"Hemos visto a un Bush crispado, aburrido y torpe"
El profesor de 52 años James K. Galbraith -nada que ver con el economista John K. Galbraith- enseña economía en la Universidad de Tejas, en la ciudad de Austin. Su último libro, centrado en la desigualdad en Estados Unidos, fue un bestseller. Se lo adscribe a la corriente liberal-keynesiana. Liberal en EE UU es sinónimo de progresista. Galbraith accedió a hablar con EL PAIS tras el primer debate presidencial. "En los siguientes debates, Bush estará en territorios más vulnerables", dice.
Pregunta. ¿Cuál fue su primera impresión de anoche al ver el debate?
Respuesta. Nunca pensé que este debate iba a ser un acontecimiento muy importante en la campaña, pero al verlo y escuchar, después, las reacciones, mi impresión es diferente de lo que esperaba. Primero, fue un debate y no como estaba al parecer diseñado, es decir dos conferencias de prensa en paralelo, y esto hay que atribuírselo al moderador, el periodista Jim Lehrer, que cortó cualquier posibilidad de hacer teatro, y ejerció presión sobre cada candidato para que concretaran sus posiciones.
"Fue un debate y no dos ruedas de prensa, como estaba previsto"
"Kerry está en la posición más fuerte para entrar al debate económico"
Segundo, es la primera vez que Kerry consigue explicar a fondo su posición sobre Irak y establece claramente que el presidente Bush engañó a la nación al invadir Irak. Bush, por su parte, no se alejó de su guión: repetir mensajes sobre la falta de credibilidad de Kerry dirigidos a sus propios votantes. Dicho esto, creo que la estrategia de Kerry ha sido mucho más eficaz. Y esto es fácil de ver en el hecho de que incluso entre los tertulianos de televisión y radio se ha advertido consenso de que Kerry, al menos en este debate, obtuvo la victoria sobre un Bush crispado, aburrido y torpe. La estrategia de lanzar mensajes sencillos y fácilmente digeribles, como los presuntos cambios de opinión de Kerry, fallaron. En cambió, afloró la impaciencia de Bush, su enfado y exasperación. Todos sus rasgos de carácter que le ayudaron en el teatro del debate contra Al Gore en la campaña de 2000, le fallaron.
P. ¿Qué ha variado después de este debate?
R. La gente, me parece, no ha reparado en un pequeño detalle. Bush reconoció la estatura presidencial de su rival demócrata, cuando eludió responder directamente a la pregunta sobre si Kerry tenía carácter para ser comandante en jefe de las fuerzas militares de EE UU. Esto mina toda la estrategia central en la campaña de Bush en el sentido de que Kerry no tenía carácter para ser presidente.
P. Tampoco respondió a la pregunta de si la elección de Kerry podría provocar un nuevo ataque terrorista en EE UU, tal como dijo el vicepresidente Dick Cheney hace unas semanas, ¿no?
R. Echó marcha atrás, sí. Yo ví el debate con mis alumnos de la Universidad. En nuestro propio debate surgieron dos puntos. Uno, el tiempo adjudicado a cada candidato para las respuestas, dos minutos noventa segundos, que fue acordado por ambos partidos, no fue de gran ayuda para Bush. No llevaba suficiente material para usar todo el tiempo asignado. Y, segundo, la decisión, al parecer, sugerida por los republicanos, de empezar la serie de tres debates por la política exterior. La idea era mostrar que Bush era el único comandante en jefe y que, a partir del debate, Kerry quedaría derrotado por K.O. Esto no ha ocurrido. Ahora, es Bush quien debe mejorar. Y lo paradójico es que el presidente se halla en los temas de política interior y economía precisamente en sus territorios más vulnerables.
P. ¿Cree usted que Kerry va a ser más eficaz en los temas económicos?
R. La economía es el punto fuerte de Kerry.
El crecimiento que empezó en 2003 no es sostenido, hay una impresión muy amplia de estancamiento continuado en todo el país. Kerry está ahora en la posición más fuerte que podía alcanzar para entrar al debate económico.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.