Los forenses sostienen que Tamara murió en la cama del acusado de matarla
La versión de los peritos desarma en parte la tesis de la defensa
Tamara Navas, la niña de nueve años violada y asesinada en marzo de 2001 en Salou (Tarragonès), murió en la cama de Juan Miguel Cerrillo, el único detenido en relación con esta muerte y que se enfrenta a una petición de condena de 32 años de prisión. Esta es la tesis que defendieron los médicos forenses durante la sesión de ayer del juicio contra Cerrillo en la Audiencia Provincial de Tarragona.
De este modo, los peritos asestaron ayer un duro golpe a la principal tesis de la defensa: que una tercera persona fue la autora material de las violaciones a Tamara y que la habría introducido en casa del acusado aprovechándose de uno de sus estados habituales de embriaguez y de que las puertas de la vivienda estaban abiertas. En el argumento de la defensa, ahora sólo cabe la posibilidad de que esta tercera persona cometiera las agresiones en la cama del acusado sin la participación de éste.
La sangre de la víctima encontrada en abundancia en el colchón de Juan Miguel Cerrillo no deja lugar a dudas: Tamara Navas murió en esa cama como consecuencia de los desgarros que le produjeron las repetidas violaciones a que le sometió su agresor. Aun así, los forenses que declararon ayer ante el tribunal que juzga el caso no aportaron ninguna prueba que certifique que Cerrillo fue el autor de estas violaciones. En este sentido, los especialistas explicaron que el tiempo siempre es un enemigo para las pruebas, y aseguraron que fueron incapaces de encontrar restos de ADN de otra persona en el cuerpo de Tamara Navas debido al avanzado estado de descomposición en el que apareció el cadáver, que fue encontrado un año después de su muerte.
Durísimas imágenes
Cerrillo ha admitido durante el juicio que convivió cerca de un año con el cadáver de la niña, y que éste apareció sólo cuando la insistencia de los vecinos hizo que unos operarios fueran a limpiar su vivienda, que desprendía un fuerte hedor. El jurado del caso pudo ver ayer imágenes de la autopsia que se le practicó a Tamara Navas, cuya dureza ocasionó la indisposición de algunos de sus miembros, que tuvieron que ausentarse de la sala mareados. Hubo que interrumpir el pase de las fotografías.
También declararon ayer varios psicólogos, que analizaron la personalidad del acusado. Según su testimonio, Cerrillo, de 49 años, es una persona fría en sus relaciones personales, con una inteligencia media, y distingue claramente entre el bien y el mal. Siguiendo con este análisis, el acusado es incapaz de sentir empatía hacia los demás y padece un trastorno esquizoide, aunque sin alteración de la personalidad. Está previsto que las acusaciones y la defensa lean hoy sus conclusiones finales.
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