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Tribuna:LA NUEVA COMISIÓN EUROPEA
Tribuna
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Preservar nuestro modelo social

El comisario comunitario de Empleo, Asuntos Sociales e Igualdad, analiza su compromiso con el modelo social europeo, que cree compatible con una alta productividad, la

El lunes 22 de noviembre ha tomado posesión del cargo la nueva Comisión Europea. Como historiador, me entusiasma ese momento. Es el inicio de una nueva era. La primera nueva Comisión desde que la UE se ampliara a 25 Estados miembros este año, y no sólo me siento honrado por formar parte de ella, sino por tener una cartera clave: Empleo, Asuntos Sociales e Igualdad de Oportunidades. Es una cartera que se encuentra en el epicentro de la campaña de la UE por convertirse en la economía más avanzada, y basada en el conocimiento, del mundo. Hay quien dice que el modelo social europeo es caduco y que deberíamos imitar los modelos estadounidense o japonés para fomentar el crecimiento económico. Sin embargo, al realizar la comparación, uno se da cuenta de en qué consiste el modelo social europeo. Significa no tener que trabajar 15 horas diarias para ganarse la vida; si sus hijos caen enfermos, recibirán el tratamiento adecuado, aunque sus medios económicos sean modestos; y si pierde su empleo, no acabará en la calle. Y recibirá una pensión. Damos por hechas estas prestaciones, pero al compararlas con las de otras partes del mundo, nos damos cuenta de que no son tan evidentes.

No quiero ver a empresas abandonar Europa. Pero debemos tener una población activa adaptable

Nuestro reto es preservar nuestro modelo social, a la vez que garantizamos una alta productividad, una reducción del desempleo y unas condiciones laborales y de vida más coherentes. Estos objetivos fueron estipulados explícitamente en la Estrategia de Lisboa, adoptada en 2000, que en parte está bajo mi competencia y cuya meta es una tasa de empleo del 70% y de un 60% para las mujeres en 2010. Creo que la UE dispone del potencial necesario para lograr esos objetivos. Mi responsabilidad es contribuir a ese proceso en el ámbito de la UE. Permítanme dar algunos ejemplos.

Garantizar la plena portabilidad de las prestaciones sociales.Los ciudadanos tienen derecho a beneficiarse plenamente del mercado interior. Las trabas administrativas deben ser reducidas todo lo posible y, a poder ser, eliminadas. En mayo de 2006 la Comisión ofrecerá un análisis sobre si todavía es necesario el periodo de transición que actualmente limita el libre movimiento de trabajadores de nuevos Estados miembros. Además, deben reconocerse todos los años cotizados, independientemente del lugar de la Unión donde se haya trabajado. Eso también fortalecerá el mercado común.

Apoyar la creación de una población activa adaptable. Wim Kok tenía razón en su reciente informe sobre la Estrategia de Lisboa, al solicitar más trabajos y más crecimiento. Es esencial mantener el trabajo en Europa. No quiero ver a empresas abandonar Europa durante los próximos años. Pero eso significa que debemos tener una población activa especializada y adaptable que pueda seguir el ritmo de una innovación y un cambio continuos. Esto implica ofrecer formación, reciclaje y aprendizaje de por vida. Uno de los instrumentos para lograr este objetivo es el Fondo Social Europeo, que es de mi competencia. Una tercera parte de los Fondos Estructurales de la UE, unos 10.000 millones de euros, se reserva para invertir en formación, colaborar con los desempleados en la búsqueda de trabajo y abordar la discriminación. Las estrategias están dando frutos. Se han creado unos tres millones de nuevos puestos de trabajo para mujeres desde 2000.

La solidaridad debe ir de la mano del crecimiento económico.Cuando nació el euro en 1992, el antiguo presidente de Gobierno español Felipe González estuvo en Maastricht para defender a los cuatro países menos industrializados de la UE. El resultado fue una política de cohesión para Portugal, España, Grecia e Irlanda que dio sus frutos. Ahora que aspiramos a los objetivos de Lisboa, debemos asegurarnos de que Europa mantiene la solidaridad con los miembros más pobres. La estrategia de Lisboa subraya la importancia del progreso tecnológico, la investigación y el desarrollo. Y con razón. Pero teniendo en cuenta el hecho de que los nuevos Estados miembros todavía tienen otras necesidades básicas que cubrir, la UE debería garantizar que pueden beneficiarse apropiadamente del Programa de Lisboa de un modo que refleje sus prioridades actuales. De ese modo ayudamos a reducir la distancia entre los Estados miembros ricos y los más pobres, para que la convergencia social y económica en Europa se convierta en una realidad. Por ejemplo, si la República Checa se ve obligada a elegir entre fondos para estructuras medioambientales o de transporte y fondos para investigación en biogenética, podría no estar todavía en posición de realizar la misma elección que Suecia u Holanda ante las mismas opciones.

Responsabilidad de los Estados miembros y los interlocutores sociales. Las ambiciosas metas del programa de Lisboa sólo pueden alcanzarse si los Estados miembros y los interlocutores sociales afrontan sus responsabilidades comunes junto con la Comisión Europea. Como dije ante el Parlamento Europeo en mi sesión de confirmación, estoy decidido a controlar la aplicación de las recomendaciones y guías estipuladas para cada Estado miembro. Sólo lo conseguiremos si se llevan a cabo acciones sobre el terreno y los ciudadanos tienen una idea clara de lo que se está decidiendo en la esfera europea, nacional y regional.

Estoy comprometido a contribuir a una Europa pacífica, próspera y socialmente más unida que confíe en soluciones europeas cuando puedan ayudarnos a avanzar hacia nuestros objetivos europeos comunes.

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