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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El convaleciente crónico

Alemania lleva camino de convertirse en el convaleciente crónico de Europa, para desdicha del resto de las economías de la UE, tradicionalmente dependientes del empuje de la mayor y más potente de todas. Cinco de los seis institutos de estudios económicos más importantes de Alemania ratificaron ayer una vez más su pesimismo y anunciaron que la economía no crecerá más del 1,8% este año y el 1,5% en 2005. Las autoridades ya han anunciado que tampoco este año cumplirán con el objetivo de déficit -3% del PIB, vigente desde el Tratado de Maastricht-, lo que conduce a pensar que la economía alemana no acaba de encontrar la senda de la recuperación y que, por tanto, el resto de las europeas tendrán dificultades para sostener tasas de crecimiento sustanciales.

Son conocidas algunas razones de fondo de esta debilidad. La más importante tiene que ver con las consecuencias de la reunificación, un esfuerzo difícil de asimilar incluso para una sociedad tan boyante y disciplinada. Pero la gestión de Gerhard Schröder está contribuyendo también al entumecimiento germano. Su anuncio de reformas económicas -recorte de gastos públicos, revisión de las pensiones y cambios en el mercado de trabajo- ha tenido la virtud de concitar las peores consecuencias. La mayor parte de los cambios no se han concretado, en parte por las resistencias de su partido, el SPD, y sus socios, a ratificar un recorte del Estado de bienestar que puede tener serios costes políticos.

Las reformas, dicen los institutos económicos, van en la dirección correcta; pero sus efectos -cuando se apliquen- sólo se dejarán sentir a medio o largo plazo. Así que mal consuelo puede encontrar en ellas el ciudadano... y los exportadores europeos a Alemania, entre ellos España. El debate se centra ahora en si la fase más profunda de la crisis se ha superado ya, si el próximo año resurgirá pujante la demanda interna, o si el año 2005 registrará un nuevo estrangulamiento del consumo y otro fiasco de la política presupuestaria. La crisis de Opel, con su previsto ajuste colosal de plantillas (más de 12.000 trabajadores en Europa), no da pie precisamente al optimismo.

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