Duro como una piedra
Alguien se puede convertir en una estrella de la interpretación llamándose Spencer Tracy, Marlon Brando, Robert de Niro o Javier Bardem; incluso Clint Eastwood o José Luis López Vázquez. Ahora bien, llamándose The Rock (La Roca) sólo se puede triunfar en el mundo de la lucha libre, que es a lo que en realidad se dedica en sus películas el protagonista de Pisando fuerte, uno de los nuevos grandes nombres del cine de acción de Hollywood, junto a Vin Diesel Jet Li y algún otro (todos ellos herederos de Chuck Norris, Jean-Claude van Damme y Steven Seagal).
The Rock, que en realidad se llama Dwayne Jonson, aprovechó una pequeña aparición en El regreso de la momia (Stephen Sommers, 2000) para protagonizar poco más tarde la tercera parte de la saga ante la negativa de Brendan Fraser de seguir con la serie. Desde entonces, gracias a sus músculos y con apenas un par de películas (El tesoro del Amazonas es la más prestigiosa), el actor se ha consolidado como uno de los referentes en el cine de acción de usar y tirar, el que triunfa en las grandes superficies con decenas de gigantescas salas.
PISANDO FUERTE
Dirección: Kevin Bray. Intérpretes: The Rock, Johnny Knoxville, Neal McDonough. Género: acción. EE UU, 2004. Duración: 87 minutos.
Dos mitos del séptimo arte aparecen justo antes de la irrupción de los títulos de crédito iniciales de Pisando fuerte: la fanfarria de la 20th Century Fox y el rugido del león de la Metro-Goldwyn-Mayer. Son los nuevos tiempos. Penosos nuevos tiempos. Así, salvo los sorprendentes primeros 15 minutos, que parecen emular la llegada al pueblo del protagonista de Beautiful girls y su reencuentro con la familia y los amigos, la película es un sinsentido continuo contraindicado para espectadores que osen plantearse la credibilidad de las hazañas que va a lograr el héroe.
The Rock, un veterano del ejército que decide regresar a casa, muestra sus dos registros interpretativos: sonrisa dentífrica y mueca previa a la paliza. En el camino, acaba con las drogas en su pueblo, saca a su sobrino de los narcóticos, cierra un casino corrupto, retira de la prostitución a su guapa novia de juventud, destroza a los malos simplemente porque sí, gana el juicio posterior rechazando al abogado y defendiéndose a sí mismo, y se convierte en sheriff del lugar. ¿Alguien da más? Y todo ello llamándose The Rock.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.