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Entrevista:ÁLEX DE LA IGLESIA | Director de 'Crimen ferpecto' | ESTRENOS

"El amor da mucho miedo"

Elsa Fernández-Santos

Álex de la Iglesia (Bilbao, 1965) está sentado en el sofá del salón su casa. Su hija Rebeca trepa por su tripa y él parece un tierno papá oso. Vive rodeado de objetos (juguetes, películas, discos...), en el jardín una calabaza Ruperta gigante guiña el ojo. "La Ruperta es de Muertos de risa, y estas máscaras africanas son de El día de la bestia", explica. El director se levanta y muestra algo más: un holograma de muñecas Barbie y payasos. "Sí, dos de mis obsesiones", dice entre risas. Hoy se estrena Crimen ferpecto, su séptima película. Una comedia negra, una historia de amor y rebajas que nace de su rechazo -y fascinación- por el microcosmos estético y moral de los grandes almacenes.

"Concibo una película como una fiesta, pero, claro, la música y los canapés los pones tú"
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Pregunta. ¿Pero le gustan o no le gustan los centros comerciales?

Respuesta. Digamos que en esta película hablo de una enfermedad que padezco, no es una visión excéntrica y diletante. Es la visión de un hombre que sufre cada fin de semana esa involución y entra en el centro comercial buscando una solución a sus problemas y nunca la encuentra. De pequeño mi zona favorita era la de los pisos piloto, ahora es la de electrónica, mirar esos televisores de plasma que nunca podré comprarme. Para mis hijas hay tres lugares maravillosos: el zoo, el parque de atracciones y El Corte Inglés.

P. Y usted no les reprime el instinto consumista.

R. No, no puedo ir en contra de la cultura occidental. Me puedo reír de ella, pero no puedo hacer mucho más.

P. ¿Cree que las relaciones laborales en un centro comercial son como las que describe su película?

R. Desde luego, que sea grotesco no quiere decir que no sea verosímil, incluso realista. Antes de rodar hablamos con bastantes empleados y jefes de planta de centros comerciales y nos contaron cosas increíbles sobre la rivalidad entre clanes y sobre los pelotas que rodean a los jefes. ¿Sabía que en Navidad les dan un plus por aguantar durante tantas horas el hilo musical de villancicos? ¿No es fascinante?

P. Usted tiene grandes fijaciones. Y aquí vuelve amenazante una de ellas: los payasos.

R. Es que yo aborrezco y adoro a los payasos. El infierno es un día verte en el espejo con grandes botas y lagrimones. No se me ocurre nada más aterrador que esos payasos tristes, esos cuadros que siempre había en la parroquia...

P. También siente cierta debilidad por la fea, la chica de la película.

R. Digamos que la entiendo muchísimo. Entiendo que ella ha estado ahí oculta durante 10 años, enamorada de él como todas las demás, mientras él ni la ha visto. Entiendo ese sufrimiento. Ella lleva 10 años pensando en él y sintiéndose rechazada día a día. Hay un diálogo que explica muy bien la película, es cuando el personaje de Guillermo Toledo arrastra al de Mónica Cervera por los pelos y ella le dice gritando que son iguales, que mientras ella se muere porque la vean con él, él se muere si alguien lo ve con ella. Son muy parecidos, pero prefiero a Lourdes, ha sufrido más.

P. ¿Cree que se merecen el uno al otro?

R. Desde luego.

P. ¿Y le parece romántico?

R. Yo creo que en la escena final casi hay amor. Sí, para mí es una historia de amor.

P. Sin una salida airosa.

R. ¿Acaso la tiene alguna historia de amor? Yo creo que el amor es así. Cuando estás enamorado de alguien le necesitas y cuando necesitas a alguien ya hay problemas. El amor da mucho miedo.

P. Lourdes da mucho miedo. Es Carrie. La venganza de la fea.

R. De hecho, hay una escena Carrie total. Mónica [Cervera] me decía que ella entendía muy bien al personaje y a veces hasta yo me asustaba de eso.

P. Ha tenido otras películas presentes.

R. Muchas. Y una muy evidente: Alfie. El personaje de Michael Caine es un sinvergüenza maravilloso hasta que deja embarazada a una tía y la situación se vuelve insostenible.

P. Y para describir la esquizofrenia del personaje de Guillermo Toledo usted se pone shakesperiano.

P. Usted dice que con esta película se juega mucho.

R. Con mi anterior película, 800 balas, me jugué mucho y perdí mucho. No es sólo una cuestión de dinero, es algo emocional, en realidad yo quiero que mi película guste a todo el mundo. Necesito que la gente me quiera. No hago las películas para que me gusten sólo a mí. He llegado a la conclusión de que concibo una película como si hiciera una fiesta. Invitas a todo el mundo a tu fiesta y lo que más te gustaría es que todos se lo pasaran muy bien, pero, claro, la música y los canapés los pones tú. Y es la música que te gusta, no vas poner salsa sólo para que las señoras se lo pasen bien. Yo odio la salsa, así que pondré la música ruidosa y absurda que me gusta y los canapés tendrán mucho picante y estarán muy tostados. Tú quieres que la gente se lo pase muy bien, pero con tu fiesta, no con su fiesta. Y no sé si a la gente le gustarán mis cortezas de cerdo. Al final sólo es búsqueda de cariño. Soy una persona muy mimosa.

Álex de la Iglesia, en su casa de Madrid.
Álex de la Iglesia, en su casa de Madrid.ULY MARTÍN

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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