Reliquias del humanismo
Antes de que el hombre fuera "un invento del siglo XIX", en palabras de Foucault, existía el humanismo, y mientras existía el humanismo surgían intelectuales como C. S. Lewis (1898-1963), convencidos de que la humanidad avanzaba por el camino de la emancipación y del progreso. De este y otros mundos. Ensayos sobre literatura fantástica, además de ser un buen ejemplo de crítica humanista o preposmoderna, es un buen título para una obra de Lewis por muchas razones, pero sobre todo por dos. En primer lugar porque este historiador de la literatura medieval, crítico literario, y escritor, investigó la fantasía en la Edad Media, teorizó sobre la literatura fantástica y, además, cultivó el género. En segundo lugar, porque a partir de su conversión al catolicismo en 1929 -algo que estaba a la orden del día entre los británicos desde finales del siglo XIX, y que seguía estándolo en el periodo de entreguerras; recuérdese el caso de Graham Greene-, C. S. Lewis proyectó en todas sus obras las preocupaciones escatológicas del creyente. Sin embargo, aunque el título sea bueno en este sentido, no lo dice todo sobre el contenido del libro. Es cierto que De este y otros mundos contiene ensayos sobre literatura fantástica, pero además incluye reseñas, polémicas, un panegírico, y ensayos de teoría y crítica literarias. Y no es todo. En el libro también se colaron dos transcripciones: la de una charla de Lewis sobre las novelas de Charles Williams emitida por la BBC; y la de una conversación en el Magdalene College de Cambridge entre Lewis y sus colegas Kingsley Amis y Brian Aldiss, en la que los tres hablaron de ciencia-ficción. En total, veinte textos producidos entre 1937 y 1962. Tal vez Lewis, allí en el cielo, se quedó perplejo ante este batiburrillo que armaron sus albaceas literarios.
DE ESTE Y OTROS MUNDOS. Ensayos sobre literatura fantástica
C. S. Lewis
Traducción de Amado Diéguez
Alba. Barcelona, 2004
214 páginas. 17,30 euros
No obstante, los batiburrillos también tienen sus ventajas. Por ejemplo, no habrá lector que no halle algún texto interesante, desde el fan de El señor de los anillos, que gozará con la reseña de El hobbit, hasta el historiador de la literatura inglesa, que disfrutará de la conversación entre Lewis, Amis y Aldiss.
A mi juicio, los textos más meritorios son ensayos como Sobre la historia o fábula, Gustos distintos o Críticas de épocas, en los que expuso sus ideas sobre algunos conceptos importantes para la historia de la literatura y la teoría literaria. En el primero, por ejemplo, Lewis sostuvo que la peripecia -el cambio repentino de una situación en su opuesta-, es el factor más importante para que una historia sea adecuada. Este tipo de discurso resulta fascinante porque nos sitúa de nuevo en un pasado que parece remoto, aunque no lo es tanto. Nos lleva a las décadas de mediados del XX, cuando todavía la teoría literaria -como el humanismo- existía. Ver a C. S. Lewis ocupándose de conceptos como fábula, emoción, peripecia, fantasía, imaginación o verosimilitud produce un placer similar al que debe de sentir un paleontólogo en Atapuerca.
Además de este placer arqueológico, el libro permite observar la capacidad homogeneizadora del tiempo, porque a estas alturas Lewis sintoniza como nunca con un personaje como F. R. Leavis, su colega en Cambridge y gran enemigo académico. Donde Lewis decía fantasía, emoción y aventura, Leavis decía madurez, salud y disciplina (siguiendo de cerca a T. S. Eliot). Lo curioso es que al comparar hoy lo que les separa y lo que les une, las diferencias parecen tan pequeñas como las que median, por ejemplo, entre un Góngora y un Quevedo. Los dos, Lewis y Leavis, comparten ese signo de su tiempo que fue la fe en la literatura como herramienta para la emancipación de la humanidad.
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