vivo y en el artístico. La esfera protege, el hexágono pavimenta, la espiral empaqueta, la hélice agarra, el ángulo penetra, la onda comunica, la parábola emite y recibe, la catenaria aguanta y la fractal coloniza. Es la gramática de las formas. Además, y como es preceptivo para que la teoría sea bella, esas formas no son totalmente independientes, sino que se reflejan unas a otras para entonar juntas toda clase de armonías de consumo interno. Si se fuerza a las burbujas a empaquetarse lo más apretadamente posible, resulta un pavimento de hexágonos. Las redondas células vivas hacen lo mismo para construir la piel, y las celdillas para ensamblar la colmena, y los arquitectos para empedrar las aceras.
El resto de las curvas generado
ras de mundos también pueden presumir de nexos genealógicos con la circunferencia. Así, la espiral (una galaxia, un caracol, la cola de un camaleón) es una circunferencia que se aminora. La hélice (el ADN, la trayectoria con que cae una semilla, los mil tornillos que sujetan nuestras vidas) es una circunferencia que se va. La onda (ola, luz, sonido) es una circunferencia desplegada en el tiempo. El sistema de Wagensberg es una conversación entre circunferencias deformadas. De ahí su belleza.
La excepción es la fractal: una curva que es igual desde cualquier distancia. Un helecho o un almendro son fractales porque cada rama tiene la misma forma que la planta entera. También lo es un rayo, y un litoral, y el perímetro de una gota viscosa atrapada entre dos cristales, y un copo de nieve, y el árbol de dendritas de una neurona, y los vasos de nuestro sistema circulatorio y el remate de la Sagrada Familia de Gaudí. Si las fractales no han evolucionado a partir de la circunferencia, como el resto de las curvas del mundo, ¿por qué son omnipresentes en el cosmos? La respuesta está en este libro extraordinario.
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