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Ignacio Ramonet dirige un ciclo sobre la crisis de las ciudades

La ciudad inquieta. El urbanismo contemporáneo, entre la realidad y el deseo. Éste es el título del ciclo de debates que comenzó ayer en Madrid y que coordina y modera Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique. Un diálogo entre Vicente Verdú y Javier Echeverría sobre La ciudad como red y laberinto abrió ayer en el auditorio del museo Lázaro Galdiano (Serrano, 122) estas sesiones, que organiza la Fundación Santander Central Hispano y que se repetirán cada jueves de noviembre, a las 19.30. Los siguientes debates contarán con Francisco Jarauta y José Luis Mateo (La ciudad como obra de arte, día 11); Román Gubern y Diego Galán (La ciudad en el imaginario del cine, día 18), y Javier de Lucas y Sami Naïr (La ciudad globalizada, día 25).

Verdú y Ramonet dieron numerosas ideas al presentar el ciclo por la mañana. Ramonet habló del fin del sueño de la ciudad ideal, de la crisis de urbanidad y civilidad que viven las grandes aglomeraciones urbanas, de la violencia terrorista que toma las ciudades del siglo XXI como el campo de batalla favorito. Verdú dijo que la ciudad es el centro de todas las paradojas modernas: soledad y sociabilidad; laberinto y red de comunicación; especulación, ocio, consumo y espectáculo; y distinguió varios tipos de ciudades. Tras la gran división (las europeas, todavía llenas de peatones; y las norteamericanas, todos en coche), definió la "ciudad basura" (como Lagos o Addis Abbeba, núcleos de desesperación, delincuencia y perversión humana), "la ciudad espectáculo" (al estilo Bilbao o Barcelona, lugares con arte, fotografiables y televisables), y "la ciudad fortificada" (una subciudad habitada por seres exclusivos que no salen para nada de sus recintos rodeados de guardias y perros que no bajan de 25 kilos).

También se habló del centro comercial como sustitución del ágora y nuevo templo donde se confunden ocio y gasto; de las pantallas luminosas diseñadas por Disney que caracterizan los paisajes de Times Square, Londres o Tokio y que roban el corazón de las ciudades y de paso componen la autocelebración del capitalismo rampante; de los edificios-ciudad protegidos por fosos que proliferan en ciudades conflictivas como São Paulo; del sueño de perfección que anhela Barcelona con sus ensanches y sus mediáticas operaciones de limpieza urbanística, y de las urbes subterráneas que permiten sobrevivir al clima en lugares como Montreal... Y no faltó la alusión a Ciudad Botín, el centro bancario-vital que albergará a 7.000 trabajadores-clientes del Banco Santander en Boadilla del Monte.

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