Segunda República
Bajo el epígrafe Los trabajadores de Sevilla en la Segunda República he asistido a una conferencia en el Alcázar de Sevilla. El disertador, se llama José Luis, realizó una exposición excelente y exhaustiva del movimiento obrero en su lucha sindical y política por mejorar sus paupérrimas condiciones de vida en la monarquía alfonsina y la dictadura del general Primo de Ribera, en una ciudad de más de 200.000 habitantes y bastante industrializada. Ha sido una lástima la poca asistencia de público, con lo necesitados que estamos de recuperar nuestra historia reciente, especialmente del periodo de la República, el golpe militar fascista y los 40 años de la paz y el silencio de los cementerios, y la tergiversación de los hechos por los facciosos que ganaron la contienda al gobierno legítimo de la República.
En el coloquio intenté participar de una forma objetiva e incluso ecléctica. No fue posible. El miedo escénico, consecuencia del estigma indeleble que me atenazó. El dicente es granadino, de Motril, del Mar de Alborán. Prácticamente toda mi familia fueron encarcelados (campos de concentración), incluso un tío paterno fue asesinado... Trataba de comentar lo paradójico de ciertas actitudes de los habitantes de esta bella ciudad y su escasa resistencia al golpe militar para derribar al gobierno legítimo.
Pero más inconcebible es que todavía, en una iglesia basílica, se encuentre sepultado el mayor represor de tan triste periodo de nuestra historia. Pienso que esto debería ser preocupante para los creyentes, no es mi caso, más patéticas resultan las elucubraciones historicistas de un periodista de la COPE, llamado C. Vidal, para confundir aún más. ¡No fueron suficientes 40 años!
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