La guinda uruguaya
La victoria del Frente Amplio y su dirigente, Tabaré Vázquez, no es sólo la primera de la izquierda en Uruguay, sino la guinda de un cambio político en todo el Cono Sur, que en algunos casos marca la irrupción de partidos o movimientos que nunca habían logrado llegar al poder. El agotamiento de las recetas políticas tradicionales ha abierto el camino a candidatos que proponen correcciones en materia social sin renunciar a la eficiencia económica. Esta nueva hornada de presidentes -que incluye a Lula en Brasil, Kirchner en Argentina y Lagos en Chile-, tiene una especial responsabilidad. Si fracasa, no hay nada más.
A falta de que la Corte Electoral uruguaya ratifique que el candidato del Frente Amplio ha obtenido más del 50% de los votos emitidos (en otro caso sería necesaria una segunda vuelta en las presidenciales), la doble victoria de Vázquez para la jefatura del Estado y el Parlamento, sumada a la también doble derrota de los partidos tradicionales, Blanco y Colorado, viene a romper un bipartidismo que se remonta a 1838 y que ha dominado desde entonces la vida política de la República Oriental del Uruguay, salvo en los lamentables paréntesis dictatoriales.
Tabaré Vázquez tomará el 1 de marzo las riendas de una nación en crisis, contagiada en parte por Argentina. Podrá gobernar con un amplio respaldo parlamentario de una abigarrada coalición, que incluye desde liberales a antiguos tupamaros, unidos por el compromiso de un plan de emergencia social como primera medida. Pero, como muestra Lula, que ha visto cómo se le escapaban a su Partido de los Trabajadores las alcaldías de São Paulo y de Porto Alegre, la ilusión es necesaria, pero no suficiente.
El paralelismo entre Vázquez y Lula atañe también a que ambos han comprendido que es necesaria la seriedad económica. No es probable que la aprobación en un referéndum paralelo de la nacionalización de los servicios de saneamiento y agua potable facilite la llegada de capital extranjero, indispensable para la agricultura y el turismo. Pero para todos, y empezando por Tabaré Vázquez, una condición a la solución de sus problemas es la integración regional. La apuesta por el Mercosur dará la dimensión definitoria de esta nueva izquierda del Cono Sur.
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