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Artur Mas acusa al Gobierno de izquierdas de hacer el "primo" en Madrid al "arañar sólo migajas"

La coincidencia de partidos políticos en el Gobierno central y en la Generalitat de Cataluña no ha supuesto ninguna complicidad entre ambas Administraciones ni una sustancial mejora del autogobierno y de los recursos financieros de Cataluña. Y ha evidenciado la supeditación de los socialistas catalanes al PSOE en temas como la reforma del Estatuto o el déficit sanitario. Éste fue el implacable diagnóstico que formuló ayer el convergente Artur Mas en su intervención en el Parlamento autonómico al acusar al presidente Pasqual Maragall de haber "arañado sólo migajas" del Ejecutivo central. "Deje de hacer el primo ante Madrid", le espetó.

Mas trazó un panorama crítico y desalentador de los nueve meses del tripartito de izquierdas y su coexistencia con un Gobierno central presidido por el PSOE. Una cohabitación que, según el líder de la oposición, es sumamente negativa por la "debilidad" de Maragall. Prueba de ello, dijo, es el proceso de reforma estatutaria, la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado y la financiación de la deuda sanitaria.

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Sobre el Estatuto, Mas afirmó que la búsqueda del consenso o de la unanimidad parlamentaria no debe significar, en ningún caso, renunciar a un Estatuto "ambicioso" que eleve las cuotas de autogobierno de Cataluña. Y, tampoco, un Estatuto que satisfaga al PP y al PSOE para así conseguir su aquiescencia durante su tramitación en las Cortes. "Si quiere el Estatuto, mire hacia Cataluña y olvídese del PSOE", afirmó.

Peor diagnóstico formuló Mas sobre los Presupuestos del Estado para 2005, pues, dijo, reducen la inversión en Cataluña y no aportan una solución a la abultada deuda sanitaria. Las críticas se convirtieron en palabras de menosprecio cuando Mas enunció los recientes traspasos de seis competencias estatales que calificó de "ridículas". "Usted no puede estar satisfecho por el nivel de acuerdos conseguidos con el actual Gobierno", concluyó dirigiéndose a Maragall, a quien acusó de "mucha gesticulación y mucha obediencia" pero en el fondo "poca influencia".

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