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Reportaje:EL CONFLICTO DE ORIENTE PRÓXIMO

El Sinaí, desierto turístico

Los recientes atentados de Al Qaeda contra hoteles egipcios han asestado un golpe mortal a la economía del país árabe

Taba es desde el pasado viernes un lugar fantasmagórico. Aunque hay viajeros irreductibles que no renuncian a disfrutar de las playas egipcias del Sinaí, ayer era muy fácil contar a los clientes del hotel Tobya que no eran miembros de las fuerzas de seguridad. Policías y agentes han copado gran parte de las habitaciones de los hoteles. Las corbatas de los funcionarios y las armas de los guardaespaldas no dejan espacio a biquinis y bañadores. Los turistas desentonan. "Esto ya no es lo mismo. Es difícil trabajar para esta gente del Gobierno", aseguran, con una mueca de pesadumbre, en la recepción.

Los soldados israelíes entraron el viernes en Taba, con el permiso del Gobierno egipcio, 15 años después de su completa retirada de la desértica península, ocupada desde la Guerra de los Seis Días, en junio de 1967.

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Desde horas antes, miles de sus compatriotas abandonaban Taba tras los atentados en el hotel Hilton y en Nueiba que se cobraron la vida de más de una treintena de personas, 12 de ellos israelíes, 6 egipcios, 2 italianas, 1 rusa y 13 personas de países de Europa del Este.

La inmensa mayoría de los visitantes hebreos no regresará, al menos a medio plazo, a un destino de vacaciones que disfruta de la fidelidad perruna de cientos de miles de israelíes. Un cuarto de millón lo ha visitado desde comienzos de año. Encuentran en los complejos egipcios una tranquilidad difícil de hallar en los casi siempre repletos hoteles de Israel. "Para mí, como para muchos más, el Sinaí era, por sus mágicos paisajes y la hospitalidad de sus habitantes, una ventana a la esperanza en el hostil Oriente Próximo", escribía el analista Dan Rabinowitz en el diario Haaretz. Los 250 kilos de explosivos que desplomaron el suelo de la recepción del Hilton han quebrado también los cristales de esa ventana. "La explosión se oyó con claridad en la discoteca del hotel, con la música a todo volumen. Temblaron las puertas y ventanas, aunque el Hilton está a dos kilómetros de distancia", comenta un directivo del hotel Tobya.

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El panorama es muy desalentador para el sector turístico, vital en Egipto, que recaudó 5.000 millones de dólares el año pasado. Casi olvidado el asesinato de siete turistas israelíes en el Sinaí por un soldado egipcio en 1985, la masacre de 58 alemanes en el Valle de los Reyes en 1997 supuso un golpe devastador para el país árabe, que ha recibido más de seis millones de visitantes en lo que va de año (a España llegan anualmente más de sesenta).

Para empezar, las autoridades israelíes insisten hasta la saciedad en que todos sus compatriotas deben abandonar la península inmediatamente porque el riesgo de atentados persiste. Aunque no todos obedecerán -sin ir más lejos, un ex director general del Ministerio de Defensa descansaba, horas antes de las explosiones en Taba y Nueiba, en un complejo hotelero del Sinaí-, muchas agencias de viajes aseguraban ayer que "todos los grupos organizados han cancelado sus vacaciones". Otras han suspendido los viajes unilateralmente sin consultar a los clientes. Y el ministro de Asuntos Sociales, Zevulun Orlev, se decanta por eliminar en el futuro "las compensaciones a víctimas de atentados que se desplazan a lugares para los que se ha decretado una alerta terrorista".

Y aun en el caso de que los apasionados del Sinaí continúen acudiendo -tesis que sostienen muchos observadores- el daño a la hostelería se antoja inevitable. "Los israelíes tienen una percepción sobre la seguridad completamente diferente a la de los egipcios o los europeos. Ellos no se sienten seguros ni en sus casas. Yo creo que seguirán visitándonos, pero los precios van a caer drásticamente. Las agencias van a presionar para hundirlos", comenta desesperanzado el gerente de un hotel, al que se le acumulan los problemas.

"Los empleados", agrega, "están nerviosos. Ven que no hay clientes y están preocupados por sus empleos. Y nosotros nos tememos que dejen sus puestos de trabajo. Por si fuera poco, los suministradores han dejado de venir".

Algunos productos comienzan a escasear. Y tampoco es buen momento para los planes del Gobierno de Hosni Mubarak, que alienta la emigración hacia el Sinaí para proporcionar mano de obra al creciente, hasta ahora, sector de la hostelería. En Taba y Nueiba, a unos 60 kilómetros al sur, hay 4.000 habitaciones, sin contar las cabañas a pie de playa.

Y en la zona residencial de Sharm el Sheij, en el extremo meridional del Sinaí, más frecuentado por turistas europeos, hay 40.000 habitaciones. Muchas van a estar vacías por algún tiempo.

Bomberos egipcios realizan tareas de rescate en el hotel Hilton de Taba.
Bomberos egipcios realizan tareas de rescate en el hotel Hilton de Taba.REUTERS

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