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Francia logra en China contratos para sus empresas por valor de 4.000 millones

Alstom alivia la crisis con el encargo de 60 trenes de alta velocidad y 180 locomotoras

El presidente Jacques Chirac ha cerrado la primera parte de su visita a China -tiene que visitar aún Shanghai y Hong Kong- pudiendo anunciar contratos por valor de 4.000 millones de euros a favor de empresas francesas. La cifra es importante, pero queda por debajo de las expectativas, pues ni Airbus ha logrado, de momento, vender su gigante A-380 ni Areva tiene asegurado el suministrar centrales nucleares de tercera generación. La sociedad mejor librada es una de las que más lo necesitaban: Alstom, con el encargo de 60 trenes regionales de alta velocidad y 180 locomotoras.

Parte de ese material de Alstom, con un importe de 1.400 millones de euros, será construido en la propia China. El resto se fabricará en Francia o en las plantas de Alstom en Europa. Para un futuro a medio plazo queda otro contrato jugoso: la construcción de un tren de alta velocidad entre Pekín y Shanghai. El TGV francés puede vender su experiencia de trenes entre Calais y Marsella, una distancia de 1.200 kilómetros, idéntica a la que separa las dos ciudades chinas, y que se cubre en tres horas y media, pero los alemanes de Siemens y el japonés Shinkansen también aspiran a hacerse con el encargo.

Airbus sólo vendió seis A-319, pero confía en que los próximos juegos olímpicos fuercen a los chinos a decidirse a favor del A-380, el que ha de ser el mayor avión de transporte de pasajeros del mundo. Para Alcatel los acuerdos referidos a telefonía móvil son importantes, mientras que el grupo PSA confirma que este año fabricará en su planta en China 50.000 ejemplares del modelo 206 y Renault aún tantea el mercado.

Cambio de imagen

Francia tiene una presencia relativamente poco importante en China. Sólo es el cuarto país europeo presente en aquel mercado, por detrás de Alemania, Reino Unido y Holanda. En realidad, el conjunto de naciones de la UE queda levemente por debajo, en término de inversiones, de EE UU y muy lejos de los grandes socios asiáticos. Este viaje, que coincide con la celebración del año de Francia en China, busca recuperar el tiempo perdido y cambiar la imagen de Francia, demasiado asociada a los productos de lujo, moda y gastronomía y poco identificada con sociedades de tecnología muy avanzada. Más de 40 empresarios de las principales empresas galas acompañan al presidente.

China compra 700.000 toneladas de trigo a Francia, que espera duplicar la exportación el año que viene, ha llegado a un acuerdo para desarrollar un nuevo helicóptero con la sociedad Eurocopter, adquiere laboratorios de lucha contra las enfermedades infecciosas y estrecha la colaboración con el Institut Pasteur, que abre una "antena" en Shanghai. Estaciones de servicio -unas 200- y bombas de extracción de agua también figuran dentro de los nuevos acuerdos y debieran dar mayor peso a la presencia gala, que hasta ahora se limitaba a 4.500 pequeñas y medianas empresas y al sector del automóvil.

Hace más de un año, el encargo de construir el metro en Shanghai y Cantón fue un primer paso para desbloquear la situación y abrirla a los grandes contratos. En ese sentido, vista la creciente demanda de energía de un país con un índice de crecimiento alrededor del 10%, las posibilidades de Areva y sus centrales nucleares de tercera generación son importantes, máxime cuando los franceses aceptan el riesgo de una importante transferencia de tecnología a la que se muestran reacios los estadounidenses de Westinghouse, los principales y casi únicos rivales de la experimentada Areva.

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