La meta del autoempleo
El Foro por la Conviviencia y la Integración reúne en Sevilla a empresas creadas por colectivos desfavorecidos
La Macarena es el barrio de Sevilla que tiene el porcentaje más alto de vecinos inmigrantes, sobre todo marroquíes y latinoamericanos. Sin embargo, hasta hace unos meses, muchos echaban de menos los sabores de su tierra. Jaime Augusto Marín, un colombiano que llegó a España hace cuatro años, se paseaba con su moto vendiendo algunos productos, pero sin demasiados medios ni para satisfacer sus necesidades ni la demanda de los vecinos. Desde hace ocho meses es el dueño de Tamarindo, una tienda de alimentación en la que los latinoamericanos de Sevilla encuentran los productos y las marcas que dejaron atrás.
Tamarindo es uno de los frutos del proyecto Sevilla, Ciudad Integradora para la Igualdad, puesto en marcha por el área municipal de Economía e Industrias y financiado con ayuda del programa europeo Equal. Su objetivo es facilitar el autoempleo de los colectivos más desfavorecidos. Todas las iniciativas surgidas de este proyecto se dieron cita ayer en el primer Foro por la Convivencia y la Integración: Personas diversas-Personas iguales, que convirtió a la plaza de La Barzola en punto de encuentro entre diferentes culturas.
La plaza acogió un zoco de venta y exposición de las empresas que han surgido del programa, los vecinos plasmaron en un mural sus ideas sobre la exclusión social y se celebraron mesas redondas. A mediodía, el arroz sirvió como nexo de culturas. Hubo paella, pero el cereal se cocinó también según las recetas típicas iraquí, peruana y gitana, la raza protagonista del Proyecto Clavel, que ha facilitado licencias a vendedores ambulantes de flores y se ha convertido en uno de los estandartes del programa Equal.
"Estamos muy contentos. Vendemos mucho y ya no tenemos que salir corriendo cuando viene la policía", asegura Matilde Álvarez, que desde mayo vende sus flores en la calle Marqués de Paradas, donde ya se ha hecho con una clientela fija. Ayer trasladó su carrito con flores a La Barzola para participar en el foro. "Es muy bueno ver las cosas que hacen otros. Si hubiéramos sentido rechazo nos habríamos quedado frías, pero nos están tratando muy bien".
Los casos de Matilde o de Jaime ilustran uno de los objetivos del programa: acabar con situaciones de economía sumergida. Como la que ejercía hasta hace poco Marisa Rubio, una masajista que trabajaba en su casa y que ahora regenta Hara, un centro de tratamientos corporales que empezará a funcionar a principios de noviembre.
Pero el proyecto ha dado también apoyo a personas con difucultad para entrar en el mercado laboral, como Luis Barrios, un camarero en paro desde hace años que en pocos días abrirá una papelería con su compañero Joaquín, que como él vivía acogido en un piso de la asociación Familia Vicenciana. "Ahora la mayoría de mis clientes serán niños", dice Barrios, que ha aprendido informática para llevar la gestión del negocio y ayer tenía previsto ir a recoger las gafas que se ha tenido que hacer para ver la pantalla del ordenador.
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