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Berlusconi: "Una votación oscurantista e integrista"

Enric González

"Una votación oscurantista e integrista", según Silvio Berlusconi. "Una muestra de que en Europa se rechazan las raíces cristianas", según el cardenal Ersilio Tonini, portavoz oficioso de la Conferencia Episcopal. "El resultado de la presión de un lobby que considera que ningún ministro de Berlusconi es digno de ocuparse de asuntos judiciales", según el propio Rocco Buttiglione. El rechazo a que éste fuera nombrado comisario de Justicia, por parte de una comisión del Parlamento Europeo, fue deplorado ayer en Italia por la derecha política y por la jerarquía católica, y aplaudido por la izquierda.

La votación contra Buttiglione supuso, en cualquier caso, una nueva demostración de que los políticos italianos son, con excepción de los exponentes más tecnócratas (Romano Prodi, Mario Monti), difícilmente exportables. Los chistes de Berlusconi sobre nazis y alemanes fueron muy poco apreciados, hace casi exactamente un año, en su discurso ante el Parlamento Europeo como presidente semestral de la Unión. Como no fueron apreciadas las puntualizaciones de Buttiglione, quien, en lugar de declararse simplemente católico y favorable al matrimonio tradicional, habló del papel reproductor de la mujer, del papel protector del hombre, del pecado de la homosexualidad y de su obligación a oponerse a cualquier ley que considerara "inmoral".

Berlusconi, como después Buttiglione, hablaron como suelen hablar en Italia, sin reparar en que el entorno, e incluso los códigos de comunicación, son distintos. De Berlusconi, en Italia, se aprecia la desfachatez y la descalificación continua de las formalidades políticas, justamente lo que no se aprecia fuera. A Buttiglione no se le puede criticar en Italia que hable como habló durante décadas el sector menos laicista de la Democracia Cristiana; en los foros europeos, sin embargo, chirrían su lenguaje y la formulación de sus ideas.

Buttiglione, religiosamente integrista pero socialmente moderado y casi progresista en sus tesis sobre la inmigración, causaría tal estropicio si tuviera que regresar a Roma que, por fuerza, debe ser confirmado como comisario europeo, pese a las votaciones en contra. Berlusconi se valió de él para dividir a los democristianos y aislar a su líder, Marco Follini, aún al precio de prescindir de un comisario tan válido e influyente como Mario Monti. Buttiglione se hizo berlusconiano a cambio del cargo europeo y contribuyó a acallar las tensiones desatadas en julio por los democristianos; su retorno obligaría a cambiar de nuevo el Gabinete para buscarle acomodo y trastocaría el difícil equilibrio de la coalición conservadora en el poder.

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