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Los tóxicos vertidos históricamente en el Ebro ya se han introducido en los ecosistemas del delta

La contaminación en el parque natural es similar a la que existe en el Ródano y el Po

Los productos tóxicos vertidos por la fábrica Erkimia, de Flix (Ribera d'Ebre), en el río Ebro han estado difundiéndose durante años por el medio ambiente y se han introducido en los ecosistemas del delta del Ebro. Ésta es la conclusión a la que se llega tras revisar una larga serie de estudios científicos que se han venido publicando en revistas especializadas desde hace más de dos décadas. En ellos, sus autores aseguran que hace mucho tiempo que se conoce la difusión continuada de contaminantes y su impacto sobre los seres vivos del río y su desembocadura.

Desde la década de 1980, diversos investigadores de la Universidad de Barcelona y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han encontrado metales pesados y compuestos organoclorados en aves, insectos y peces del delta del Ebro. Los tóxicos detectados son mercurio, bifenilos policlorados (PCB), el insecticida DDT y hexaclorobenceno, es decir, los mismos contaminantes que Erkimia produce río arriba. Son compuestos persistentes que pueden producir numerosos problemas de salud a medio y largo plazo, ya que inciden negativamente sobre el sistema neurológico, endocrino e inmunitario.

Los niveles tóxicos detectados en el delta son "altos dentro del Mediterráneo, que de por sí es uno de los mares más contaminados del mundo", afirma Xavier Ruiz, catedrático de Biología Animal de la UB y uno de los autores de estos trabajos.

El origen de los contaminantes que se acumulan en el cuerpo de los animales no plantea dudas para los investigadores. El DDT puede tener también un origen agrícola, pero el resto provienen "de la producción industrial realizada aguas arriba en el pasado", según puede leerse literalmente en un trabajo publicado en 2003 en la revista científica Chemosphere y firmado, entre otros, por Joan Albaigés, experto en química ambiental del CSIC.

Albaigés muestra su extrañeza ante el revuelo organizado ahora por los lodos contaminados. "El problema se conocía desde hace muchos años", señala, y recuerda que "los primeros análisis sobre la contaminación del curso bajo del Ebro se publicaron a finales de los setenta y los perfiles de la historia de esta contaminación, a mediados de los noventa".

Un informe del Programa Ambiental de Naciones Unidas publicado en 2002 y coordinado por Albaigés señala al río Ebro como uno de los "puntos calientes" del Mediterráneo y aporta muchos datos sobre su contaminación. Por ejemplo, que los seres vivos han bioacumulado las concentraciones de tóxicos vertidos. Este mismo año, Ecotoxicology ha publicado un trabajo que asegura que la colonia de charranes comunes que nidifican en la Punta de la Banya presentan niveles de PCB "similares a los de las áreas industrializadas", a pesar de que la zona es un parque natural protegido rodeado de espacios agrícolas y marinos.

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Otro estudio, de la bióloga de la UB Dolors Pastor, de 1995, documenta el incremento en la concentración de contaminantes a lo largo de la red alimentaria: si algunos insectos acuáticos de los arrozales del delta tienen cantidades de PCB de 13 ng/g (nanogramos por gramo), las carpas concentran niveles de 210 ng/g, mientras que las garzas reales -aves pescadoras- llegan a 3.200.

Xavier Ruiz destaca que "cada eslabón puede multiplicar por una cifra cercana a 10 la concentración de tóxico". Algo poco esperanzador si se tiene en cuenta que el ser humano suele ser un eslabón final de la red.

Pero valorar hasta qué punto los niveles de contaminación en los animales son elevados y conllevan un riesgo es difícil. Xavier Ruiz sostiene que sus niveles son altos, pero "no muy diferentes de los valores encontrados en otras zonas contaminadas, como pueden ser los deltas del Ródano y del Po, la laguna de Venecia, el mar Adriático y los sedimentos frente a ciudades como Barcelona y Marsella". En este contexto, la contaminación del delta del Ebro es moderada. Un estudio de la bióloga del CSIC Cinta Porte, de 1993, muestra que las concentraciones de PCB en peces y mejillones frente a las costas de Barcelona son muy superiores a las delta del Ebro.

A falta de más datos, queda claro que en el Ebro hay una fuente puntual de contaminación. Y nadie duda de qué fuente se trata. En el mismo informe de Naciones Unidas puede leerse que "la factoría localizada aguas arriba del Ebro" puede ser la causa de la persistencia de niveles altos de PCB hasta los años noventa en el delta.

No es el único problema

Se habla de "la factoría", en singular. ¿Puede una sola fábrica haber contaminado una de las principales áreas naturales del Mediterráneo? Xavier Ruiz hace una llamada al realismo, y afirma: "Sabemos que se han liberado tóxicos porque han bajado río abajo, han entrado en los ecosistemas y se han concentrando en la fauna propia del delta y de la zona marina", lo que le lleva a concluir que "no hay que pensar que éste es el único problema. Hay múltiples fuentes de estos contaminantes, que se encuentran presentes en todas partes".

Ruiz cree que deberían efectuarse estudios globales de seguimiento ambiental. Los datos recogidos hasta ahora han sido fruto de la voluntad individual de investigadores concretos y no de las inexistentes redes de vigilancia ambiental. Algo que en España se encuentra cada vez más a faltar.

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