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Los daños psicológicos del 11-M en Alcalá son idénticos a los del 11-S en Nueva York

Un estudio realizado por psiquiatras constata el estrés postraumático por los atentados

Javier Sampedro

Dos meses después del 11-M, un 12% de la población de Alcalá de Henares, el municipio del que partieron los cuatro trenes donde explotaron bombas, sufría estrés postraumático, y un 10% padecía miedo a los espacios abiertos. Las cifras, obtenidas por expertos de la Universidad de Alcalá y varios hospitales madrileños, son muy similares a las registradas en las áreas cercanas a las Torres Gemelas dos meses después del 11-S. La experiencia neoyorkina aconseja mantener bajo tratamiento a estos pacientes, ya que algunos seguirán afectados durante dos años o más.

El estudio, coordinado por la profesora de Psiquiatría de la Universidad de Alcalá Laura Ferrando, se basa en entrevistas realizadas por médicos, psicólogos y psiquiatras a 127 heridos en los trenes, 500 residentes en Alcalá de Henares y cerca de la mitad de los policías nacionales (unidades de intervención especial, policía científica y desactivación de explosivos) que participaron en las labores de ayuda. El análisis sigue en marcha, y será actualizado periódicamente.

Las conclusiones sobre la población general de Alcalá de Henares no son extrapolables al resto de la Comunidad de Madrid, ni a otras comunidades. Los investigadores se han centrado en Alcalá, "localidad diana", ya que los cuatro trenes atacados procedían de allí. Un 15% de los fallecidos y un 20% de los heridos en el atentado estaban censados en esta ciudad madrileña.

Ferrando, que presentó ayer el estudio durante el simposio Sobre las consecuencias psicopatológicas de los atentados del 11-M y el 11-S, organizado por la Universidad de Alcalá y la Academia de Medicina de Nueva York, afirmó que los dos datos más llamativos eran la alta incidencia de afectados por estrés postraumático entre la población general de Alcalá (un 12%) y la nula incidencia entre los policías examinados, cuyo índice (1%) es el típico de cualquier población en una situación normal.

El representante del Centro de Estudios Epidemiológicos Urbanos de Nueva York, Sandro Galea, resaltó la similitud entre los efectos psicológicos del 11-S y el 11-M. "La larga experiencia de los madrileños con el terrorismo de ETA no ha impedido los trastornos derivados del 11-M", dijo. "Las reacciones son las mismas entre la población".

Más secuelas en los heridos

Galea subrayó que los porcentajes de estrés postraumático en Alcalá son iguales a los que mostraron los neoyorquinos del área cercana a la zona cero (entre el 10% y el 15%). En los barrios de Nueva York más alejados de las Torres Gemelas, las cifras bajaban al 7%. Las estimaciones de los responsables sanitarios para el conjunto de Madrid eran del 3% al 6%.

Las cifras son mucho más altas entre los heridos en los trenes: un 44% padecía estrés postraumático y un 31% sufría depresión, dos meses después de los atentados de Madrid. Estos resultados no han podido compararse con los del 11-S, donde apenas hubo supervivientes entre los directamente afectados.

El estrés postraumático se caracteriza por la permanente intrusión en la mente de las escenas del atentado, los comportamientos destinados a impedir su recuerdo -no coger el tren, no pasar por la estación de Atocha o, en el caso del 11-S, evitar los rascacielos- y un estado de alerta permanente que lleva al paciente a asustarse ante cualquier ruido o movimiento brusco.

Según Ferrando, una de las imágenes intrusivas más comunes en el caso del 11-M ha sido el recuerdo de los teléfonos móviles de los muertos: los familiares oían las noticias del horror y llamaban una y otra vez sin obtener respuesta.

Manuel Trujillo, jefe de Psiquiatría del Hospital Bellevue de Nueva York, el centro de referencia más próximo a la zona cero, elogió la "modélica" respuesta de los servicios médicos y psicológicos de emergencia, debida en parte al conocimiento previo de la experiencia del 11-S. Trujillo y otros expertos norteamericanos ya habían expuesto en Madrid sus conclusiones durante una jornada científica celebrada el 5 de octubre de 2001.

No sólo reaccionaron bien los servicios de emergencia, "sino también el personal de los hospitales y los pacientes que estaban ingresados previamente, muchos de los cuales solicitaron el alta para hacer sitio a los afectados", según explicó Enrique Sainz Cortón, jefe de Psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón, uno de los centros que recibió más heridos el 11-M.

Trujillo y Galea coincidieron en subrayar la importancia de perseverar en el seguimiento psicológico de los pacientes. En Nueva York, algunas personas que no presentaban ningún síntoma a los dos meses del 11-S empezaron a manifestarlo un año después. Además, según Galea, algunos afectados seguían sin mejorar de sus trastornos dos años y medio después del ataque terrorista.

Trujillo insistió una vez más en que es importante que las personas con síntomas de estrés postraumático busquen ayuda psicológica, por más que crean no necesitarla. Los familiares de estas personas deben estimularlas para que den ese paso.

El ministro del Interior, José Antonio Alonso, clausuró el simposio con un elogio de la solidaridad ciudadana. "Además de los daños corporales y físicos de los directamente afectados", dijo, "los estudios posteriores han revelado [tanto en Madrid como en Nueva York] que la población ha sufrido niveles extremos de depresión y de tristeza".

La viceconsejera madrileña de Ordenación Sanitaria, Inés López-Ibor, informó de que los servicios de salud mental de la comunidad han atendido hasta el momento 10.000 consultas relacionadas con el atentado. El Gobierno regional ha puesto en marcha una Comisión para la Formación e Investigación en Salud Mental y Desastres.

Manifestación de homenaje a la víctimas del 11-M en Alcalá de Henares (Madrid) el pasado marzo.
Manifestación de homenaje a la víctimas del 11-M en Alcalá de Henares (Madrid) el pasado marzo.CLAUDIO ÁLVAREZ

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