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CÁMARA OCULTA | NOTICIAS Y RODAJES
Columna
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Perdió Michael Moore

Ni Michael Moore ni John Sayles ni tantos otros cineastas que han pretendido influir en estas tristes elecciones han logrado finalmente su objetivo, como si el cine fuera inútil para estas cuestiones. Pero el catedrático de Filosofía de la Universidad de Zaragoza Javier de Lucas piensa lo contrario. Ha comentado esta semana que precisamente el cine de Hollywood viene creando un estado de opinión favorable a las guerras con esas historias abarrotadas de efectos digitales que simulan tratar sólo de aventuras inocuas: "En los últimos 10 años las películas han mostrado como amenaza un terrorismo global, con dimensión nuclear, biológica o relacionada con el narcotráfico, contra la que hay que luchar y, a ser posible, adelantarse". Cita títulos como Independence Day, Terminator, Matrix o Yo, robot, "que nos vienen a decir que la guerra no sólo es inevitable, sino que es justa y que, ante esta situación, lo único que queda por hacer para darle una respuesta eficaz es anticiparse". Así pues, resulta que las películas de efectos especiales han acabado ayudando a Bush frente a las imputaciones de los superrojos Moore y Sayles, que se atreven a hablar de la vida cotidiana.

Es la vieja teoría de que el cine no es inocente. En tiempos, las revistas especializadas se enzarzaban en discusiones sobre la ideología de cada filme. En España, Nuestro Cine y Film Ideal discutían sobre si subrepticiamente tal título era "reaccionario" o "progresista", de una forma que quizás hoy puede parecernos ingenua, pero que tenía su intríngulis. Ahora, sin embargo, son escasas las producciones que levantan tamaña polvareda. Acaso las de Michael Moore, que probablemente se esté palpando la ropa con lo que se nos viene encima. O puede que crea tontamente que sus películas son su "mejor protección", como decía Theo van Gogh, el cineasta holandés que ha sido asesinado porque en su documental Sumisión criticaba la condición de la mujer en la religión islámica.

Cuando los cineastas discuten la verdad oficial se les echan encima. A Costa Gavras, por ejemplo, la curia vaticana ha querido meterle poco menos que en chirona por el cartel de Amén en el que una cruz se entremezclaba con la esvástica. El historiador jesuita Peter Gumpel le acusó de que "Amén recoge toda la basura difundida en las últimas décadas contra el Papa Pío XII y la Iglesia católica", por denunciar Costa Gavras la connivencia del Vaticano con el nazismo y su fingida ignorancia de los campos de exterminio. Menos mal que un tribunal ha absuelto esta semana al director. Podría haberle ocurrido como a Pilar Miró cuando El crimen de Cuenca: le pedían seis años de cárcel, de los que se salvó gracias a un cambio legislativo. O como recientemente a Medem y el presunto escándalo de La pelota vasca. En cambio, a las películas de propaganda bélica que ha comentado acertadamente el catedrático Javier de Lucas se les dan premios y dividendos... Habrá que prepararse para los tiempos que vienen. Amenazan duros.

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