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Un error en el cambio agujas, probable causa de la colisión

¿Cuál fue la causa del accidente? Ésa es la pregunta que ayer se planteaban todos los técnicos de la empresa Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) y nadie se atrevía a contestar. Ni siquiera el alcalde de Barcelona, Joan Clos, quien aseguró que habrá que esperar al menos un día para conocer el motivo del siniestro. Sin embargo, las primeras especulaciones apuntan a que pudo tratarse de un error humano en la manipulación del sistema de agujas.

El convoy que transportaba un centenar de pasajeros circulaba por su trayecto habitual y antes de llegar a la estación de Vall d'Hebron desvió su sentido, justamente al pasar por la vía de servicio que accede a las cocheras. La alteración de la marcha tuvo que producirse mediante el sistema de agujas de las vías, ya que el conductor del convoy no tiene capacidad para alterar el recorrido desde la cabina. Lo que resulta incomprensible para los técnicos que analizan el siniestro es que no se activase ningún semáforo en rojo para advertir al conductor que el tren no podía continuar la marcha. Sin embargo, un empleado del metro explicó que el centro de control autorizó al tren a salir de la estación de Penitents con el semáforo en rojo.

Tampoco tiene sentido que se cambiase el sistema de agujas, porque el convoy vacío realizaba una maniobra en una vía en la que disponía de suficiente distancia para maniobrar sin necesidad de invadir la vía principal. De hecho, el convoy vacío estaba en medio de esa vía, a unos cien metros de la principal.

'La moviola'

Un portavoz de TMB explicó que el sistema de agujas está mecanizado y que ahora habrá que analizar cómo se actuó en esa vía en los momentos previos al accidente. Es lo que los técnicos denominan la moviola, que consiste en rebobinar las grabaciones con las instrucciones que diariamente se dan en el centro de control del metro de Barcelona. Son una especie de caja negra de los movimientos que se producen en el servicio.

"Lo peor ha sido el susto", explicó ayer Bernardo Prenal, de 70 años, que viajaba con su esposa, Celia Alfaro, de 63 años, cuando se produjo el accidente. La pareja venía de visitar a un familiar en un hospital y después del accidente tuvieron que regresar a otro centro sanitario para ser atendidos de unas contracciones en las cervicales. El pasajero explicó que normalmente prefieren el autobús, pero que ayer, por una cuestión de rapidez, decidieron viajar en metro. En cuanto al golpe, Prenal aseguró que fue "muy seco", y precisó que su mujer necesitó que la sacaran en brazos. "No tiene nada roto, pero no puede andar", se lamentaba.

Otro de los heridos, Juan Ramón Domínguez, de 78 años, volvía a casa en el metro después de su habitual paseo dominical por la playa de la Vila Olímpica. El hombre relató las escenas de confusión vividas en el interior del convoy, e indicó que había prestado su toalla de playa a un joven francés que estaba ensangrentado.

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