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SEGUNDO ANIVERSARIO DEL NAUFRAGIO

El fantasma del 'Prestige' sigue vivo en Galicia

Dos años después quedan 700 toneladas de fuel en el petrolero y perdura la desconfianza ciudadana

El viejo petrolero se resiste a entregar su veneno. Aunque parezca increíble, el Prestige aún dispone de fuel con el que seguir asustando a las costas de Galicia. Se trata, según Repsol, de una cantidad insignificante, unas 700 toneladas, lo que cualquier buque que se va a pique se lleva con él al fondo. Sucede, sin embargo, que el Prestige no es cualquier buque. Hoy, cuando se cumplen dos años del accidente que provocó la mayor marea negra de la historia de Galicia, su nombre sigue inspirando las peores pesadillas.

"Desde que supe que el barco se partió", recuerda Víctor Dios, "soñé con la tragedia todas las noches". Lo que no soñó Dios, un apellido muy común en algunas zonas de Galicia, fue que él se convertiría en uno de los protagonistas de la historia del Prestige, una especie de símbolo del enfrentamiento frontal que mantuvieron aquellos días los gallegos con sus políticos. El incidente ocurrió cuando el petrolero ya se había hundido y su fuel amenazaba las Rías Baixas. Dios, acompañado de otros mejilloneros de Illa de Arousa, se había hecho a la mar para ayudar a los vecinos de Aguiño en su lucha contra la contaminación. Cuando llegaron a puerto, mareados, hambrientos, impregnados de fuel, se encontraron con que, a pesar de que ya habían transcurrido 15 días desde el accidente, el Gobierno del PP aún era incapaz de proporcionarles gasolina, ropa limpia, contenedores para descargar el fuel. "Entonces lo reconocí

"Aún sigue la estela del mayor desastre ecológico que ha sufrido España en su historia"
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[a José Luis Torres Colomer, presidente de la Diputación de A Coruña]. Allí estaba él, paseando con su paraguas en la mano, como un cacique, como si todo aquello fuera suyo..., y es que en realidad lo era. Fue entonces cuando reventé y me fui para él".

Dos años después, basta darse una vuelta por Galicia para constatar que la memoria del Prestige se sostiene sobre tres sensaciones encontradas. Una es de pena (las playas negras, los trabajos perdidos, el impacto ecológico incalculable...). La segunda, de orgullo (la respuesta inmediata de la gente, la solidaridad de dentro y de fuera, el Nunca Máis...). La otra sensación es de desconfianza. Durante muchos meses, las noticias con membrete oficial que hablaban del Prestige o eran falsas o no decían toda la verdad... (en un bar del municipio coruñés de Sada todavía se venden, con bastante éxito, unas camisetas con la frase inolvidable pronunciada por Mariano Rajoy el jueves 5 de diciembre de 2002: "Son unos pequeños hilillos que se han visto, cuatro regueros que se han solidificado con aspecto de plastilina en estiramiento vertical").

Aunque el Gobierno ha cambiado, esa sensación de desconfianza sigue vigente. No se olvida así como así una experiencia como aquella. Con motivo del segundo aniversario de la catástrofe, en las calles de A Coruña, las radios y los periódicos cazan al vuelo a los viandantes para formularles la pregunta del millón: ¿Qué cree usted que pasaría si llegase a la costa otro Prestige? Begoña, funcionaria: "Pasaría lo mismo. No se han tomado medidas y los petroleros pasan igual de cerca. Estoy convencida de que todavía queda fuel en el mar". Julio, jubilado: "Sería una catástrofe. No se han tomado medidas. Los políticos prometen, pero no dan dinero". Natalia, estudiante: "Sucedería lo mismo. No se ha hecho nada...". De ahí que el Gobierno del PSOE no sólo tenga que seguir luchando contra las secuelas de la marea negra, sino también -o sobre todo- contra la desconfianza.

La vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, lo intentó ayer tras el Consejo de Ministros. Anunció que se creará un centro para la prevención y lucha contra la contaminación marina y del litoral, y reconoció que "aún sigue la estela del mayor desastre ecológico que ha sufrido España en su historia". La vicepresidenta añadió que, además de las secuelas ecológicas, todavía permanecen las consecuencias económicas sobre centenares de familias. "El Prestige", dijo, "contaminó el agua y las costas, pero también las vidas de muchas familias de Galicia, de Asturias, de Cantabria y del País Vasco".

Según el Gobierno, la catástrofe ya ha costado a los españoles 1.000 millones de euros. Dos años después de que aquel petrolero empezara a verter sus 77.000 toneladas de fuel pesado, la magnitud de las cifras que posee el Gobierno no hace más que corroborar la envergadura del desastre. En la limpieza de la costa afectada se han empleado 1.380.395 jornadas de trabajo, entre personal contratado, soldados y voluntarios. Se han limpiado 786 playas afectadas, de las que se han retirado 90.566 toneladas de residuos (un engrudo muy desagradable formado por arena y fuel). También se ha tratado casi un millón y medio de metros cuadrados de rocas ennegrecidas mediante un sistema de agua a presión. Así y todo, oficialmente quedan todavía 66.000 metros cuadrados con restos de fuel. 60.000 en zonas rocosas (sobre todo de la Costa da Morte) y 6.000 en el Parque de las Islas Atlánticas. A esto, y sólo a modo de resumen, hay que añadir el dinero gastado -más de 100 millones de euros- para extraer el fuel que el petrolero aún guardaba en su interior, a 3.500 metros de profundidad y a 240 kilómetros de la costa gallega. Mediante un proceso muy complejo y costoso, Repsol consiguió retirar 13.000 toneladas de hidrocarburo que se encontraban en los tanques. Sin embargo, y según se ha sabido recientemente, los tanques de popa del Prestige aún contienen unas 700 toneladas de fuel. El mal tiempo, según confirmó ayer un portavoz de Repsol, fue el culpable: "El 25 de octubre nos volvimos a puerto. Las predicciones daban cinco días de mala mar, y en un clima de invierno es muy complicado trabajar allí. Ya tendrá que ser el año que viene. Pero 700 toneladas es una cantidad muy pequeña...".

Sin embargo, cualquier noticia desfavorable, por pequeña que sea, hace saltar las alarmas. La estadísticas y la realidad dan la razón al pesimismo. Dicen los datos que cada cuatro años se produce un naufragio con su correspondiente marea negra en Galicia. Y añaden los hechos que son 50.000 los barcos que navegan al año por el corredor de Fisterra. Uno de ellos era el Prestige, un petrolero obsoleto,una tripulación inexperta y mal pagada, un capitán en la edad de jubilación... ¿Cuántos barcos en condiciones parecidas navegarán este invierno frente a Galicia?

Hay otro dato, no baladí, que también resume estos dos últimos dos años. Son muchas las personas que expresan así un sentimiento: "Nosotros siempre fuimos al mundo, pero nunca el mundo vino a vernos. A lo mejor el Prestige ha servido para que la gente nos conozca". Antes de perder las elecciones, el Gobierno del PP fletó un submarino para que captase imágenes de los fondos marinos. Una medida que soliviantó a los científicos. Su respuesta al Ejecutivo refleja una forma de ser: "Habría que investigar si hay chapapote bajo la capa de sedimentos, no hacer vídeoclips de los centollos".

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