Putin firma la ratificación del Protocolo de Kioto aprobada por la Duma
El presidente ruso, Vladímir Putin, rubricó ayer la ratificación del Protocolo de Kioto, aprobada por el Parlamento ruso hace dos semanas. La medida parlamentaria permite la entrada en vigor dentro de tres meses del protocolo, cuya vigencia estaba supeditada a que los países desarrollados que lo han ratificado reunieran el 55% de las emisiones de gases de invernadero que se emitieron en 1990. Hasta este año, los 126 países que ya lo habían hecho sumaban en conjunto el 44,3%, pero ahora, con Rusia, que por sí sola emitía más del 17%, este porcentaje ha sido sobrepasado.
La mayoría de los analistas rusos considera que la decisión de ratificar el Protocolo de Kioto es política y no económica. Además, afirman que éste es el precio que el Kremlin ha pagado a Europa por conseguir el apoyo de ésta al ingreso de Rusia en la Organización Mundial de Comercio. En el país había una gran oposición a la ratificación del documento, ya que según numerosos economistas, éste frenará el desarrollo de Rusia, que no podrá alcanzar las metas fijadas, concretamente, la de duplicar su Producto Interior Bruto en los próximos 10 años. Pero Putin desoyó incluso a sus colaboradores y forzó el mes pasado la aprobación, primero en la Duma Estatal o Cámara baja y luego en el Consejo de la Federación o Senado.
Rusia aún está por debajo de los niveles de 1990 y el protocolo le obliga hasta 2012. De acuerdo a cálculos realizados por el Servicio Federal de Hidrometeorología y Vigilancia del Medioambiente, tiene cuotas que podrá vender en el mercado internacional de emisiones equivalentes a 2.965 millones de toneladas de dióxido de carbono. Los expertos, sin embargo, dicen que para poder hacerlo, primero Rusia debería crear un mercado interno para comerciar con los derechos de emisión. El comercio de las cuotas podría reportar a Rusia entre 8.000 millones de euros, según los pronósticos optimistas, y 400 millones, de acuerdo con los pesimistas. Los partidarios del Protocolo confían en que la necesidad de cumplir obligará a la industria a mejorar su eficacia.
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