El mundo según Bush (II)
Qué debe esperar la comunidad internacional del segundo mandato de George W. Bush? ¿Qué va a pasar con Irak, con Irán y con Corea del Norte? ¿Cómo va a conseguir este presidente alistar en la guerra contra el terrorismo a los Gobiernos que aún no han digerido su victoria? Bush lanzó el miércoles un mensaje de reconciliación a los estadounidenses y anunció a un país dividido, pero ansioso de salir del enfrentamiento, la apertura de "una era de esperanza". Era obligatorio, después de ocho meses de campaña áspera. Pero tras dos años de todavía más ásperas relaciones con la comunidad internacional, Bush no le dijo al mundo lo que sí dijo a sus compatriotas que no le votaron: "Necesitaré vuestro apoyo y trabajaré para ganarlo. Haré todo lo que pueda para merecer vuestra confianza".
Charles Kupchan: "Habrá más continuidad que cambio, porque Bush valorará esta elección como un gran respaldo a su política exterior"
No hay que confundir la retórica del día de la victoria con la realidad que pondrá a prueba las promesas pero, al día siguiente, también la comunidad internacional tuvo su pequeña mano tendida. Y para el mundo, el mensaje del flamante Bush fue éste: unidad contra el terrorismo: "Todos los países civilizados tiene mucho en juego en esa guerra", dijo, y luego reiteró que hay que pasar la página de la crisis de Irak: "Independientemente de nuestros desacuerdos en el pasado, compartimos un enemigo común. Y tenemos obligaciones compartidas para proteger a nuestros pueblos".
Amigos y enemigos
A un mundo que tan mal le ve, que ahora debe asumir su victoria y que él divide entre amigos y enemigos, Bush le recordó que no puede esperar cambios en cierta filosofía básica: "Con buenos aliados a nuestro lado, libraremos la guerra contra el terrorismo con todos los recursos de nuestro poder, para que nuestros hijos puedan vivir en paz y en libertad". Y sobre la guerra, volvió a repetir que su Gobierno "conseguirá los objetivos en Irak".
¿Cómo hay que interpretar estas primeras señales? ¿Significan que habrá más de lo mismo para el mundo? No necesariamente, pero hay muchas posibilidades. Las dos opciones que expertos, observadores, funcionarios y diplomáticos europeos y norteamericanos valoran en Washington al hablar de la política exterior del próximo Bush son las mismas que había en la campaña electoral: cambio o continuidad.
Para Charles Kupchan, director de Asuntos Europeos del Consejo de Relaciones Exteriores de Washington y antiguo miembro del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, no hay demasiadas razones para apostar por novedades: "Yo diría que habrá más continuidad que cambio, porque Bush valorará esta elección como un gran respaldo a su política exterior. En el pasado, el presidente ha tendido a hacer campaña como centrista y gobernar como conservador, y yo supongo que va a mantener este modelo, especialmente si se tiene en cuenta que va a ser un presidente de segundo mandato, sin tener una elección pendiendo sobre su cabeza".
De la misma forma que el presidente ha dicho que no quiere gobernar con medio país enfadado, podría extender esa reflexión al mundo, cree Jim Hoagland, quien escribe en The Washington Post: "Bush necesita enviar un claro mensaje de que quiere de verdad que los próximos cuatro años sean diferentes, y esto debe ser verdad también para la política exterior, especialmente para Irak. Obstinadamente ha rechazado admitir errores y antes toleró divisiones internas, batallas y una confusión que restó eficacia al esfuerzo bélico. Por favor, que no haya otros cuatro años así".
Peter J. Crowley, del Centro Americano para el Progreso y ex asesor de la Casa Blanca, recuerda que Estados Unidos tiene "claramente graves problemas pendientes". "Obviamente, Irak, por los problemas de las zonas que no controlamos y por las elecciones de enero y el futuro del país; además, Corea del Norte, que tiene un status quo que no es aceptable para Estados Unidos; Irán, que es complicado y sobre el que había acuerdo entre Bush y Kerry en cuanto a la amenaza de armas nucleares en manos peligrosas, y por fin, el conflicto entre israelíes y palestinos, en donde necesitamos que ocurra algo que cambie la dinámica. Esperemos que la retirada de Gaza y la desaparición de Arafat ayuden, pero hay que confiar en la nueva generación de líderes palestinos, porque el proceso no es sostenible si los únicos que hablan son israelíes y americanos".
Política de nombramientos
Otra señal clara de las intenciones de Bush sobre política exterior vendrá dada por los nombramientos que haga en la secretaría de Estado y en el Consejo Nacional de Seguridad. Kupchan es escéptico sobre la posibilidad de que nombre a moderados que sustituyan a los palomas que muy probablemente dejarán la Administración: "Mi preocupación es que las voces de la moderación abandonen el gabinete. Gente como Colin Powell [secretario de Estado] o Richard Armitage [número dos de Powell], los tradicionales representantes del centrismo internacionalista. Y me sorprendería que fueran reemplazados por personas similares, como los senadores Richard Lugar o Chuck Hagel, no porque sean republicanos centristas, sino porque ambos han criticado la guerra de Irak durante la campaña. Me sorprendería que recurriera a ellos para que ocuparan posiciones en el el Gobierno".
¿Y los neoconservadores? ¿Mantendrán su cuota de poder? "Es demasiado pronto para saberlo", señala Kupchan, que añade: "Yo diría que la base del partido republicano, que no es neoconservadora, y muchas figuras importantes de los círculos de poder del partido consideran que lo ocurrido en Irak debe servir para repudiar la agenda neocon. Por otra parte, ellos han sido extraordinariamente exitosos dentro de la Administración. Aunque no están en el Gobierno, sí están en el escalón inmediato: en la oficina del vicepresidente, en el Consejo Nacional de Seguridad, en Defensa y en el Departamento de Estado. No creo que pierdan sus bases de poder. El propio Bush, aunque no tenga un historial neocon, ha abrazado en buena medida su programa. Es muy pronto para saberlo, pero si tuviera que apostar, apostaría que van a seguir siendo el grupo más importante del segundo Gobierno de Bush".
Bush ofreció el jueves razones que respaldarían la apuesta: "Hay una cierta actitud en el mundo de algunos que dicen que es una pérdida de tiempo el intentar promover sociedades libres en varias partes del mundo. He escuchado esas críticas". El presidente no fue más allá, pero de sus palabras se desprende que mantendrá la misma filosofía que en su primer mandato. Otra cosa es lo que haga, obligado por la economía y por la situación de las fuerzas armadas.
Presidente reforzado
Con o sin los neoconservadores en posiciones de responsabilidad exterior, Europa tiene que asumir que Bush es un presidente que ha salido reforzado de su paso por las urnas. "Sé que muchos Gobiernos europeos dijeron, en público o en privado, que esperaban un resultado diferente al que hubo en las elecciones. Es algo que no ocurrió", señala Crowley, pidiendo un poco de realismo.
Por parte de uno de los Gobiernos que más roces recientes ha tenido con Washington, el español, "hay una enorme voluntad de que mejoren las relaciones", dice el embajador en Washington, Carlos Westendorp, que ha recogido varias señales en ese sentido. "No parece que vaya a haber grandes cambios en la política exterior, pero en un segundo mandato un presidente actúa de manera distinta. Y aquí son conscientes de que hay que actuar con los aliados en una serie de problemas. A mí me ha dicho Willian Cohen, que fue secretario de Defensa con Clinton y que es un republicano moderado, que se nota una evolución internacional, desde el aislacionismo de la primera etapa al unilateralismo y a un cierto multilateralismo. Yo creo que es necesario y que estamos ya hablando en otro tono. La propia Condoleezza Rice nos reconoció el otro día a los embajadores de la Unión Europea que se había actuado en la crisis de Irak, por falta de tiempo, un poco precipitadamente. Yo estoy convencido de que vamos a otro tipo de relaciones. Habrá que ver el nuevo Gobierno y qué pasa con la sustitución de Powell, que es un símbolo de multilateralismo".
Kupchan admite la posibilidad de cambios en el Gabinete, pero no en las orientaciones básicas: "Sí, podría haber un esfuerzo para ser más multilateralista, un esfuerzo movido por el pragmatismo. Es algo que ya se ha convertido en un modelo: las negociaciones con Irán, con Corea del Norte, con Libia... ¿Pero eso quiere decir que si yo espero un cambio estratégico de principios y un esfuerzo para acercarse a los europeos, para reconstruir las instituciones internacionales? No, no lo espero".
En todo caso, Charles Kupchan cree que "los europeos deben hacer lo que puedan para mantener una relación cordial con Estados Unidos y aprovechar cualquier oportunidad que Washington les ofrezca para desarrollar alianzas y compromisos multilaterales. Al mismo tiempo, creo que esta elección debería reforzar entre los europeos la noción de que la Alianza Atlántica, tal y como la conocemos, pertenece ya al pasado, y que sus esfuerzos para profundizar y ampliar la Unión Europea deberían adquirir ahora un sentido de mayor urgencia".
Crowley coincide en que la Alianza Atlántica "tiene que demostrar que es relevante para nuestros intereses mutuos de seguridad y defensa" y que eso exige "una mayor contribución europea a la Alianza Atlántica en cuanto a sus capacidades de despliegue, y que esas capacidades estén disponibles ante la eventualidad de futuras crisis. Ya sabemos que no tiene que ver con Irak, porque los países europeos lo han dejado claro, pero también me parece obvio que no debería haber nadie interesado en que Irak fracase, y por eso los países europeos deberían articular o intensificar formas de ayuda a Irak en el campo de la formación de tropas iraquíes".
Cautela y esperanza
En Europa, varios Gobiernos que se enfrentaron a George Bush han tomado discretas medidas desde el pasado verano para reparar los puentes. La situación se contempla con cautela y una cierta esperanza. Cautela porque es pronto y porque la Unión Europea atraviesa una etapa borrascosa de aterrizaje de la nueva Comisión en Bruselas, y esperanza porque no es fácil que las relaciones hayan sido más tensas que en los dos últimos años.
"Hay una necesidad clara de construir a partir de los esfuerzos que se han llevado a cabo en las dos orillas del Atlántico", cree Anthony Gooch, portavoz de la Comisión Europea en Washington, que añade: "Se ha reconocido la voluntad por parte de la primera Administración de Bush de intentar entender preocupaciones europeas y responder a ellas, al igual que por parte europea se ha hecho un esfuerzo de acercamiento y compresión de ciertas realidades con las cuales trabaja un Gobierno americano".
Para volver al caso de España "tanto a nosotros como a Estados Unidos nos interesa llevarnos bien. No hay ningún dato que indique que llevándonos mal nos va a ir mejor a ninguno de los dos", dice Westendorp, cuya veteranía y habilidades demostradas en Bruselas, en la Organización de las Naciones Unidas y en los Balcanes son muy apropiadas para el papel que juega ahora. "El Gobierno español quiere mantener una relación de aliado, de importantísimo socio, sin renunciar a sus principios y a su mandato electoral. Lo que veo es que los problemas que hay, como el terrorismo, son muy grandes y que nos necesitamos mutuamente".
Tomar la iniciativa
UNO DE LOS EMBAJADORES que mejor conoce Washington y que se ha relacionado a fondo con Administraciones republicanas y demócratas, el colombiano Luis Alberto Moreno, tiene un consejo para los Gobiernos de todo el mundo, especialmente para europeos y latinoamericanos: "Hay dos maneras de trabajar con ETstados Unidos. Una es la que ha venido aplicando, que es disfuncional. Otra es recrear las alianzas, aunque haya que definir los principios". Y en esta perspectiva, "lo importante es que la iniciativa la deben tener los aliados. Yo creo que a uno le va mucho mejor teniendo la iniciativa que dejándosela a los americanos. Estados Unidos no siente que tiene que reaccionar. Ellos tienen todo lo que necesitan y a uno lo ven como marginal. Lo único que ven importante es la suma de las partes, que sí importa. Hay que ser creativo y poner iniciativas delante". ¿Por ejemplo? "Yo diría, mire, aquí hay un problema con la arquitectura internacional; reformémosla. Es decir, plantear una cosa grande, a lo que tenga que reaccionar EE UU, a lo que no tenga más remedio que reaccionar".
Para Peter J. Crowley, que estuvo en la Casa Blanca de Clinton y que se ocupa de los asuntos de seguridad y defensa en el Centro Americano para el Progreso, lo urgente es frenar el deterioro de los vínculos: "Si consideramos que las relaciones transatlánticas aún son importantes, hay que reconstruirlas. Hay aún, en el mundo y en Europa, un elevado sentimiento anti-Bush; pero nadie puede permitirse el lujo de que esto evolucione hacia el antiamericanismo. No es bueno ni para Estados Unidos ni para Europa. Espero que aquí se reconozca el problema y que el nuevo Gobierno lo aborde y lo supere."
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.