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Reportaje:

Seducidas por el 'botellón'

Las chicas ya superan a los chicos en el consumo de alcohol, hábito que comienzan con 13 años

Antonio Jiménez Barca

Nadie puede comprar alcohol en Madrid a partir de las 10 de la noche. En ningún sitio. Ni siquiera pedir un bote de cerveza al motorista que trae la pizza a casa. En teoría, la Ley de Drogodependencias y de Otros Transtornos Adictivos (más conocida como ley antibotellón), aprobada en junio de 2002, se redactó para proteger al menor y alejarlo de la tentación de la borrachera. En teoría. Una chica de 13 años, estudiante de segundo de la ESO, contaba el jueves cómo su grupo de amigos se las apaña para comprar una botella de J. B. una tarde de sábado: "Se elige una chica que parezca mayor y la pintamos entre todas, para que parezca que tiene aún más años. Luego va sola a las tiendas de los chinos. Ahí casi nunca te piden el carné". La edad de la estudiante que explica la treta no es ninguna anécdota: un estudio del Plan Nacional sobre Drogas ha revelado que los adolescentes se acercan ya al alcohol a los 13 años (y no a los 15, como en 2002); su sexo tampoco: otro informe de la Agencia Antidroga de la Comunidad de Madrid señala que por primera vez son ya más las chicas adolescentes que beben alcohol que los chicos.

"Ahora la publicidad de alcohol y tabaco se centra en las chicas", dice un sociólogo
"Se bebe para que no te llamen empollona y porque se lleva", dice una adolescente

Los expertos aseguran que no hay un motivo que explique por sí solo estos comportamientos. El psiquiatra Carlos Álvarez Vara, experto en drogodependencias y director de Relaciones Externas de la Agencia Antidroga, apunta una causa general: "La mujer se ha incorporado a la sociedad, cada vez menos discriminativa, y va incorporando todos sus roles". Esto serviría para ilustrar una supuesta igualdad. Pero ¿Por qué las chicas son más?. "Este tipo de fenómenos sociales son lentos y siempre arrastran una inercia inicial. Tenderá a equilibrarse en 10 años", añade Álvarez Vara. Éste resalta los efectos negativos que acarrea este cambio: "La misma cantidad de alcohol es más perjudicial en una chica que en un chico, por razones de peso, de talla y por factores hormonales".

Pilar Triguero, miembro de la junta directiva de la Conferencia Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de España, y madre de dos adolescentes -un hijo de 15 años y una hija de 13-, está convencida de que lo que empuja a las chicas a beber es "que tienen que superar a los chicos en todo". "Hemos llegado tarde a muchas cosas, pero ahora todo lo tenemos que hacer más o mejor que los hombres. Lo sé por mi hija: compite con mi hijo hasta en los deportes que él practica", añade.

El sociólogo Lorenzo Sánchez Pardo, especializado en temas de alcohol, aporta otra idea más: "Ahora mismo, la publicidad de alcohol, sobre todo la que va dirigida a los adolescentes, se centra en las chicas, un mercado hasta hoy inexplorado. Si uno se fija en los anuncios de alcohol y tabaco, siempre aparece una chica en primer plano. El mensaje está claro: 'Da el paso, no te quedes atrás'. Antes, había otro tipo de anuncios. Hay que acordarse de lo de 'Soberano es cosa de hombres'. Eso ya es historia".

Otra razón es fisiológica: "El botellón es muchas cosas, pero también es un ritual de tránsito hacia la adolescencia, es un poco el paso de niño a adolescente. Y las niñas llegan antes a esa etapa de la vida. Por eso se cuentan más niñas", explica Sánchez Pardo. El jueves pasado, en una clase de alumnos de segundo de la ESO de Madrid, una estudiante de 13 años resumió esto último en una frase: "Los chicos de nuestra edad piensan en fútbol; nosotras pensamos en chicos".

Sus compañeras ofrecieron un ramillete de razones que empujan a los menores, y en especial a las chicas, hacia el botellón: "Para hacerse las mayores", dijo una; "Para probar", exclamó otra. "Para que te miren más", señaló una tercera. "Para que no te llamen empollona, y porque es lo que se lleva", resumió una cuarta.

Ninguna de ellas confesó beber con frecuencia, pero todas dieron detalles concretos de cómo se organiza un botellón: "Se juntan unos 20, se van ahí detrás, al parque, detrás de los árboles, donde no se les vea, cada uno pone tres euros, o más, si son pocos, se compran en los chinos las bebidas (whisky J.B., Martini, Coca-cola...) y ya está". "A veces se hacen apuestas, como a ver quién se bebe más tapones de la botella llenos de whisky", precisó otro alunno.

Además de Madrid, existen leyes antibotellón en Castilla y León, Cantabria, Cataluña o Extremadura. La mayoría aprobadas hace más de dos años. Y sin embargo, precisamente desde 2002, según el Plan Nacional sobre Drogas, los adolescentes de 14 a 18 años que confiesan haberse emborrachado durante los días anteriores al estudio son un 40% más.

"La ley no se cumple", asegura José Antonio Martínez, portavoz de los directores de institutos de Madrid. "En los colegios e institutos está prohibido beber. Y me parece bien. Y a veces nos registran hasta los frigoríficos de las salas de profesores. Y me parece bien. Pero luego sales, y a la vuelta de la esquina hay una pandilla de estudiantes bebiendo. Hay permisividad en la calle, por parte de las autoridades, y yo creo que en casa, por parte de los padres".

Pedro Núñez Morgades, Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, anticipa que a la vista de los "alarmantes" datos de las últimas encuestas, está elaborando "una serie de escritos" a las institituciones para que reaccionen ante el problema. "Todavía hay facilidad para acceder al alcohol y el axioma dice que a mayor disponibilidad, mayor consumo; hace falta que los padres se conciencien más, porque con la droga lo tienen muy claro, pero no tanto con el alcohol; y hay que dejar claro que este consumo de fin de semana crea dependencia", añade.

Dos técnicos de la Consejería de Salud de la Comunidad de Madrid, Ramón Aguirre e Iñaki Colón, coinciden en que los padres "deben enseñar a beber a sus hijos", pero que eso "es difícil" y que lo que más prima "es el modelo que vean en casa".

El psiquiatra Álvarez Vara también critica la "excesiva" tolerancia y "permisividad" con la que la sociedad y la familia tratan ahora a los adolescentes. "En ningún país de Europa se permiten los botellones que se permiten en España. Y en España, antes hace 25 años, la familia servía de freno. Existía una autoridad que ahora no se respeta tanto".

¿Pero no estaba desfasado este modelo autoritario de familia? ¿No es preferible otra relación, más cercana, entre padres e hijos?

"Indudablemente", responde el psiquiatra. "Hay que encontrar un equilibrio entre las dos cosas. Pero para eso no venden manuales de uso en el Corte Inglés. Cada familia debe buscar su propio equilibrio".

Jóvenes que practican el <i>botellón,</i> una noche en Madrid.
Jóvenes que practican el botellón, una noche en Madrid.SANTI BURGOS

Mujer y cocaína

Se tardará aún varios años en descubrir los efectos de toda esta espiral de alcohol, adolescencia y fines de semana en la que se desenvuelve el fenómeno del botellón. "Pasa igual con las pastillas de éxtasis. No se sabe todavía qué efecto tendrán sobre el organismo a largo plazo", explica el psiquiatra Carlos Álvarez Vara, director general de Relaciones Externas de la Agencia Antidroga de la Comunidad de Madrid. "En este caso, como el del botellón, los jóvenes están actuando como auténticos cobayas", añade este experto en drogodependencias. Con todo, Álvarez Vara tiene algunos elementos de juicio, y no precisamente positivos: "Ahora se está dando un fenómeno nuevo, y es el reenganche en la cocaína de personas de más 35 o 40 años, profesionales, con hijos, la mayoría para tomar entre amigos... Pues bien: todas las mujeres de estos grupos, que están tomando cocaína, habían tomado alcohol cuando eran adolescentes, cuando el botellón no estaba tan extendido".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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