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EL FUTURO DE GIBRALTAR

El Gobierno cooperará con Gibraltar aunque no avance en la negociación sobre la soberanía

Moratinos y Straw abordarán en su reunión de mañana una alternativa al Proceso de Bruselas

El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se propone cooperar con Gibraltar y resolver, en consecuencia, algunas de las restricciones cotidianas que los llanitos achacan a la política española, aunque las negociaciones con el Reino Unido sobre la soberanía del Peñón sigan en el punto muerto que registran desde julio de 2002. España no renuncia con esto a la soberanía, pero la constatación del bloqueo es tan firme que el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y su colega británico, Jack Straw, buscan un foro alternativo al llamado Proceso de Bruselas.

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El Gobierno ni olvida ni prosigue ese proceso, según explicó ayer una fuente de Exteriores, que constató que el foro de diálogo abierto por Madrid y Londres en 1986 para avanzar en paralelo en la resolución de los problemas de los llanitos y en la negociación sobre la soberanía ha quedado en suspenso, por lo que se trata de establecer nuevos mecanismos de diálogo y negociación.

Los Gobiernos de José María Aznar y Tony Blair sostuvieron durante un año, entre julio de 2001 y julio de 2002, que estaban a punto de lograr un acuerdo histórico sobre este contencioso tricentenario mediante un modelo de soberanía compartida. La negociación se suspendió, por dificultades principalmente británicas, el mismo día en que Ana Palacio sucedió a Josep Piqué como ministra de Exteriores. Cuatro meses más tarde, un referéndum ilegal convocado por las autoridades gibraltareñas dio como resultado lo que ya se sabía: que más del 90% de los llanitos rechazaban la soberanía compartida.

Ayer, las fuentes de Exteriores razonaron que el referéndum en cuestión es un hecho, pese a su ilegalidad manifiesta. También indicaron que cuando las cosas fracasan, hay que sacar conclusiones, abandonar la idea sin sentido de castigar la vida de los gibraltareños y aprovechar las iniciativas positivas. Añadió el portavoz que, por supuesto, la reivindicación española de la soberanía permanece, pero también dejó claro que Moratinos y Straw, cuando se entrevisten mañana en Madrid para hablar de Gibraltar, no reabrirán el proceso de Bruselas.

En las negociaciones preparatorias de este encuentro se ha hablado, de hecho, de constituir un foro permanente de diálogo sobre el futuro de Gibraltar, al que se serán invitados a participar los gibraltareños. También se ha dejado claro que los esfuerzos de cooperación local, entre los dos lados de la verja, deben ser interpretados en el contexto de que el objetivo del Gobierno español es recuperar la soberanía sobre el Peñón.

Agenda abierta

La novedad de este foro, que, si llega a crearse, tendrá una agenda más abierta que el de Bruselas, depende mucho de cómo se concreten sus detalles. La presencia de los llanitos en los debates sobre cooperación no sería una novedad. Sería, en cambio, rompedor con el pasado, y con el propio Tratado de Utrecht, base jurídica del diálogo entre Madrid y Londres, que se les admitiera como parte plena en la negociación sobre la soberanía. El anterior Gobierno español se mostró abierto a que los gibraltareños intervinieran en esa negociación dentro de la delegación británica.

La principal novedad en la línea de Exteriores reside, en cualquier caso, en que, tras haber pedido Moratinos y el propio Zapatero la reapertura de la negociación en sus respectivas visitas a Londres, se reconoce que el Proceso de Bruselas estará tiempo en dique seco, si no es ya historia.

No son nuevos los contactos discretos que el director general para Europa, José Pons, viene manteniendo con el ministro principal de Gibraltar, Peter Caruana, pues existieron a nivel incluso superior con el Gobierno del PP. Tampoco hay grandes noticias en la agenda concreta de cooperación que se pretende impulsar.

El Gobierno cree que puede lograr ahora el acuerdo para un aeropuerto hispano-gibraltareño en el istmo, que los propios llanitos impidieron aplicar a finales del siglo pasado para que no hubiera funcionarios españoles en su lado de la verja. Este acuerdo llevaría a relajar las limitaciones al tráfico marítimo entre el Peñón y la Península, así como la norma que impide que un avión en ruta a Gibraltar utilice un aeropuerto español como secundario.

Más dificultades encuentran la reivindicación de que Londres indemnice a los trabajadores españoles que perdieron sus empleos en Gibraltar cuando se cerró la verja.

Tampoco está expedito el deseo del Reino Unido de entrar ahora en el círculo comunitario de Schengen. Madrid ve problemas en esa integración, aunque el hecho de que el Peñón seguiría fuera del territorio comunitario al otro lado de la verja esté fuera de dudas.

El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos (derecha), y su homólogo británico, Jack Straw, el pasado mayo.
El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos (derecha), y su homólogo británico, Jack Straw, el pasado mayo.AP

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