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Columna
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España / Cuba: el repliegue

Antonio Elorza

El gran viraje anunciado en la política cubana de España, y de Europa, será presentado como una expresión más de la orientación progresista del Gobierno de Zapatero, frente a la intransigencia de Aznar, causada por su incurable subordinación a los dictados de Washington. Invitar a los demócratas e irritar a Fidel no ha producido fruto alguno; luego es preciso proceder a un cambio radical, de manera que "el diálogo" y "trabajar en línea con el Gobierno cubano", según las palabras del embajador Alonso Zaldívar, lograrán un resultado superior.

La falacia de ambas proposiciones resulta evidente. Ante todo, fue claro desde el primer momento que las medidas adoptadas en junio de 2003 no iban a forzar un cambio a corto plazo en la política de Castro. Su finalidad era otra: mostrar a un dictador que una violación brutal de las libertades y la represión indiscriminada resultaban inaceptables para Europa, y que en cambio la UE era consciente de que la democracia sólo se consigue con los demócratas. Fue Castro quien arruinó un diálogo en curso con las detenciones y los procesos del pasado año; no fueron Payá, ni Lizardo Sánchez, ni Marta Beatriz Roque, ni tampoco Aznar, los que crearon una situación límite. Las invitaciones a los representantes de la oposición pudieron ser anunciadas de manera excesiva, pero es difícil pensar que hoy la exclusión de los demócratas sirva para otra cosa que para dar un espaldarazo a una dictadura ineficaz y dispuesta siempre a practicar la represión. Por una ironía de la historia, el Gobierno de Zapatero ha designado como ejecutor y portavoz de su política en La Habana a un antiguo dirigente comunista, hoy diplomático; es bien triste que su tarea consista en aplicar a las relaciones de España con Cuba el criterio caduco de los "países hermanos", cerrando los ojos a la violación sistemática de las libertades.

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La Posición Común adoptada por la UE en 1996 fijaba los términos de una presión sin acoso al régimen de Castro: a más apertura, mayor cooperación; a anquilosamiento de la dictadura, ayuda sólo humanitaria. No fue un obstáculo para que crecieran notablemente las relaciones económicas UE-Cuba hasta 2003, y desde Europa se impulsó la racionalización en la gestión del propio Estado cubano. Ahí están los informes económicos para probarlo. Y, claro, al sobrevenir una represión masiva, la válvula de la ayuda debía cerrarse, siendo activado el principio de que la ayuda a la oposición pacífica era la única contrapartida posible al cierre del régimen. ¿Cuál es la alternativa? De momento, según cabe deducir del discurso de Alonso Zaldívar y de declaraciones previas del ministro Moratinos, el "instrumento más eficaz" consiste en cooperar con Castro olvidando 2003 y entonando un mea culpa. Mal servicio al pueblo cubano. Parece mentira que ambos hayan vivido en la España de Franco. ¿Hubieran debido Olof Palme o Willy Brandt proceder así? Por fortuna, actuaron de otro modo, jugando la carta de la oposición democrática y denunciando sin reservas los abusos de Franco.

En cuanto al aparente progresismo de la nueva política sobre Cuba, conviene recordar que está guiada puntualmente por los mismos criterios y con las mismas coartadas que están llevando al Gobierno de Zapatero a abandonar al pueblo saharaui en aras de unas buenas relaciones con Marruecos. Coartada principal, en parte verdadera: la tosquedad de Aznar agudizó las tensiones hasta un límite intolerable. Pero al mismo tiempo, el Gobierno del PP impulsó y mantuvo la Posición Común por la democracia en Cuba, y resistió a las presiones que le invitaban a secundar el rechazo marroquí al plan Baker. Parece razonable restaurar un buen clima con Rabat, ¿pero qué garantías ofrece Zapatero de un mínimo de autogobierno para el Sáhara en un Marruecos no democrático? Sin duda es más cómodo, en nombre de un supuesto realismo progresista, abandonar a su suerte a demócratas cubanos y a saharauis. En todo momento, siguiendo la línea de actuación más fácil, con menos obstáculos, lo cual lleva a entenderse con aquel que detenta el poder, por arbitrario que éste sea. El reino de Marruecos ganará al parecer en estabilidad, y también lo hará la dictadura de Fidel Castro. Todo ello a corto plazo, ignorando las demandas de la democracia y de la justicia. Sólo faltaba la irrupción del PP. ¿Piensa alguien de veras en Cuba?

Carlos Alonso Zaldívar, embajador de España en Cuba.
Carlos Alonso Zaldívar, embajador de España en Cuba.AP
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