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Reportaje:

Los disputados escaños de sus señorías

Con los parlamentarios como guías, la Jornada de Puertas Abiertas en la Asamblea convoca a miles de visitantes

Afuera, las colas se nutrían de abuelos, jóvenes y niños. Dentro, la primera de las dos Jornadas de Puertas Abiertas de la Asamblea de Madrid mostraba claramente su éxito. Durante el día, unas 4.000 personas recorrieron el edificio parlamentario, que hoy también permitirá que los vecinos visiten su sede de 10.00 a 19.00 y entren en contacto directo con los diputados.

"Por favor, empecemos el recorrido por aquí", señala Reyes Montiel, de Izquierda Unida. El trabajo de los mandatarios no era el mismo de siempre. Ayer, en lugar de debatir en comisiones, se dedicaban a guiar a la gente por los pasillos y las salas del edificio, situado en el distrito de Puente de Vallecas. Mientras la diputada de IU apostaba por un grupo de mujeres y madres con sus niños, José Ignacio Echeverría, del PP, encaraba a una veintena de jubilados que en la sala de exposiciones veían fotografías del barrio.

El sitio preferido de los visitantes es un rincón en el que cuelga un 'collage' en memoria de las víctimas del 11-M

El vicepresidente primero de la Asamblea, convertido en guía, comenzaba su explicación cuando una señora entre la multitud le espetó: "¿Es usted un improvisado?". Ante el desconcierto del diputado, la mujer completó la frase: "Porque yo me había creído eso de que era el guía, y aquí me dice mi cuñada que usted es un diputado y que está improvisando".

El itinerario de visita incluye las principales salas, incluida una en la que varios ordenadores permiten una vez al día chatear con los diputados. El sitio preferido por el público es un rincón justo a la entrada del recinto. En la pared cuelga un collage multicolor. Su autora, Carole Wane, lo confeccionó con las flores que la gente dejó en Omagh (Irlanda del Norte) tras el atentado que conmovió a esa ciudad en 1999, en el que murieron 29 personas, entre ellas dos jóvenes españoles. El alcalde de Omagh se lo obsequió a Madrid en homenaje a las víctimas del 11-M. Allí la emoción se apodera de algunos. "Es un gesto muy bonito", dice Lorena con los ojos húmedos.

Lorena tiene 28 años y es empleada de un supermercado. Como su madre trabajaba, llegó al Parlamento madrileño acompañada por su abuela, Francisca. Con sus 85 años, ella también se emociona: "Me ha tocado vivir una guerra despiadada, pero lo de Atocha me parece increíble. Es demasiado dolor para España".

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Luego, al entrar en el recinto, Mabel y su hijo Pablo, de ocho años, se acomodan en los sillones de la Presidencia. "Hola, compañera", ensaya el niño con voz grave y afectada. "Soy el nuevo presidente". Sin embargo, no todos saben bien qué es lo que se hace en la Asamblea. "Aquí se viene a hablar de política", asegura Andrés, de siete años. Pero ante la pregunta de quiénes ocupan los escaños aparece el desconcierto. "Eh...Y quién va a ser, los políticos".

Los demás, en cambio, se interesan por saber cuáles eran los asientos de los tránsfugas socialistas Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, que en 2003 abandonaron su grupo y facilitaron, meses después, que Esperanza Aguirre, del PP, se convirtiera en presidenta de la Comunidad. "Debajo del reloj, a la izquierda, en la penúltima fila", se oye a algunos diputados.

La presidenta de la Asamblea, Concepción Dancausa, del PP, invita a los visitantes a acomodarse en su propio sillón. Pero otros miraban los carteles que identifican el asiento de cada diputado en busca del correspondiente a su líder predilecto. Y a continuación se sentaban en él para que otro inmortalizase el momento con una foto.

Muy cerca, Juan Antonio y Sergio hablan en voz baja. Tienen 15 años y faltaron a clase. "Queríamos conocer la Asamblea. Quién sabe, quizá dentro de algunos años nos veas como diputados". "Yo pienso hacer Políticas", dice uno. "Yo no voy a estudiar nada... total, diputado se puede ser sin estudios". Armando los mira extrañado. Su piel oscura y el pelo rizado destacan entre la concurrencia, pero el acento madrileño confunde su voz con la del resto. Hijo de un guineano y una surafricana, este inmigrante quiso traer a su hija Valeria al Parlamento.

A la salida, dos de las 15 sonrisas gitanas que se encargan de guiar a la concurrencia entregan una mochila con regalos. Estas azafatas son de la Fundación Secretariado General Gitano, que se encarga de dar salida laboral a jóvenes de origen gitano. Conchi Salazar, de 28 años, confiesa: "Mi abuelo fue vendedor ambulante. Y mi padre, limpiabotas. Yo estoy orgullosa de mi familia y de su respeto a los mayores". A su lado, Ramón, de 68 años, hacía una comparación con las Jornadas de Puertas Abiertas del año 2002, durante el mandato de Alberto Ruiz-Gallardón: "La verdad es que la primera vez siempre es mejor, pero este año me gustan más los regalos".

De barrio pobre a centro político

Josefa y María Antonia juegan a adivinar dónde están sus casas en las fotos panorámicas de Vallecas que se exhiben en la Sala de Exposiciones. "Somos de Vallecas de toda la vida", dice la primera. Y la otra completa: "Mi familia vivía en una casa baja y después de muchos años nos mudamos con mi marido a un edificio de estos nuevos que fueron construyendo. Porque no sé si usted sabe que este lugar fue en su tiempo muy distinto al que ve ahora...".

Para comprobar la afirmación de María Antonia basta con mirar atentamente las fotografías, que muestran el progreso urbanístico de la zona desde 1976 hasta ahora.

De una instantánea a la otra, las casas bajas y las calles de tierra van dejando paso a edificios altos. Y entre ellos, la más espectacular de las construcciones, la de la nueva sede del Parlamento de la Comunidad, que mudó en 1998 el centro político de la Comunidad a lo que alguna vez fue un barrio pobre de la periferia.

"Yo nunca me pierdo cuando pasan los plenos en la tele", asegura Aurora, jubilada de 65 años. "Porque además de que son mis diputados, es mi lugar. A veces me digo: 'jo, las cosas tan importantes que se deciden al lado de mi casa". Ella, como muchos de los visitantes que ayer colmaban los recintos de la Asamblea de la Comunidad, vive en la zona.

Ven todos los días el Parlamento desde fuera, y cuando abre sus puertas son los primeros en acercarse. Algunos ya tienen en su haber más de una edición de Jornadas de Puertas Abiertas, como Ramón, otro jubilado vallecano que ante la muestra ensaya un gesto de desdén: "Yo creí que había cosas nuevas, pero esto es lo mismo de la última vez", se quejó.

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