Europa teme un largo periodo de desencuentro
EE UU elige presidente el martes y los europeos tienen muy claro que desean ver a John Kerry en la Casa Blanca. El 80% de los alemanes, el 72% de los franceses, el 58% de los españoles y la mitad de los británicos, según distintas encuestas, prefieren al demócrata. Es un deseo instintivo, sin otra racionalización que "cualquiera menos Bush". Los españoles, en eso, quedan retratados mejor que nadie: sólo el 21% tiene una opinión favorable de Kerry, frente a un 23% que la tiene negativa. Lo que hay en Europa es una irrefrenable ansia de cambio. Pero politólogos y analistas advierten de que el riesgo de decepción europea es alto ante una Administración que no ha dado señales serias de cambio en su política exterior.
Hay que remontarse décadas para encontrar una campaña en EE UU tan influida por la política exterior. En un reciente sondeo, el 41% de los norteamericanos colocaba la seguridad nacional como prioridad y, con ella, la política exterior. En ese cuadro de prioridades, sin embargo, no entra Europa. "Europa no ha estado en la campaña electoral", dice Fraser Cameron, director de estudios del Centro de Política Europea, un think tank [centro de análisis] belga. "Sólo Kerry apuntó que si ganaba trataría de recuperar la confianza de los aliados".
Los europeos prefieren a Kerry porque lo imaginan más flexible, con un equipo aparentemente más dialogante, dice Cameron. "Kerry producirá un cambio de imagen. Dirá que desea encontrar soluciones conjuntas, será más blando en cuestiones medioambientales, terminará con la dicotomía blanco-negro, no hablará de vieja y nueva Europa..., pero no hará los cambios que desean los europeos: no habrá ratificación del Protocolo de Kioto, no aceptará la Corte Penal Internacional. Una Administración de Kerry no hará ningún favor a los europeos".
Las posibilidades de frustración son enormes. En Bruselas se cree que "si Bush vuelve a ganar, las dos partes empezarán con muy bajas expectativas. Lo que no está mal. Con Kerry, las expectativas serán mucho más altas y, con ellas, el peligro de decepción". Tony Blinken, uno de los responsables de política exterior del Partido Demócrata en el Senado de EE UU, adelanta que "habrá pocas diferencias de fondo entre una Administración de Bush y otra de Kerry. Los europeos no deberían ilusionarse pensando en cambios de fondo".
"No va a haber un vuelco en las relaciones, pero hay un tono aperturista en Kerry que puede llevar a una reconciliación", señala una fuente diplomática. "Que se ponga fin a la guerra preventiva permitirá sacar mucho provecho de Kerry". La fuente hace un diagnóstico demoledor de cómo se ve en los pasillos de la UE a la Casa Blanca de Bush: "Ha utilizado información secreta, manipulada, con objetivos políticos para lanzar una guerra".
Irak será la primera piedra de toque de la relación entre ambas orillas del Atlántico. Es un reto relativamente coyuntural, frente al estructural conflicto israelo-palestino. Acuciado por el desastre iraquí, Bush ya ha hecho gestos de apertura hacia la ONU y hacia Europa, incluido el intento de implicar a la OTAN. "Los europeos están muy deprimidos con Bush. Pero la cuestión es qué quieren los estadounidenses", advierte Michael Emerson, del Centro para el Estudio de Política Europea.
"Si Bush es reelegido, las relaciones transatlánticas sufrirán mucho, pero también el papel de EE UU en el mundo", señala la fuente europea. "Para reconducir la situación tiene que haber voluntad política, y no hay señales en la Casa Blanca de que así vaya a ser".
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