Rosa Chacel, por fin completa
Como nunca es tarde si la dicha etcétera, tengo que saludar como se debe la feliz culminación de una obra tan ejemplar como infrecuente, la de la edición, en nueve gruesos (no todos) volúmenes, de la obra completa de una de las cumbres de la literatura española del siglo pasado, la gran escritora Rosa Chacel (1898-1994), fallecida hace ahora diez años, y de la que celebramos su centenario hace un lustro. Y a un precio muy adecuado y más bien político, aunque no se haya batido precisamente ningún récord, pues los dos primeros tomos de la serie (que recogían su gran novela, La sinrazón -para algunos la mejor de las suyas-, en el primero, y sus ensayos y poesía, en el segundo) aparecieron en 1989, hay que felicitar a la empresa editora, la Fundación Jorge Guillén, que tan excelentemente dirige en Valladolid el profesor Antonio Piedra, por haber culminado, aun a trancas y barrancas, esta edición, para la que ha contado con la colaboración del hijo y heredero de la escritora y de la estudiosa chaceliana Ana Rodríguez Fischer.
ROSA CHACEL: OBRA COMPLETA (volúmenes VII, VIII y IX)
Edición de Carlos Pérez Chacel
y Antonio Piedra. Prólogos
de Ana Rodríguez Fischer
Fundación Jorge Guillén
Valladolid, 2004
460, 440 y 1.052 páginas
15 euros cada uno
Después volvió esta edición completa de dos tomos más con todos sus "artículos" (1993), algunos recogidos en cuatro libros previos, y luego dos más con otras seis novelas en 2000, con lo que ahora se nos entrega el resto en estos tres tomos finales. En el primero se incluye su narrativa breve, con tres libros de relatos, Sobre el piélago, Ofrenda a una virgen loca e Icada, Nevda, Diada (donde hay textos que brillan con luz propia, como el fantástico y excepcional 'Fueron testigos'), y otro con sus Novelas antes de tiempo, sus textos proyectados, fragmentados e inconclusos que la autora reunió y publicó sin duda por motivos económicos, pero donde, con su habitual precisión, hermosura, sutileza y misteriosa perversión, Rosa Chacel nos entregó muchos de los secretos de su "laboratorio" literario, tan escasamente penetrados hasta hoy.
En el volumen siguiente, el
octavo, se han reunido los dos libros que la escritora dedicó a su propia autobiografía, uno de ellos perfectamente "íntimo" y hasta "interior", Desde el amanecer, publicado por Revista de Occidente en 1972, y el otro muy posterior, Timoteo Pérez Rubio y sus retratos del jardín (1980), texto referido sobre todo a su vida al lado del pintor extremeño de dicho nombre, a quien conoció en 1915 (cuando ambos entraron en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde estudiaba para escultora, su primera vocación), con quien se casó, tuvo un hijo, convivió a través de estancias y viajes por Europa, regresó luego a España y combatieron por la causa republicana (donde él dirigió el salvamento de los tesoros del Museo del Prado), compartiendo después un exilio en Brasil hasta el fallecimiento de él en 1977, y al que ella sobrevivió algunos años más hasta su propia muerte en 1994. Libro espléndido, quizá el más literalmente "autobiográfico", pero que, publicado en el original acompañando al catálogo de una de las últimas exposiciones de la obra final del pintor, incluía reproducciones de sus obras que aquí no existen. Bien es verdad que estas reproducciones no son obra de Rosa Chacel sino de su marido, con lo que esta "ausencia" no es literal, pero quizá se podría complementar más esta edición con otros textos o documentales, recogiendo sus cartas y correspondencia, por ejemplo.
De todas formas quisiera añadir a este comentario del octavo volumen la sensación, tan fascinante como misteriosa, de que Desde el amanecer, la historia de los primeros diez años de la vida de Rosa Chacel, desde su nacimiento en Valladolid hasta su traslado a Madrid diez años después, es una de sus obras maestras, verdaderamente secreta y excepcional, pues es allí, por ejemplo, donde se nos describe cómo su padre la "hizo hablar" a los cinco meses y "aprendió" a leer a los tres años, a ver qué hay que hacer antes, vive el cielo. Pero, en fin, este libro tan misterioso como genial da paso a la existencia de la escritora en su madrileño "barrio de Maravillas" (o de Malasaña), donde podemos seguir sus rastros a través de su gran trilogía narrativa, Escuela de Platón, que la hizo triunfar después hasta el final.
Y queda el volumen nueve y
último, el más grueso de todos, que reúne sus "diarios", aparecidos en 1982 bajo el título de Alcancía en dos volúmenes bajo los subtítulos de 'Ida' y 'Vuelta', y un tercero póstumo, por ella misma subtitulado 'Estación Termini' (1998), en el que trabajaba cuando falleció, tras una breve enfermedad que la había dejado ciega, a los 96 años. Para entonces, ya había recibido algunos premios, como el de la Crítica, el Nacional de las Letras, el de la Comunidad de Madrid, el Ciudad de Barcelona y el de Castilla y León, pero no había conseguido el Cervantes, que merecía de sobra y que todos esperaban o esperábamos, si lo puedo decir así, pues la acompañé casi hasta el final, y se hubiera reconocido del todo la obra excepcional de esta gran escritora, una de las cumbres de nuestra prosa literaria del pasado siglo. Pues, sin el Cervantes, aquí tenemos por fin su obra entera, redonda y completa de principio a fin, pese a que siempre se trató de una escritora incómoda, crítica y autocrítica, como reflejó la repercusión pública de esta Alcancía, siempre igual a sí misma, cuya obra refleja la unidad de un misterio todavía sin revelar, embozado entre la poesía y la filosofía e impenetrable para siempre jamás y que nos seguirá llamando para la eternidad que sólo ella pudo rozar para dejárnosla entre las manos y a nuestro fascinado alcance, una verdadera "alcancía" irrompible de verdad.
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